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27 de Septiembre, 2013
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CRÓNICAS |
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Publicado en Diario Río Negro el 23/09/13
La importancia de leer
Se celebra el Día de las Bibliotecas Populares. Espacios para acercar los libros a los lectores. Jorge Castañeda (*)La lectura tiene una importancia fundamental en la formación integral de las personas y los estados deberían bregar incansablemente para que su difusión alcance a las grandes mayorías. Sólo los pueblos ilustrados conocen su pasado, viven con plenitud el presente y están mejor preparados para aguardar las zozobras del futuro. La lectura nos despierta la mente, nos educa, es la práctica más importante para el estudio, nos aporta conocimientos, nos da placer, nos interpela, nos enriquece, pero fundamentalmente nos hace mejores personas. Sólo mediante la lectura podemos entender mejor las cosas que nos pasan. Ya sean libros de textos, de poesía, de ficción, ensayos o diarios y revistas. Dicen que Cervantes "leía hasta los papeles rotos de las calles". Yo desde mi infancia fui formado por los libros. Mi alma se llenó de aventuras con Emilio Salgari, Julio Verne, Walter Scott, Miguel Cané, Juana de Ibarbourou, Alejandro Dumas y tantos otros autores que vendrían después. Cada uno de ellos me deja un deslumbramiento y al leer sus obras descubro verdaderos universos. Soy en lector compulsivo. Para que los hijos sean lectores en nuestras viviendas debemos tener libros por todos lados y en todos los ambientes, hasta en el baño (no hay mejor lugar para leer que el baño) porque el libro sabe esperar hasta que alguien lo abre y una vez producido ese milagro jamás se perderá la magia que transmite la palabra escrita. Por eso se deben abrir bibliotecas y acercar los libros a los lectores. No sea que suceda como en esa vieja copla popular que tristemente decía que "Madrid, ciudad bravía/ entre antiguas y modernas/ tiene trescientas tabernas/ y una sola librería". Solo se puede ser un gran escritor si se es un gran lector. Porque la literatura es un edificio que se erige ladrillo a ladrillo y todos son importantes. Y ese oficio tan veleidoso sólo se aprende leyendo. Por eso Jorge Luis Borges supo decir "que otros se jacten de los libros que han escrito, a mí me enorgullecen los que he leído". Y también escribió que "la gran diferencia entre escritor y lector es que el escritor escribe lo que puede, y el lector lee lo que quiere". Y como él, cuántos nos hemos imaginado el paraíso en la forma de una biblioteca. La lectura es un hábito que se debe inculcar desde la más tierna infancia. Leyendo por las noches un cuento a nuestros párvulos, en el jardín de infantes y en la escuela primaria destinar un espacio especial para leer en voz alta. En la secundaria es esencial trabajar con textos clásicos porque su lectura es muy importante en esa edad en que el ser humano está en plena formación. Y cuánta falta hace políticos que sean buenos lectores. "Si hubiera más políticos que supieran de poesía, y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir" dijo John Kennedy. Gabriel García Márquez escribió un texto genial donde dice: "debo ser un lector muy ingenuo, porque nunca he pensado que los novelistas quieran decir más de lo que dicen. Cuando Franz Kafka dice que Gregorio Samsa despertó una mañana convertido en un gigantesco insecto, no me parece que eso sea le símbolo de nada y lo único que me ha intrigado siempre es qué clase de animal pudo haber sido. Creo que hubo en realidad un tiempo en que las alfombras volaban y había genios prisioneros dentro de las botellas. Creo que la burra de Balaán habló -como dice la Biblia- y lo único lamentable es que no se hubiera grabado su voz, y creo que Josué derribó las murallas de Jericó, y lo único lamentable es que nadie hubiera transcrito su música de demolición. Creo, en fin, que el licenciado Vidriera -de Cervantes- en realidad era de vidrio, como él lo creía en su locura, y creo de veras en la jubilosa verdad de que Gargantúa se orinaba a torrentes sobre las catedrales de París. Más aún: creo que otros prodigios similares siguen ocurriendo, y que sí no lo vemos es en gran parte porque nos lo impide el racionalismo oscurantista que nos inculcaron los malos profesores de literatura". Y tiene razón el colombiano: hay que leer para soñar, para colmarnos de fantasías, para descubrir arcanos que no estaban velados. Como dice el pícaro de Estebanillo González un lector con los libros debe ser "mosquito de todos los vinos, mono de todas las tabernas, raposa de todas las cantinas, cuervo de todas las mesas". Porque a la lectura tenemos que ir como somos y una vez entrado el gusto dejaremos de hacerlo de Pascuas a Ramos. No hay que esperar una maratón ni que sea el día de las bibliotecas para leer: hay que leer siempre. Cuando y donde se pueda. Aunque la lectura le robe tiempo a nuestro descanso nunca saldremos desfavorecidos por el contacto con el libro. A veces hasta una frase feliz nos puede salvar la vida. Yo como muchos tengo libros de cabecera: la Biblia, las "Vidas paralelas" de Plutarco, los clásicos, biografías, mucha poesía, "El Quijote", Shakespeare, el Ulises, la trilogía de Marechal, "Rayuela" de Cortázar, ensayos, teología, historia, filosofía y más; mucho más. Pero como mucho me falta todavía, eso me da cierta impotencia al saber que ya habrá millones de libros que nunca podré leer. También soy un gran lector de diarios y revistas. Ya sea en soporte papel o la edición virtual. Leyendo me siento feliz. Aprendo. Tengo sed de conocimiento. Me da placer. Con los libros viajo sin moverme del lugar. Descubro perlas. Transito lugares donde nunca estaré. Y hasta viajo en el tiempo hacia el pasado o hacia el futuro. La lectura es mi compañera desde niño y jamás me ha defraudado. Tan es así que en los momentos difíciles de mi vida supo mitigar mis dolores y me ayudó a superar los trances. En este mundo posmoderno, especializado y exigente la lectura es la base de la sociedad del conocimiento; pero cuidado, porque leer despierta conciencias y menos personas pueden ser engañadas. Ya lo decía Sarmiento "el saber es riqueza y un pueblo que vegeta en la ignorancia es pobre y bárbaro" y eso rige también para las personas. Si la lectura fuera patrimonio de todos, sin duda que este mundo sería un lugar mejor para vivir y no se cometerían tantas atrocidades. No en vano el Evangelio de San Juan dice que "en el principio era el Verbo": la palabra, el logos, y la palabra está en los libros y los libros están para leerlos. A los lectores del mundo, salud. Y a los que no lo son todavía están a tiempo para unirse a la cofradía. (*)Escritor - Valcheta. |
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23 de Septiembre, 2013
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POEMAS |
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 ARBOL
BUENO
Jorge
Castañeda
Valcheta
RN
Yo he visto crecer tus raíces
Y tus ramas, árbol bueno.
Y acopar con tu follaje
En un pedazo de cielo.
Sentado bajo tu sombra
He visto pasar mis sueños
Y al milagro de tus hojas
Hablar de un mundo perfecto.
Compañero de los pájaros
Que te brindan su concierto
Le ofreces refugio y abrigo
Como un verde caballero.
La corteza de tu piel
Me cuenta de tus secretos
Y tienes una frescura
Como de bosques despiertos.
El agua que te sustenta
Deja su rumor contento
Cuando por el canal pasa
Con urgencias de viajero.
Cuando estoy en tu regazo
Tu savia en mis venas llevo
Qué no te talen los hombres
Buen amigo, compañero.
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18 de Septiembre, 2013
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CRÓNICAS |
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Publicado en Long Island al día -New York -USA
EL OLVIDO DE SER SESOSTRIS VITULLO Lialdia.com / Hace ya sesenta años que moría en Paris, de hambre, de olvido y de miseria, ante la indiferencia del mundo, el gran escultor argentino Sesostris Vitullo.
¿Quién era este hijo de inmigrantes italianos, el primero de catorce hermanos, que abrió los ojos a la vida en el porteño barrio del Abasto? Ante su deceso, su mujer Marie, escribiéndole a Ignacio Pirovano le dice que murió “por causa de su estómago contraído, la decepción sufrida por el desinterés y frialdad de sus contemporáneos y por el mal de Cilicoce”. Algunos pocos artículos –hoy casi inhallables- se han referido a este artista y a su obra: esculturas en piedra. Sesostris es otro de los grandes olvidados de la cultura nacional. La autobiografía de Vitullo glosa que “Adolescente, frecuentaba los talleres de las corporaciones de arquitectos, escultores, carpinteros y cerrajeros venidos a la Argentina para construir los bastimentos y fachadas de las casas al estilo francés. Yo me enteré no mal a través de ellos del gran tema del arte, la vida de los atelieres de París, sus opiniones sobre escultores como Rude, Carpeaux, Rodín: todas estas inquietudes se agrandaron en mí hasta que sentí el deseo de tallar, de esculpir la dura materia que más resistía al esfuerzo del hombre, llegando a desasosegarme”. 
Orlando Pierri deja un verdadero retrato de Sesostris en París: “Unos golpes imperiosos llamaron a la puerta de mi atelier en Montparnase. Di paso a un hombre muy apuesto y bien vestido, que me hablaba en francés. Al pronto descubrí en su acento que era argentino; me quería conocer y se presentó como Sesostris Vitullo. La visita se prolongó hasta bien entrada la noche. Compartió lo poco que con mi mujer podíamos ofrecer: una taza de té, y algunas galletas. Fuimos caminando hacia su taller. Sus obras estaban tapadas por lienzos y cada una de ellas, al descubrirla, nos ponía en contacto con la obra de un genio. Aquel taller era un templo aunque su oficiante comía raíces y, en los mejores días, algo de polenta. Recién cuando las emociones lograron calmarse en mí distinguí que su ropa estaba constituida por un zurcido total, pero impecable en cuanto aseo y planchado. Más tarde yo mismo encargaba a mis amigos que viajaban a París, llevarle ropas, calzado y la yerba mate de la que Vitullo no podía prescindir. Por ese entonces los paquetes de yerba incluían dos círculos de madera como embalaje y más de un tondo de Vitullo está tallado de ese material. También usaba la tirantería de las demoliciones y hasta llegó a desguazar la mesa de cocina, la única, del austero mobiliario qu7e su familia tenía”. El escritor Abel Posse, diplomático a la sazón por aquellos años en la embajada argentina en Paris, hace mención en su última novela “El lobo” sobre las peripecias de Vitullo y la miseria en que vivía, a pesar de ser uno de los grandes escultores argentinos. Sin embargo es a Orlando Barone a quién debemos un excelente texto sobre las peripecias de una de sus esculturas más famosas, publicado en la revista CRISIS Nº 2, en Junio de 1973. “En 1950 Salvador María del Carril, por entonces encargado de negocios de la Argentina con Francia, consultó con Horacio Pirovano la posibilidad de encargarle a Sesostris Vitullo un monumento a Eva Perón. Según el consejo de Pirovano no había argentino más capaz para la tarea” “Al recibir el pedido Vitullo comprendió que no podía afrontar el trabajo sin conocer algo más de Eva Perón. Le pidió, pues, a su amigo Pirovano que le informe sobre Evita. Luego de cambiar varias cartas Vitullo creyó conocer lo necesario para intentar la obra”. “He comprendido todo. Eva Perón Arquetipo Símbolo. Libertadora de las razas oprimidas de América. La veo como un mascarón de proa rodeada de laureles. Este párrafo de una carta que Vitullo envió a Pirovano sintetiza lo que habría de ser su criterio frente al monumento”. 
Arquetipo Símbolo “La obra fue terminada en 1952. Es piedra. Dos caras rodeadas de laureles: un perfil es Evita y el otro perfil indio. No hay regodeos, ni complacencias, ni demagogias. El artista resume en estos trazos severos y bellísimos lo que había comprendido sobre Eva Perón, y por eso su obra se llama “Arquetipo Símbolo”. “En ese año de 1952 Vitullo obtuvo un triunfo que solo consiguieron muy pocos artistas en el mundo: una exposición de sus obras en el Museo de Arte Moderno de París. En el catálogo figura “Arquetipo Símbolo”. Antes de llevarlo a la sala de exposición donde habría de exhibirse al público francés, el artista quiso hacer conocer su trabajo en la embajada argentina que auspiciaba la muestra. Personalmente eligió el lugar que instalaran el monumento a Evita, controló la luz, revisó los detalles. Su última obra”. “Las autoridades diplomáticas ven el monumento, no hay comentarios. Una extraña frialdad sorprende al artista. Pocos días después la piedra es retirada del lugar elegido por Vitullo. Es trasladada a un sótano”. “La exposición se clausuró sin que Vitullo consiguiera que la embajada remita al Museo el trabajo titulado “Arquetipo Símbolo”. Nunca lo recuperó”. Sesostris Vitullo, uno de nuestros grandes escultores que soportó la desidia y el abandono de sus contemporáneos murió pobre y olvidado un día del mes de mayo de 1953. Como otros tantos argentinos ilustres. Jorge Castañeda jorgecastaneda20032000@yahoo.com.ar Valcheta / Argentina Del Grupo de Editores |
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13 de Septiembre, 2013
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CRÓNICAS |
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  EL
ENCUENTRO
Jorge Castañeda
Valcheta (RN)
Mi padre nació en Choele Choel a la orilla del Río
Negro acunado seguramente como tantos otros por los vientos incesantes de la
Patagonia. Era nieto de don Miguel
Castañeda que con su esposa Manuela Castro arribaron procedentes de Carmen de
Patagones en el año 1882 y fueron aparte de pioneros los progenitores de una de
las familias más grandes y tradicionales del Valle Medio.
Mi abuelo –al cual no llegué a conocer- se llamaba
Salvador y falleció prematuramente a causa de una neumonía que contrajo cuando
salió a recorrer los postes del telégrafo una mañana fría y lluviosa de
invierno. ¡Es duro vivir en el Sur! La
tierra no permite debilidades y el clima es tan hostil que no perdona a nadie.
Sin embargo es cierto que de esa forma se va curtiendo el carácter de sus
pobladores, que llegan a amarla profundamente y no la cambiarían nunca por
otros lugares.
Sé que un buen día mi padre después de cumplir con sus
obligaciones patrias prestando servicios como conscripto en el Ejército
Argentino en Río Gallegos, (conservo algunas viejas fotografías donde se lo ve
a cargo de una ametralladora,) una vez licenciado empezó a trabajar en Agua y
Energía como maestro albañil y por uno de esos azares de la vida lo destinaron
a la cuadrilla de picapedreros que estaban realizando las obras de riego de la
colonia Valcheta. Cuando hoy recorro las chacras y veo esos canales de riego no
puedo menos que emocionarme.
Según me cuentan trajo de sus pagos un caballo pangaré
gargantilla que era casi todo su capital. Y también lo recuerdo vagamente
pulsando una guitarra criolla adornada con una cinta argentina en el clavijero
desgranando algún estilo o alguna milonga.
Acá según me han contado y algunas cartas amarillentas
que guardo amorosamente lo confirman sé que se enamoró de la hija de un árabe
que había nacido en el paraje de Nahuel Niyeu y que luego al fallecer sus
padres la trajeron a Valcheta quedando al cuidado de su tío, don Jacinto
Direne, dado que su mamá y la de éste eran hermanas. Y es así como se casaron.
Lejos de mi querido valle de Valcheta, un día 23 de
Agosto nací yo, porque para la ocasión
mis padres se habían trasladado a la ciudad de Bahía Blanca.
Una vez de regreso en el terruño mi padre deja el
trabajo en Agua y Energía y comienza a tomar obras por su cuenta como albañil,
que era su oficio al que llegó a amar y ejercer con una pasión envidiable. Aún
quedan viviendas levantadas por sus manos. Mientras tanto mi madre cosía y
tejía para ayudar a la economía familiar.
Por razones de los estudios primarios cuando yo tenía
cinco años deciden radicarse en Bahía Blanca y hacia allí partimos en tren.
Llevaban muchas esperanzas y sueños.
En esa ciudad nació mi hermano Miguel Ángel que
falleció hace algunos años en Villa Regina.
En Bahía Blanca pasamos largos años volviendo
solamente a Valcheta para las vacaciones o para algún acontecimiento familiar
destacado.
Allí yo hice la escuela primaria en dos escuelas, la
secundaria y los comienzos de la carrera de letras en la Universidad del Sur,
hasta que en el año 1973 definitivamente la familia vuelve a afincarse en el
Sur, debido a que papá había tomado el trabajo de las obras de arte sobre la
Ruta Nacional Nº 23, en ese entonces toda de ripio; y también porque la
violencia política de aquellos años aciagos hacía estragos en bienes y
personas.
El regreso a la vida pueblerina me devolvió a mis
amigos y a los entretenimientos propios de aquellos años: confiterías, clubes,
funciones de cine, militancia política, mi trabajo en la Municipalidad y largas
guitarreadas en las peñas que estaban tanto de moda.
Durante algunos años supe trabajar en la
administración del “Supermercado Carlitos”. Entre otras responsabilidades era
el encargado de llevar el stock de las mercaderías almacenada en sus galpones y
también supervisar la tarea de carga y descarga de los transportes de aquella
época.
Entre los peones para esa dura tarea que ocupaba
Carlitos Mortada, el propietario del comercio,
era infaltable un verdadero personaje del pueblo: Leandro Kusich.
Changarín por hora, muy conversador, sabedor de todas las novedades y de un
ingenio muy particular.
Varias veces me confiaba entre pícaro y chimentero que
yo tenía una hermana que vivía en el Valle Medio y que era hija de mi padre.
–Vos preguntale- me decía y se alejaba sonriendo.
Un día intrigado le pregunté a mis padres y disiparon
toda duda diciéndome que eran mentiras y que no hiciera caso a esos comentarios
que no tenían ningún asidero y más por venir de alguien tan fabulador como era
Leandro.
Pasaron los años: me casé con Irma, mi compañera de
vida, tuve dos hijos y dos sobrinos hijos entrañables. Hoy hasta somos abuelos.
Un aciago día que siempre recuerdo con tristeza el
teléfono fijo con una llamada desde Buenos Aires me dio la infausta nueva:
había fallecido mi padre en un accidente, cuando un tren arrolló al auto en el
cual se desplazaba con un amigo. Una gran desesperación. Mamá estaba sola y
sola afrontó todo lo relativo a los trámites para trasladar su cuerpo hasta
Valcheta. Y yo sufrí la primera gran pérdida de mi vida.
Años después, enferma del corazón, también mi madre
estaba aprestada para el gran viaje. Una tarde me llama a su lecho y me dice
que me tiene que contar una confidencia. Que si algún día llamaba o se
comunicaba conmigo una señora diciendo que era hermana mía, que eso era cierto,
que la había tenido mi padre antes de conocerse con ella. La gran revelación me
hizo acordar de Leandro, que también había fallecido unos años antes.
Y así, con sus sueños y siempre extrañando a papá, una
mañana muy triste también mamá, la buena, fuerte y trabajadora de mi madre, nos
dijo adiós desde una sala del Hospital de Valcheta.
Con Miguel Ángel ahora sabíamos que teníamos una
hermana, pero ¿Cómo encontrarla?
Un día por esta maravilla de los correos electrónicos
recibo uno que era de una joven profesional radicada en el Sur y me dijo que su
madre, mi hermana, quería conocerme y no se animaba. Que ellos sus hijos –mis
sobrinos- estarían felices si nosotros nos juntábamos. Habían localizado mi
correo por mi blog. Yo muy emocionado le dije que eso era verdad y le conté la
parte que yo sabía y que también quería conocerla.
Así para una Fiesta de la Matra, Elvira Serra, mi
hermana, vino a casa y recuperamos los años perdidos con gran afecto y amistad
entre nuestras familias.
Cuando mi hermano ya estaba muy grave en Villa Regina,
con Elvira lo acompañamos hasta sus últimos momentos.
Mi hermana es muy buena cocinera, enfermera jubilada,
pintora de cuadros por vocación y una gran persona. En el balneario de Las
Grutas cuando nos juntamos parte de las dos familias somos como quince o más.
Me viene a visitar y visita a mis dos hijos que estudian en Bahía Blanca. Nos
queremos mucho.
Yo pienso que la vida tiene estas cosas: a veces nos
quita, pero también como en mi caso nos devuelve y con creces lo que nos ha
quitado.
Yo recuperé a mi hermana después de tantos años y
ambos hoy disfrutamos de este tiempo nuevo que Dios nos ha concedido. Y eso no
es poca cosa.
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19 de Agosto, 2013
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CRÓNICAS |
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LA PARTIDA DE NACIMIENTO DEL LIBERTADOR En estos momentos en que ciertos historiadores han difundido distintas versiones sobre la filiación del General don José de San Martín es importante reproducir un documento inapelable publicado en el año 1921 por Fray Reginaldo de la Cruz Saldaña Retamar, S.O.P. en la revista de los domínicos de la ciudad de Buenos Aires “Ensayos y Rumbos” que textualmente dice: “En veintiséis días del mes de Febrero de mil setecientos y setenta y ocho años, yo el infrascripto, Fray Francisco de la Pera, Orden de Predicadores, cura doctrinero de Ntra. Sra. De los Reyes de Yapeyú, misiones del Uruay, bauticé, puso óleo y crisma al párvulo blanco Franco. Joseph, nacido en el día de ayer, hijo legítimo del capitán y teniente gobernador de este departamento y de su jurisdicción por S. Mag. (q.D.gda.) Don Juan de San Martín, natural de la Villa de Cervatos, en el reino de León, y de Doña Gregoria Matorras, natural de Buenos Aires (sic). Fueron sus padrinos don Cristóbal de Aguirre y doña Josefa de Matorras, a quienes advertí su cognación espiritual. Por verdad lo firmo, Fray Fco. De la Pera”. Sobre la misma el historiador Fermín Chávez observa que el sic intercalado por el copista se explica porque Gregoria Matorras era nativa de Paredes de Navas. UNA CARTA AMARGA El 1º de febrero de 1834 San Martín escribió una carta a su amigo Tomás Guido desde su exilio en Francia que muestra su pensamiento sobre los problemas de la Patria en esos momentos: “Ya es tiempo de dejarnos de teorías que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades, los hombres no viven de ilusiones sino de hechos. ¿Qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país de libertad, si por el contrario se me oprime? ¡Libertad! Désela a un niño de dos años para que se entretenga por vía de diversión con un estuche de navajas de afeitar, y Ud. Me contará los resultados. ¡Libertad! Para que un hombre de honor se vea atacado por una prensa licenciosa sin que haya leyes que lo protejan… ¡Libertad! Para que si me dedico a cualquier género de industria, venga una revolución que me destruya todo el trabajo de toda una vida… ¡Libertad! Para que se me cargue de contribuciones a fin de pagar los inmensos gastos originados porque a cuatro ambiciosos se les antoja por vía de especulación hacer una revolución y quedar impunes. Maldita sea la tal libertad, ni será el hijo de mi madre el que vaya a gozar de los beneficios que ella proporciona hasta que no vea establecido un gobierno que los demagogos llamen tirano y me proteja de los bienes que me brinda la actual libertad. Convenga Ud. Que a 53 años no puede uno admitir de buena fe el que le quieran dar gato por liebre. El hombre que establezca el orden en nuestra Patria, sean cuales sean los medios que para ello emplee, es el solo el que merecerá el noble título de su libertador”. UNA FIESTA EN LA CASA DE LOS ESCALADA “La fiesta tenía un contenido patriótico y se daba en casa de la familia Escalada. San Martín comprometió su presencia. Esa noche las luces de todas las arañas de la gran casona, ubicada en la calle de la Catedral, brillaban en todo su esplendor. Todos los detalles habían sido cuidados por sus dueños. Asistía la plana mayor del Regimiento de Granaderos a Caballo. San Martín, austero y callado, no tenía excusa para dejar la reunión que estaba en pleno. Llamó la atención de los asistentes, pues se lo vio atender y bailar repetidas veces con una niña que parecía una heroína salida de un cuadro griego. De bellos y profundos ojos negros que contrastaban con la transparente blancura de su tez, delgada y no tan alta. No ocultaba la fragilidad del cuerpo, bajo las profusas caídas del vestido, abultado en superposición de telas y de gasas. San Martín, que no pensaba en otra cosa que en su Regimiento, se enamora de una niña mujer, que por su edad (14 años), fortuna y rango social, se convertía en la novia ideal. El tenía 34 años de edad, entre delgado y un poco alto, de tez morena, ojos profundamente oscuros y ademanes elegantes”. LOS MOTIVOS DEL EXILIO Una carta del Libertador a su amigo O’Higgins pone de relieve algunos datos que explican su decisión de exiliarse en Europa. Desencantado le escribe que “se me han es camorreado ocho cartas más que las tengo escritas desde mi salida de América; esto no me sorprende, pues me consta que en toda la administración de Rivadavia, mi correspondencia ha sufrido una revista inquisitorial la más completa. Yo he mirado esta conducta con el desprecio que merecen sus autores”. Y agrega que “confinado en mi estancia de Mendoza, y sin más relaciones que con algunos de mis vecinos que venían a visitarme, nada de esto bastó para tranquilizar la desconfiada administración de Buenos Aires; ella me cercó de espías, mi correspondencia era abierta con grosería, los papeles ministeriales –siempre Rivadavia- hablaban de un plan para formar un gobierno militar bajo la dirección de un soldado afortunado, etc., en fin, yo vi claramente me era imposible vivir tranquilo en mi Patria interin la exaltación de las pasiones no se calmase, y esta certidumbre fue la que me decidió pasar a Europa. Quedan en el tintero muchos otros escolios relacionados con la vida y obra del general José de San Martín (la donación de su sable a Juan Manuel de Rosas, su pertenencia o no a la masonería, entre otros) pero los cuatro precedentes que sirvan a manera de homenaje ante un nuevo aniversario de su fallecimiento. Jorge Castañeda Escritor – Valcheta |
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05 de Agosto, 2013
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CRÓNICAS |
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Hace ya casi cuarenta años fallecía en mi ciudad natal de Bahía Blanca uno de los más grandes escritores y ensayistas que ha dado nuestro país: Ezequiel Martínez Estrada. Pobre y olvidado pasó sus últimos años recluido y enfermo en su casona de la Avenida Alen. Era tal vez la conciencia de la patria o como a él mismo le gustaba decir “un ídolo en desgracia”. Siempre que visito Bahía Blanca y que paso por la que fue su casa no puedo menos que emocionarme al pensar que don Ezequiel vivió en ella el desencanto de haber sido una voz en el desierto. Y para el mayor de todos los oprobios “una voz profética”. Pero ya se sabe que los profetas pagan muy caro la osadía de decir las cosas que a nadie le gusta escuchar. Y menos en este país en decadencia. Y menos aún a los dueños del poder y sus aduladores. Sufrió en carne propia todas las humillaciones imaginables por el solo pecado de decir su verdad, desde “las miserias de preparar las comidas por sí mismo y alimentar a los pájaros”, cosechar los vituperios de sus contemporáneos en el mundo de las letras, el encarnizamiento o lo que es peor del silencio de casi toda la prensa sobre su obra literaria, malvivir económicamente con el cobro de una jubilación miserable que completaba con algunas colaboraciones ocasionales en la revista “Cuadernos Americanos”, que le pagaba dos dólares y medio por cada página, hasta la “sanción artera” que le infligieron cuando lo rebajaron en el servicio en Correos y Telecomunicaciones, “donde se abrieron ante sí meses de pesadillas”. En un reportaje que le concedió a Tomás Eloy Martínez tres meses antes de fallecer le dijo con voz destemplada que “desde hace años la Argentina está en manos de los usurpadores. A partir de 1930, hemos vivido con tres ruedas sobre los rieles y una cuarta en el aire. La cuarta rueda es el símbolo de aquellos períodos efímeros en que contamos con un gobierno supuestamente legítimo que era de inmediato derrocado”. Y con palabras más lapidarias que las del profeta Ezequiel apostrofó diciendo “¡Pobrecitos, pobrecita gente! Cuando tuvimos un gran hombre como Hipólito Yrigoyen o Juan Perón o era un incapaz o era un canalla”. Y le dijo a su mujer: “Si tengo que hablar, Agustina, no debo mentir”. En esa tarde de Bahía Blanca todavía resuenan las palabras del escritor relativas a esta tierra de los argentinos donde nada parece haber cambiado: “Estamos muertos de silencio. Todos en mi país saben tanto o más que yo, pero tienen la sagacidad de callarlo. En la conspiración está comprometido el ochenta por ciento de los argentinos. El único tonto fui yo, porque me atreví a revelar el secreto de nuestra desgracia”. Y con una clarividencia y lucidez asombrosa desenmascara a “los tratadistas de Derecho que no han señalado con el dedo las usurpaciones políticas; los jueces que han abrazado la corrupción general como si fuera una cruzada patriótica y los profesores de literatura que cuando ven luchar a un hombre como yo, se le arrojan encima para que sus amos le ofrezcan un poco más de carne”. Escribe Eloy Martínez que “por miedo, el viejo había renunciado a seguir leyendo los periódicos después del asesinato de John Kennedy, había aceptado la inmovilidad y el retiro como un signo místico de su indignación y no encontraba en la vida otro sentido que hablar en nombre de los ofendidos y de los humillados”. Decepcionado –cuenta Eloy Martínez- “negó toda salida a las tragedias argentinas. Para encontrarla se debería conocer el mapa de la cárcel donde estamos confinados. Si lo tuviéramos, podríamos matar al gendarme. Pero no hay mapas. Quizá ni siquiera hay gendarmes. Todo lo que nos queda, entonces, es sentarnos a la puerta de nuestra celda y ponernos a llorar”. Murió Ezequiel Martínez Estrada un 3 de Noviembre de 1964 y al cementerio de Bahía Blanca “no lo siguieron sino unos pocos deudos y los caudalosos pájaros que siempre trae el verano. Los diarios fueron mezquinos al describir su talento y enconados al evocar su rebeldía”. Pero ha quedado el fruto de su talento y entre su vasta obra tanto en prosa como en verso dos mojones del pensamiento nacional: “Radiografía de la pampa” y “La cabeza de Goliat”. Sería bueno volver a ellos para mirarnos en nuestro propio espejo e interpelarnos todos los argentinos por este bendito país que todavía no supimos conseguir. Jorge Castañeda Escritor – Valcheta |
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25 de Julio, 2013
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POEMAS |
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ME
VOY PARA PAJA ALTA
Jorge
Castañeda
Valcheta
Cuando pasa el aguacero
Y todo se queda en calma
Si algún amigo me lleva
Yo me voy para Paja Alta.
Qué bonito es el paraje
Con la gente que trabaja
Y la lluvia que ha dejado
Olor a tierra mojada.
Un arado y un tractor,
Herramientas de labranza
Y el sol que quiere asomar
Rodeado de nubes blancas.
En este valle menor
La vida se asoma y canta,
Y el aire se vuelve claro
Mientras los pájaros pasan.
Fue tierra de los tehuelches
Porque dejaron su estampa
Y también la bautizaron
Con el nombre de Paja Alta.
Su gente sabe esperar
Y no pierde la esperanza.
Porque aguantan la sequía
Al mal tiempo buena cara.
Qué bonito está el paraje
Su gente de mano franca
Habrá que andar el camino
Para llegar a Paja Alta.
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22 de Julio, 2013
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POEMAS |
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CANTO
AL BAJO DE RAMOS
Jorge Castañeda
Valcheta (RN).-
Pueblo nacido del tren y acunado por los vientos
Donde se acaba la estepa y nacen las vertientes
Te miraron los basaltos calcinados y sedientos
Y la vida se hizo un canto al lado de los durmientes.
Convertido en mirador del vergel y sus asientos
Con las pinturas rupestres de los pueblos pre
existentes
El edén se hizo comarca y te brindó sus acentos
Para regar el páramo y bendecir las simientes.
Yo canto al bajo de Ramos en sus mejores momentos
Al pie de Somuncurá abonando sus nutrientes.
Han de glosar los cantores la savia de tus sarmientos
Y más lindo será el sol rojizo de tus ponientes.
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19 de Julio, 2013
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CRÓNICAS |
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Publicado en http://lialdia.com/2013/07/la-amistad-en-la-literatura-argentina/
La amistad, como no podía ser de otra manera, es uno de los temas más tratados y recurrentes de la literatura universal. En lo que nos corresponde a los argentinos el tema de la amistad ha estado presente ya sea en el contexto de toda una obra o en pasajes de otras alcanzando páginas de gran lirismo y calidad, que ya integran el canon clásico de nuestra literatura. Tal vez la primera obra y la más importante que refleje esta hermosa cualidad de los seres humanos sea el Fausto de Estanislao del Campo. Como es sabido en agosto de 1866, “Estanislao del Campo asistió a una representación del Fausto de Goethe y pensó en la extrañeza que esa ópera produciría en un gaucho; esa misma noche compuso el primer manuscrito de su poema. Éste, como se sabe, registra el diálogo de dos gauchos, uno de ellos, que ha presenciado la ópera la refiere a su amigo como si se tratara de hechos reales”. Hay en los versos de Estanislao del Campo hermosas descripciones del paisaje que ya son parte de casi todas las antologías de nuestra literatura y descripciones camperas que han provocado verdaderas polémicas como aquella del “overo rosao para sofrenarlo en la luna”. Jorge Luis Borges escribe al respecto que “Pasan las circunstancias, pasan los hechos, pasa la erudición de los hombres versados en el pelo de los caballos; lo que no pasa, lo que tal vez nos acompañará en la otra vida, es el placer que da la contemplación de la felicidad y de la amistad. Y ese placer, quizá, no menos raro en las letras que en la realidad corporal, es (lo sospecho) la virtud central del poema. Lo admirable es el diálogo, es la clara y resplandeciente amistad que se trasluce”. Y Borges le dice al poeta: “Dicen que en tu voz no está el gaucho, hombre que fue de un plazo en el tiempo y de un lugar en el espacio, pero yo sé que están en ella la amistad y la valentía, realidades que serán y fueron y son”. El siguiente caso que nos interesa es de uno de nuestros grandes escritores que sí conocía realmente el campo y las faenas rurales: don Ricardo Güiraldes. Mucho se ha escrito sobre su célebre libro “Don Segundo Sombra”, pero nuevamente la gran protagonista de todo el libro es la amistad entre el experimentado resero que es don Segundo y Fabio Cáceres que desde muchacho lo acompañó en sus aventuras por la pampa. Al despedirse de su querido padrino Fabio expresa que “Sobre el punto negro del chambergo, mis ojos se aferraron con afán de hacer perdurar aquel rezago. Inútil, algo nublaba mi vista, tal vez el esfuerzo, y una luz llena de pequeñas vibraciones se extendió sobre la llanura. Centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos, di vuelta a mi caballo y, lentamente me fui para las casas. Me fui, como quién se desangra”. En su Martín Fierro también José Hernández nos ha legado algunos de los versos más hermosos y sentidos sobre la amistad. Amistad entrañable entre dos hombres de coraje como fueron Fierro y el sargento Cruz que muere de contagiado de viruela en las tolderías. Y vale por su belleza transcribir las sextinas de Hernández al respecto: “El recuerdo me atormenta/ se renueva mi pesar/ me dan ganas de llorar/ nada a mis penas igualo/ Cruz también cayó muy malo/ ya para no levantar. Todos pueden figurarse/ cuánto tuve que sufrir/ yo no hacía sino gemir/ y aumentando mi aflicción/ no saber una oración/ pa ayudarlo a bien morir. Lo apretaba contra el pecho/ dominao por el dolor/ era su pena mayor/ al morir allá entre infieles/ sufriendo dolores crueles/ entregó su alma al Criador. De rodillas a su lado/ yo lo encomendé a Jesús/ faltó a mis ojos la luz/ tuve un terrible desmayo/ caí como herido del rayo/ cuando lo vi muerto a Cruz”. La amistad como decíamos es tema recurrente en toda la literatura y si la tomamos en forma corporal y ya no de ficción debemos citar a dos amigos escritores que fueron entrañables a pesar de sus grandes diferencias: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Por: Jorge Castañeda
jorgecastaneda20032000@yahoo.com.ar |
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17 de Julio, 2013
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DATOS y NOTICIAS |
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CASTAÑEDA
DESIGNADO EMBAJADOR INTERNACIONAL DE AIPEH
El escritor de Valcheta Jorge Castañeda ha sido
designado Embajador Internacional para la región patagónica de la International
Asociation of Hispanic Arts and Cultura (AIPEH) con sede en Orlando, Florida,
en los Estados Unidos y que preside la académica Palmira S. Urbiñas.
Esta institución cultural tiene entre sus propósitos
“desarrollar, divulgar y promover las artes y el talento artístico en todas sus
expresiones” uniendo de esta forma al talento de los creadores en el mundo
hispano. Entre sus actividades realiza premiaciones internacionales, concursos
artísticos, exposiciones, recitales y demás actividades afines.
Cuenta además con capítulos correspondientes en New
York, Puerto Rico, Miami, República Dominicana y Chicago.
Castañeda, que pertenece a varias instituciones
culturales de diferentes países del mundo expresa que es una gran
responsabilidad representar a AIPEH en esta vasta región que es la Patagonia,
donde también hay una gran capacidad creativa y verdaderos talentos en las más
variadas disciplinas de la actividad cultural que merecen ser promocionadas y
puestas en la vidriera de asociaciones internacionales como este caso de Arte y Cultura Hispánica.
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SOBRE MÍ |
Jorge Castañeda
Escritor nacido en Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires) el 23 de Agosto de 1.951, se radicó desde el año 1953 en la localidad de Valcheta, Pcia. de Río Negro.
Entre sus obras publicadas pueden citarse, entre otras, "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico", "Arturo y los soldados", "Como Perón en el cuadro", "Poemas cristianos", etc.
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AL MARGEN |
Jorge Alberto Castañeda |
Escritor y periodista de Valcheta, localidad ubicada en la Patagonia Argentina |
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