Seguramente que quién transite los parajes de la Región Sur saldrá como Megafón –el genial personaje de Marechal- “con los ojos reventados de imágenes”.
En el interior rionegrino hay a la intemperie de todos los designios una treintena de pueblitos que agrupa a los crianceros de la región y sus familias, con su pequeña escuelita, a veces un destacamento de policía y con más suerte una salita de primeros auxilios.
Los caminos vecinales para acceder a los mismos están intransitables. Ni por caridad (esa virtud teologal que engendra fe y esperanza) algún funcionario sensible se acuerda de enviar alguna máquina. Pero hablan de inclusión, de justicia social y de otras entelequias que ni ellos mismos creen.
Tuvieron sí, hace algunos años, sus momentos de esplendor cuando un mandatario cabal como Mario José Franco llegó a cada uno de esos parajes con la transformación de su gobierno: escuelas albergues (hoy ignominiosamente cerrados) energía eléctrica, puestos sanitarios, entrega histórica de títulos de propiedad, créditos tutelados para la compra de lanares o vacunos, pero en especial con su presencia para conversar con los pobladores y atender sus necesidades, las que luego derivaba a sus ministros y secretarios. Y siempre tenían respuestas. Sin embargo los liliputienses que nunca faltaron lo criticaban porque solía llegar acompañado por la banda de música de la policía, como si fueran rionegrinos de tercera.
Aparte don Mario no hablaba ni obraba de oído: Mario Franco conocía cada paraje como la palma de su mano y también a la mayoría de los vecinos. Era otro más con ellos y nunca los olvidó. Así de alguna forma también lo fue el entonces gobernador del Territorio el Ing. Pagano.
Hoy a más de cuarenta años la realidad de los parajes es otra. Hasta las condiciones climáticas parecen haberse ensañado con los pequeños productores diezmando sus majadas y llevándose hasta la esperanza. El viento que levanta remolinos de polvo, el olvido y la pobreza que nunca viene sola.
En materia sanitaria a veces no hay ni siquiera una ambulancia para el traslado y el enfermo debe ir en la camioneta de algún vecino, si tienen la suerte de disponer del dinero para el combustible.
En lo que a educación respecta el ajuste ha recaído en forma brutal sobre los parajes. Decisiones tomadas desde los despachos ministeriales que no contemplan el futuro de los niños del interior rionegrino.
El programa de control de la hidatidosis por razones meramente económicas no se hace más o se hace a los ponchazos, como casi todo en esta bendita provincia.
No hay una política uniforme en el control de plagas. Y el Ente para el Desarrollo de la Línea y Región Sur (en cuyo territorio están asentados la mayoría de los parajes) está paralizado con fuertes problemas internos, denuncias por maltrato, gastos burocráticos por afuera del Directorio y prácticamente desentendidos de la problemática de toda la zona.
Estas cosas sinceramente no parecieran importarles mucho a los actuales funcionarios. Están en otra: en sus mega sueldos, con el nepotismo de los cargos para parientes y amigos, con sus privilegios de casas alquiladas que paga el estado, con sus viajes en avión o en cómodos vehículos de alta gama.
No todos, porque generalizar es malo y también hay algunos que se comienzan a solidarizar con estas situaciones y a obrar en consecuencia.
Es lo que se espera de ellos; que no se olviden que están ejerciendo los cargos provinciales por el mandato de quienes los han votado y que esperaron de su gestión tiempos mejores.
Los hombres y mujeres que aún viven y trabajan en los parajes son dignos de todo encomio. Son la parte oculta de esa Argentina invisible que soñó Eduardo Mallea en alguno de sus libros.
Esos pobladores, esos argentinos, -al decir del escritor- “que llevan en el corazón el sentimiento severamente exaltado de la vida, las manos con el gesto de dar y la espera eternamente presente en sus pupilas”.
A esos hombres y mujeres que viven cotidianamente en los parajes les debemos respeto, admiración y solidaridad. Por todo lo que han dado. Por esa idea de limpia grandeza de su tierra. Por soportar en silencio “la depredación llevada a cabo contra sus conciencias y por el asalto y la violación de su domicilio moral”.
En lo personal debo agradecer a los muchos lectores que me alientan para seguir escribiendo sobre estos temas y también puedo decir como Mallea que “después de intentar durante años paliar mi aflicción inútilmente, siento la necesidad de gritar mi angustia a causa de mi tierra, de nuestra tierra”, en este caso la región sur de Río Negro.
Porque algo debemos debe hacer. De cada uno es la responsabilidad. Sino, literalmente, que el último apague la luz.
Solía decir Carlos Di Fulvio “que al ver tanta pobreza el corazón le dolía”. Seguramente no se refería a la Región Sur de Río Negro, pero nuestro cantor local Rubén Tatano Lucero en uno de sus temas a la meseta de Somuncurá escribió que hay “unos ranchitos, hilachas del monte al viento y al sol. Si vieras Diosito la inmensa pobreza de aquellos paisanos que son del lugar”.
¿Cómo –me pregunto- el cronista, el poeta, el periodista, debe hacer para transmitir el infortunio del poblador rural de Río Negro? ¿De dónde sacar las palabras para reflejar la situación por la que atraviesan los hombres de campo? ¿Cómo se puede hacer para conmover el corazón de los políticos y de los técnicos?
Los productores de la zona están cansados. Han comenzado a bajar los brazos. De majadas de tres mil ovejas hoy con mucha suerte quedan doscientas. Unas pocas chivas, algunos yeguarizos y donde se puede vacas. Pero no hay agua: las aguadas están secas, en las lagunas los torbellinos de tierra levantan nubes de polvo. Da lástima tanto penar. Las osamentas de los animales van jalonando los campos con una impotencia que parece a nadie le importa.
Van para diez años de sequía y hace cuatro meses que no cae una sola gota de agua. Las plagas se enseñorean diezmando aún más los pocos animales que quedan. Y los camiones aguateros desfilan por los polvorientos caminos para tratar de salvar algo. Ese algo que es la subsistencia de una familia, la escuela de los chicos, las expectativas de una vida mejor.
¿Cómo explicarle a ese poblador que no se debe abandonar los campos? ¿Cómo decirle que hay que esperar tiempos mejores? ¿Cómo hacerle entender que se seguirán haciendo estudios para buscar agua? ¿Quién atiende sus reclamos? ¿Cómo decirles que para hacer un viaje al pueblo en combustible tienen que gastar el trabajo de dos meses? ¿Quién les explica de cepos cambiarios, del precio del dólar blue o de devaluaciones a quién tiene los bolsillos vacíos?
A veces pareciera que la sequía que más duele es la otra. Esa que se enquista en los despachos de los ministerios y de las secretarías. La que ha secado los sentimientos del corazón de los hombres y mujeres, la que rige con la indiferencia, la postergación y el olvido. La que campea en los expedientes y en el rigor impositivo de los recaudadores. La que hace política barata con los subsidios, la que se instala cada cuatro años en las boletas electorales, la que viaja con las comitivas y exalta las promesas desmerecidas de siempre, la que vive en forma permanente llenando planillas y haciendo medulosos estudios que siempre terminan en nada.
La esperanza del poblador rural está tan deteriorada como los caminos vecinales, donde una máquina no pasa ni por casualidad.
Nadie puede venir a poner la oreja a los pobladores de la Línea Sur porque de eso ya están cansados. Cambian los nombres y recurrentemente vienen con buenos viáticos y mejor pitanza a escuchar lo que ya saben de memoria. Aparte, señores, de tomar contacto con la realidad, de analizar la problemática, de implementar programas que nunca han dado resultados, ya están todos hartos, pero como al hombre de campo le sobra prudencia escuchan las letanías y no dicen nada. Porque a las palabras en estas regiones perdidas de la mano de Dios se las lleva el viento.
¿Cómo afrontarán las clases los niños de la meseta? ¿Habrá precios cuidados para tanto abandono? ¿Importaran algo o serán un número más del ajuste educativo que cierra cargos y escuelas? ¿Cuándo entenderán, muchachos, que el problema no es una cuestión numérica o de matrícula sino de atender con cierta equidad y justicia a todos los ciudadanos por igual? ¿Adónde enviar a esos niños, aunque sean pocos? ¿Qué residencias escolares recibirán tanta inequidad, tanto oprobio?
Saber estas cosas y no decirlas a veces es traición a la patria. Es mirar para otro lado y saberlas y no hacer nada es pecado de omisión, el más terrible de todos. Y ¡hay de aquellos que tienen responsabilidades y por no comprometerse asienten y callan!
Pero deberán recodar los rostros de los hombres y mujeres del interior rionegrino porque los interpelaran para siempre, tal vez no les quiten el sueño ni les mermen sus abultados sueldos,
pero tendrán una dignidad difícil de encontrar, que ellos no conocen ni por asomo.
Hablan de compromiso político pero se olvidan que el mayor compromiso es con el prójimo, con la vida, con los valores y con la inocencia de la gente.
No es el tiempo para los tibios y para los timoratos. El toro hay que agarrarlo por las astas. Hoy y ahora es el tiempo. Y con decisiones, porque se sabe: mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar. Así, tan simple. Sin conferencias de prensa, sin bombos ni platillos.
Lo de la sequía es lo de menos. Puede seguir sin llover. Pero lo que es realmente importante es tener funcionarios sensibles y ejecutivos, compatriotas solidarios, periodistas valientes que hablen de estas cosas, un pueblo fraterno y así la historia se podría escribir de otra manera.
El
Gualicho, soledades de piedra y distancia donde el cloruro de sodio enloquece
los ollares de las bestias y se enseñorea en una de las salinas más grandes del
país. Enorme planicie cuya depresión alcanza los 72 metros bajo el nivel del
mar. Hasta los pájaros carroñeros se arrutan irremediablemente y las huellas se
pierden en la espesura chata de la estepa.
Todo
es silencio y antes fue mar. Por eso los restos del delfín picudo de Cuvier y
del Carcharadón Megalodón. Lugar donde al decir del cacique Casimiro “quedan
los osamentas” de hombres y de bestias.
El
Gualicho, donde está la Puerta del Diablo y la temible Salamanca que evitaban
tehuelches y mapuches. Viejos ritos para reverenciar al Mal. Para tener suerte,
para poder pasar sin inconvenientes, para no morir de sed.
“Dicen
que una chica se metió al Bajo del Gualicho y se perdió. Ni rastro de ella
encontraron. Nada. Nada. Se perdió cuidando ovejas. Porque antes se cuidaban los
animales a pie. No había caballos. Cuando yo era chica no teníamos caballos.
Después mi padre tuvo capital, y los compró en Río Colorado. Llevó tejido,
sobrepuesto, matra y los cambió. Se perdió la chica. Después dicen que la
encontraron petrificada arriba de un banco de sal. Los que la vieron se
asustaron y escaparon. Fueron a avisar al padre y a la madre, pero cuando
regresaron a verla ya no estaba. Ni rastros hallaron. Dicen que nadie podía
llegar allí. Corría viento y llovía. ¡Un temporal! La chica no apareció más.
Tenía que ser el Gualicho. Eso contaron por ahí. Nosotros sabemos esto por la
conversación de la gente que contaba todo. Se llama bajo del Gualicho porque el
diablo vive allí”.
Historias,
contadas de los paisanos que veces en estas regiones caídas de toda cartografía
“viajan del mito a la realidad”.
“El
13 de Marzo de 1932, en la “Laguna del Pisadero”, se encontraba don Macedonio
Belizán, con un arreo de vacunos, con destino a Viedma; Pío, se acampaba a unos
300 metros del camino que lo conducía a la casa; en lugar de tomar el camino,
Pío salió en dirección a la Laguna del Bagual, en el caballo “El Manchado”.
Este animal apareció tres días después. Observando, Pío lo había cambiado por
un tostado, con este caballo siguió con rumbo al Gualicho Chico, dos o tres
leguas más adelante, dejó, regresando hacia atrás por el paso de la Laguna del
Bagual, rumbo a Mancha Blanca. El conocía bien este paraje; de ahí que los
rastreadores nos confiáramos pensando que estaba en lo seguro; fue todo lo
contrario; el chico siguió para la laguna del Monte, donde su rastro se
confundió con el de tantos animales que andaban por la zona. Ante la
imposibilidad de seguir solos, los familiares, amigos y yo, que anduve día y
noche, a la cabeza del rastreo, pedimos ayuda oficial para la búsqueda a larga
distancia; todo el andar fue inútil. Tuvimos que aceptar que se perdió en la
“Puerta del Diablo”.
Los
estudiosos se preguntan al encontrarse allí “donde se juntan los caminos “en la
Patagonia profunda del Gualicho ¿Quién seguirá los pasos de Bernabé Lucero, el
salamanquero, para enfrentarse contra víboras y toros a cambio del don de tocar
la guitarra?
“Bernabé
Lucero conocía el Gualicho palmo a palmo; se fue encerrando en él, con su
lirismo, con su silencio, su música y los misterios de aquella morada del
diablo, al decir de las gentes. Algo sobrenatural se escondía sin lugar a dudas
en el alma de aquel huraño. Para los ignorantes de la supervivencia, son
brujerías. No para mí… desde un primer momento, presentí que un poderoso, como
rebelde espíritu mapuche había encarnado en esa vida, guiándolo por el secreto
de la música y el idioma de las soledades de piedra y arena. Pocas veces, o
ninguna, Bernabé hablo de su quehacer en las largas ausencias”.
Y
siguen las contadas en la prosa de los que dejaron testimonio del andar de
Bernabé en el Bajo más temible de todos los bajos.
“Bernabé
Lucero, sin escuela ni oficio, despertaba la admiración y el temor de quienes
lo escuchaban. Mariano Villalba fue uno de los que le pidió que le enseñara lo
que él había aprendido; Lucero le manifestó: -Yo te puedo transmitir lo mismo
que aprendí, pero tenés que venirte al cruce de los caminos una noche. Si sos
hombre de coraje… vas a aprender lo mismo que yo. Mariano Villalba, no fue”.
Dicen
que estaba desfalleciente debajo de unas plantas de molle en su Gualicho y que
repetía que los hombres como él debían morir de esa manera. Lo trajeron al
hospital de Valcheta y en ese momento se encontraba internado un nieto del
cacique Huenteleo. Lucero se acercó y le dijo: Vengo pa irme al chenque. Muchos
años después al lado de su sepultura creció una planta de molle, seguramente
para cobijar bajo su sombra la leyenda del salamanquero, que así debe morir.
“De
este modo –dice la escritora Josefina de Ballor- nos dejó el cantor más
misterioso del Gualicho, llevándose los secretos de sus noches, de sus ojos en
la lejanía y de su guitarra de embrujo, seguramente quedará la leyenda”. Y no
se equivocó.
Hoy
hay abundante bibliografía sobre Bernabé y el Gualicho: artículos, notas,
estudios, canciones, obras de teatro, guiones para un largometraje, pero sobre toda la magia incomparable de su leyenda que
persiste en cada viejo poblador que supo tratarlo y que está a la vuelta de la
esquina en cada rincón del pueblo de Valcheta.
JORGE CASTAÑEDA PREMIO A
LA TRAYECTORIA SELAE 2013 DESDE MILAN ITALIA
Con fecha 14 de Octubre el jurado compuesto por tres miembros del
Directorio de la Sociedad de Escritores Latinoamericanos y Europeos (SELAE) con
sede en Milán, Italia, ha dado a conocer los nombres de los ganadores del
Premio a la Trayectoria 2013 que distingue a personas o instituciones que no
hubiesen tenido un meritorio reconocimiento de su trayectoria y obra en su país
de origen o fuera de éste.
La Sociedad de Poetas Latinoamericanos y Europeos (SELAE) se enorgullece
del resultado de este llamado ya que se presentaron numerosas postulaciones a
las cuales se agradece su participación. y se felicita a los ganadores por ser
dignos representantes del arte y de la cultura en sus países y en el mundo.
En forma unánime el Premio a la Trayectoria SELAE 2013 fue para el poeta y
escritor argentino Jorge Castañeda y para el poeta cubano Luis Manuel Pérez
Boitel.
El jurado fue presidido por la Vice Presidente de la institución Marcela
Rodríguez Valdivieso.
El escritor de Valcheta manifiesta sentirse muy emocionado dado que es un
premio a la trayectoria literaria donde se ha tenido en cuenta la obra completa
de cada postulante. El recibir este premio compartido con el poeta cubano Luis
Manuel Pérez es una alegría. Y más al tener en cuenta que en ediciones anteriores
este premio fue entregado a la excelente escritora chilena Martilde Ladrón de
Guevara y al escritor guatemalteco Rafael Mérida Cruz Lezcano, dos figuras
emblemáticas de la literatura latinoamericana.
PALABRAS ANTE EL PREMIO SELAE A LA
TRAYECTORIA 2013
Agradezco
a las autoridades de la Sociedad de Poetas y Escritores Latinoamericanos
(SELAE) en la figura de su Presidente Julio Araya Toro, a Marcela Rodríguez
Valdivieso y a los integrantes del jurado que generosamente han calificado mi
obra literaria para otorgarme el Premio a la Trayectoria 2013, conjuntamente
con el poeta cubano Luis Manuel Pérez Boitel.
Si
uno aprecia la nómina de los prestigiosos escritores premiados en anteriores
ediciones, no puede sino sentirse muy emocionado y sobremanera estar a la altura del premio otorgado.
Pero
más que nada sentir la responsabilidad de seguir escribiendo con el corazón
abierto como hace ya cuarenta años cuando abracé este oficio maravilloso de la
palabra escrita.
“Los
idiomas nos hacen –decía Valle Inclán- y nosotros hemos de deshacerlos. ¡Vaya
tarea!!
Es
para mí una satisfacción compartir el lauro con un vate de Cuba, porque tengo
el corazón muy cercano a sus poetas y escritores, como a los de toda Latinoamérica.
Soy
un agradecido a Dios y a la vida que me ha dado este talento y a mi familia por
permitirme escamotear el tiempo de los afectos para dedicarme a escribir, el
oficio más solitario del mundo.
Espero
que mis textos contribuyan a “alegrar las horas de los lectores” y si eso es
así estaré satisfecho conmigo mismo al recibir este premio que lo dedico
especialmente a todos los poetas y escritores de esta remota Patagonia que
también sueñan y escriben.
Jorge Castañeda
Ciudadano Ilustre
de Río Negro
Cónsul de Poetas
del Mundo (Chile)
Embajador
Universal de la Paz UNESCO (Suiza)
Miembro Fundador
de Naciones Unidas de las Letras (Colombia)
La lectura tiene una importancia fundamental en la formación integral de las personas y los estados deberían bregar incansablemente para que su difusión alcance a las grandes mayorías. Sólo los pueblos ilustrados conocen su pasado, viven con plenitud el presente y están mejor preparados para aguardar las zozobras del futuro.
La lectura nos despierta la mente, nos educa, es la práctica más importante para el estudio, nos aporta conocimientos, nos da placer, nos interpela, nos enriquece, pero fundamentalmente nos hace mejores personas.
Sólo mediante la lectura podemos entender mejor las cosas que nos pasan. Ya sean libros de textos, de poesía, de ficción, ensayos o diarios y revistas. Dicen que Cervantes "leía hasta los papeles rotos de las calles".
Yo desde mi infancia fui formado por los libros. Mi alma se llenó de aventuras con Emilio Salgari, Julio Verne, Walter Scott, Miguel Cané, Juana de Ibarbourou, Alejandro Dumas y tantos otros autores que vendrían después. Cada uno de ellos me deja un deslumbramiento y al leer sus obras descubro verdaderos universos. Soy en lector compulsivo.
Para que los hijos sean lectores en nuestras viviendas debemos tener libros por todos lados y en todos los ambientes, hasta en el baño (no hay mejor lugar para leer que el baño) porque el libro sabe esperar hasta que alguien lo abre y una vez producido ese milagro jamás se perderá la magia que transmite la palabra escrita.
Por eso se deben abrir bibliotecas y acercar los libros a los lectores. No sea que suceda como en esa vieja copla popular que tristemente decía que "Madrid, ciudad bravía/ entre antiguas y modernas/ tiene trescientas tabernas/ y una sola librería".
Solo se puede ser un gran escritor si se es un gran lector. Porque la literatura es un edificio que se erige ladrillo a ladrillo y todos son importantes. Y ese oficio tan veleidoso sólo se aprende leyendo.
Por eso Jorge Luis Borges supo decir "que otros se jacten de los libros que han escrito, a mí me enorgullecen los que he leído". Y también escribió que "la gran diferencia entre escritor y lector es que el escritor escribe lo que puede, y el lector lee lo que quiere". Y como él, cuántos nos hemos imaginado el paraíso en la forma de una biblioteca.
La lectura es un hábito que se debe inculcar desde la más tierna infancia. Leyendo por las noches un cuento a nuestros párvulos, en el jardín de infantes y en la escuela primaria destinar un espacio especial para leer en voz alta. En la secundaria es esencial trabajar con textos clásicos porque su lectura es muy importante en esa edad en que el ser humano está en plena formación.
Y cuánta falta hace políticos que sean buenos lectores. "Si hubiera más políticos que supieran de poesía, y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir" dijo John Kennedy.
Gabriel García Márquez escribió un texto genial donde dice: "debo ser un lector muy ingenuo, porque nunca he pensado que los novelistas quieran decir más de lo que dicen. Cuando Franz Kafka dice que Gregorio Samsa despertó una mañana convertido en un gigantesco insecto, no me parece que eso sea le símbolo de nada y lo único que me ha intrigado siempre es qué clase de animal pudo haber sido. Creo que hubo en realidad un tiempo en que las alfombras volaban y había genios prisioneros dentro de las botellas. Creo que la burra de Balaán habló -como dice la Biblia- y lo único lamentable es que no se hubiera grabado su voz, y creo que Josué derribó las murallas de Jericó, y lo único lamentable es que nadie hubiera transcrito su música de demolición. Creo, en fin, que el licenciado Vidriera -de Cervantes- en realidad era de vidrio, como él lo creía en su locura, y creo de veras en la jubilosa verdad de que Gargantúa se orinaba a torrentes sobre las catedrales de París. Más aún: creo que otros prodigios similares siguen ocurriendo, y que sí no lo vemos es en gran parte porque nos lo impide el racionalismo oscurantista que nos inculcaron los malos profesores de literatura".
Y tiene razón el colombiano: hay que leer para soñar, para colmarnos de fantasías, para descubrir arcanos que no estaban velados. Como dice el pícaro de Estebanillo González un lector con los libros debe ser "mosquito de todos los vinos, mono de todas las tabernas, raposa de todas las cantinas, cuervo de todas las mesas". Porque a la lectura tenemos que ir como somos y una vez entrado el gusto dejaremos de hacerlo de Pascuas a Ramos.
No hay que esperar una maratón ni que sea el día de las bibliotecas para leer: hay que leer siempre. Cuando y donde se pueda. Aunque la lectura le robe tiempo a nuestro descanso nunca saldremos desfavorecidos por el contacto con el libro. A veces hasta una frase feliz nos puede salvar la vida.
Yo como muchos tengo libros de cabecera: la Biblia, las "Vidas paralelas" de Plutarco, los clásicos, biografías, mucha poesía, "El Quijote", Shakespeare, el Ulises, la trilogía de Marechal, "Rayuela" de Cortázar, ensayos, teología, historia, filosofía y más; mucho más. Pero como mucho me falta todavía, eso me da cierta impotencia al saber que ya habrá millones de libros que nunca podré leer.
También soy un gran lector de diarios y revistas. Ya sea en soporte papel o la edición virtual. Leyendo me siento feliz. Aprendo. Tengo sed de conocimiento. Me da placer. Con los libros viajo sin moverme del lugar. Descubro perlas. Transito lugares donde nunca estaré. Y hasta viajo en el tiempo hacia el pasado o hacia el futuro.
La lectura es mi compañera desde niño y jamás me ha defraudado. Tan es así que en los momentos difíciles de mi vida supo mitigar mis dolores y me ayudó a superar los trances.
En este mundo posmoderno, especializado y exigente la lectura es la base de la sociedad del conocimiento; pero cuidado, porque leer despierta conciencias y menos personas pueden ser engañadas. Ya lo decía Sarmiento "el saber es riqueza y un pueblo que vegeta en la ignorancia es pobre y bárbaro" y eso rige también para las personas.
Si la lectura fuera patrimonio de todos, sin duda que este mundo sería un lugar mejor para vivir y no se cometerían tantas atrocidades.
No en vano el Evangelio de San Juan dice que "en el principio era el Verbo": la palabra, el logos, y la palabra está en los libros y los libros están para leerlos. A los lectores del mundo, salud. Y a los que no lo son todavía están a tiempo para unirse a la cofradía.
La amistad, como no podía ser de otra manera, es uno de los temas más tratados y recurrentes de la literatura universal.
En lo que nos corresponde a los argentinos el tema de la amistad ha estado presente ya sea en el contexto de toda una obra o en pasajes de otras alcanzando páginas de gran lirismo y calidad, que ya integran el canon clásico de nuestra literatura.
Tal vez la primera obra y la más importante que refleje esta hermosa cualidad de los seres humanos sea el Fausto de Estanislao del Campo.
Como es sabido en agosto de 1866, “Estanislao del Campo asistió a una representación del Fausto de Goethe y pensó en la extrañeza que esa ópera produciría en un gaucho; esa misma noche compuso el primer manuscrito de su poema. Éste, como se sabe, registra el diálogo de dos gauchos, uno de ellos, que ha presenciado la ópera la refiere a su amigo como si se tratara de hechos reales”.
Hay en los versos de Estanislao del Campo hermosas descripciones del paisaje que ya son parte de casi todas las antologías de nuestra literatura y descripciones camperas que han provocado verdaderas polémicas como aquella del “overo rosao para sofrenarlo en la luna”.
Jorge Luis Borges escribe al respecto que “Pasan las circunstancias, pasan los hechos, pasa la erudición de los hombres versados en el pelo de los caballos; lo que no pasa, lo que tal vez nos acompañará en la otra vida, es el placer que da la contemplación de la felicidad y de la amistad. Y ese placer, quizá, no menos raro en las letras que en la realidad corporal, es (lo sospecho) la virtud central del poema. Lo admirable es el diálogo, es la clara y resplandeciente amistad que se trasluce”. Y Borges le dice al poeta: “Dicen que en tu voz no está el gaucho, hombre que fue de un plazo en el tiempo y de un lugar en el espacio, pero yo sé que están en ella la amistad y la valentía, realidades que serán y fueron y son”.
El siguiente caso que nos interesa es de uno de nuestros grandes escritores que sí conocía realmente el campo y las faenas rurales: don Ricardo Güiraldes.
Mucho se ha escrito sobre su célebre libro “Don Segundo Sombra”, pero nuevamente la gran protagonista de todo el libro es la amistad entre el experimentado resero que es don Segundo y Fabio Cáceres que desde muchacho lo acompañó en sus aventuras por la pampa. Al despedirse de su querido padrino Fabio expresa que “Sobre el punto negro del chambergo, mis ojos se aferraron con afán de hacer perdurar aquel rezago. Inútil, algo nublaba mi vista, tal vez el esfuerzo, y una luz llena de pequeñas vibraciones se extendió sobre la llanura. Centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos, di vuelta a mi caballo y, lentamente me fui para las casas. Me fui, como quién se desangra”.
En su Martín Fierro también José Hernández nos ha legado algunos de los versos más hermosos y sentidos sobre la amistad. Amistad entrañable entre dos hombres de coraje como fueron Fierro y el sargento Cruz que muere de contagiado de viruela en las tolderías. Y vale por su belleza transcribir las sextinas de Hernández al respecto: “El recuerdo me atormenta/ se renueva mi pesar/ me dan ganas de llorar/ nada a mis penas igualo/ Cruz también cayó muy malo/ ya para no levantar. Todos pueden figurarse/ cuánto tuve que sufrir/ yo no hacía sino gemir/ y aumentando mi aflicción/ no saber una oración/ pa ayudarlo a bien morir. Lo apretaba contra el pecho/ dominao por el dolor/ era su pena mayor/ al morir allá entre infieles/ sufriendo dolores crueles/ entregó su alma al Criador. De rodillas a su lado/ yo lo encomendé a Jesús/ faltó a mis ojos la luz/ tuve un terrible desmayo/ caí como herido del rayo/ cuando lo vi muerto a Cruz”.
La amistad como decíamos es tema recurrente en toda la literatura y si la tomamos en forma corporal y ya no de ficción debemos citar a dos amigos escritores que fueron entrañables a pesar de sus grandes diferencias: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
La
prostitución es un viejo y tolerado oficio presente en todas las culturas del
mundo. Y el comercio sexual con mujeres a cambio de dinero o especies era común
también en todo Israel si nos atenemos a los textos bíblicos.
Tanto
es así que la Biblia
menciona a varias meretrices, una de las cuales es considerada una verdadera
heroína por el heroico papel que llegó a desempañar en la conquista de la
tierra de Canaán, pasando incluso a ocupar un lugar preferencial en la
genealogía de Jesús, escrita en el evangelio de San Mateo. Se trata ni más ni
menos que de Rahab, la ramera oriunda de Jericó.
“Josué,
sucesor de Moisés al frente de los israelitas, había enviado a dos espías para
que explorasen el país que se disponían a irrumpir. Los espías llegaron a
Jericó y entraron en la casa de una prostituta llamada Rahab, donde
pernoctaron”.
“Enterado
de la presencia de los forasteros, el rey de Jericó mandó a decir a Rahab que
los hiciera salir de su vivienda. Pero la mujer escondió a sus huéspedes en el
terrado, entre unos haces de lino que tenía amontonados, y respondió al monarca
que en su hogar habían estado, en efecto, unos hombres, cuyas identidades y
procedencia ignoraba, pero al caer la noche se habían marchado con rumbo
desconocido”.
“Conjurado
el peligro, la prostituta subió al terrado y dijo a los dos espías: “Os pido
que me juréis por Yavé que, como yo he tenido misericordia de vosotros, la
tendréis vosotros también de la casa de mi padre, y dejaréis la vida a mi
padre, a mi madre, a mis hermanos y hermanas y a todos los suyos, y que nos
libraréis de la muerte”.
La
historia por supuesto tuvo un final feliz y en el Nuevo Testamento Rahab la
ramera es puesta por ejemplo entre todas las mujeres y en la Epístola del apóstol San
Pablo a los Hebreos dice que “Por la fe, Rahab, la meretriz, no pereció con los
incrédulos, por haber acogido benévolamente a los espías”.
Está
también el caso de Jefté, uno de los jueces más grande de la historia del
pueblo de Israel, que era hijo ni más ni menos que de una prostituta.
“Jefté,
cuyo nombre significa “Dios libera”, nació en el seno de la tribu de Galaad, un
día huyó de la casa después que sus medio hermanos, nacidos posteriormente de
la esposa legítima de sus padres, le manifestaran que él no compartiría la
herencia porque era hijo de “otra mujer”.
El
relato cuenta que convertido en caudillo infligió una humillante derrota a los
ammonitas y durante seis años ejerció el cargo de Juez en todo Israel.
Sansón,
recordado por su fuerza temible y por la traición de Dalila, mantuvo relaciones
también con otras mujeres una de las cuales era una prostituta.
El
texto dice “Fue Sansón a Gaza, donde había una meretriz, a la cual entró. Se dijo
a los de Gaza: “ha venido Sansón”. Y le cercaron, estando toda la noche al
acecho junto a la puerta de la ciudad; y se mantuvieron callados toda la noche
con esta consigna: “Al despuntar la mañana lo mataremos”. Sansón estuvo
acostado hasta la medianoche cuando se levantó, y cogiendo las dos hojas de la
puerta de la ciudad, con las jambas y el cerrojo, se las echó al hombro y las
llevó a la cima del monte que mira hacia Hebrón”.
De
relato de Tamar que sedujo a su suegro Judá disfrazada de prostituta para tener
relaciones con él y asegurar su maternidad podemos apreciar como se ejercía el
oficio más viejo del mundo en aquellos lejanos tiempos.
“Las
meretrices se cubrían con un velo. Solían apostarse en las afueras de los
pueblos, a la vera de los caminos para captar a sus clientes. Sus servicios
podían pagarse en efectivo o en especies, por eso Judá le ofrece a Tamar un
cabrito de su rebaño”.
En
todos los relatos precedentes los autores bíblicos citados no hacen ningún
comentario en tonode reproche o de
censura moral sobre quienes ejercen el oficio carnal.
En
cambio veremos una verdadera repulsa al llamado “salario de perro” referido a
quienes ejercían la prostitución ritual en ofrenda a los ídolos paganos, la que
era fuertemente censurada y castigada.
En
el relato del fallo histórico del rey Salomón ante las dos prostitutas que
aseguraban la maternidad del niño, no se censura moralmente a las mujeres por
ejercer su oficio, ni por el hecho de que sean madres solteras. El rey emite su
fallo sin entrar en consideraciones sobre la actividad de las querellantes.
Debemos
aclarar que en algunos de los libros sapienciales sobre todo los más tardíos,
sí aparecen palabras de desaprobación, para que el varón no recurra a los
servicios de estas mujeres: “El que ama la sabiduría, alegra su padre, el que
anda con prostitutas dilapida su fortuna”. Y el Eclesiástico agrega en forma
parecida “No te entregues a las meretrices, no vengas a perder tu hacienda”.
Aún
hay un caso donde Dios le ordena a uno de sus profetas llamado Oseas que se
case con una prostituta “pues que se prostituye la tierra”. Es así que el
profeta se casa con Gámer con la que engendra dos hijos.El relato sirve para comparar a Yavé y su
esposa infiel, aludiendo al pueblo de Israel.
Sin
embargo en este relato después que Oseas la repudia diciendo “ni ella es ya mi
mujer ni yo soy su marido” al seguir enamorado de Gámer exclama: “Así, la
atraeré y la llevaré al desierto y le hablaré al corazón”.
Historias
de mujeres en la Biblia que practicaron el oficio más viejo del mundo. Como
aquella que iba a ser lapidada y el señor Jesús después de escribir en el suelo
le preguntó ¿mujer, donde están los que te acusaban? Al no haber ya piedras en
las manos, le dijo: “Ni yo te condeno. Vete y no peques más”.
El
tema del laberinto en la cultura y el arte de los pueblos pre existentes de la Patagonia ha sido ya
estudiado con amplitud por varios investigadores.
Uno
de los indicios según el doctor Rodolfo Casamiquela es el “estilo de grecas”,
es decir guardas, que ilustran motivos geométricos rectilíneos, muchas veces de
aspecto ornamental. Muy características de este estilo son ciertas figuras de
trazo interminable, que nunca se cruza, y que recuerdan fácilmente a laberintos
de cierta clase, conocida por los especialistas como “caminos perdidos.”
Pero
mucho tiempo antes (tal vez un par de milenios) era conocido también el “estilo
de pisadas”, figuras grabadas, muy complicadas que según los estudiosos también
estaban emparentadas con los célebres laberintos clásicos, sobresaliendo
especialmente el de Creta con el temible Minotauro dispuesto a matar al intruso
que se atreva a merodear sus intricados vericuetos.
Se
sabe que en síntesis el laberinto en su más amplio sentido no es otra cosa que
el camino tortuoso que deben recorrer los espíritus de los difuntos para
alcanzar el destino final del “más allá”, el mundo de los muertos que les
permitirá reunirse con sus antepasados.
La
dificultad –escribe Casamiquela- “de tal camino simboliza simplemente la
dificultad para alcanzar ese paraíso, lo que no puede hacerse sin un grave
riesgo: el de que los portadores del espíritu en vida hayan sido justos en ella.”
Ese
“camino difícil” es reemplazado en otras culturas por un “paso difícil” de
muchas clases. Implica generalmente ese tránsito al otro mundo algo semejante a
un juicio y un “Supremo Juez” que suele ser un “Alto Dios” o figuras similares,
muchas veces una anciana tenida por infernal –castigadora- propietaria de una
barca (la barca de los muertos, el calehuche, etc.) porque son una especie de
“guardianes del “paso difícil”.
Entre
los tehuelches esa figura equivalente no era otra que “gualicho” palabra que
significaría “la que gira”, la “merodeadora” o la que “gira por afuera”,
indudablemente femenina.
Por
eso los investigadores afirman que los tatuajes entre los tehuelches (que son
verdaderos laberintos) están vinculados como un salvoconducto para no
extraviarse en el “camino perdido” y así poder acceder al paraíso, porque
quienes no tenían esa señal eran arrojados al mar.
Tanto
el tatuaje, como los estilos de grecas, los cantos ceremoniales e incluso los
giros en los guillatunes están sin duda relacionados con el laberinto, es decir
“el merodeo” para alcanzar el otro mundo donde habitan sus antepasados.
Por
esto las ofrendas con las prendas, el caballo, las pertenencias más queridas y
aún las mujeres del difunto eran sepultados en los chenquespara acompañarlo en “ese trance difícil”,
rito comparable con otras culturas clásicas como la egipcia.
El
investigador estadounidense Schuster citado por Casamiquela “cree poder
demostrar que ciertos motivos del arte rupestre conocido como “de grecas”, o
sea de caminos perdidos o de figuras laberínticas incluyen en su diseño a
“tramas genealógicas”, asociando a los laberintos con los linajes, donde el
“espíritu guardián” no es otra cosa que un ancestro mítico.
Esa
misma idea laberíntica está presente en las sepulturas (chenques y pirámides)
con una “idea que es universal: en su fondo yace el cuerpo de un ser cuyo
espíritu hubo de remontar la espiral mítica representada por su mole, el “paso
difícil” que habría de llevarlo al Mas Allá.”
En
el ameno libro de Salatino Mazzulli, escritor e investigador del Valle Medio de
Río Negro, “Apuntes de un buscador de cosas”, encontré otra interesante idea
del laberinto pero esta vez asociada al mito de la salamanca del bajo del
Gualicho, célebre por la descripción de varios viajeros y por haber sido el
hábitat del legendario Bernabé Lucero, cuya leyenda lo ha asociado a ella, con
todo su misterio y embrujo.
Expresa
Mazzulli al hacer una excursión por la famosa salamanca que “fui munido de una
madeja de hilo bolsero, para ser extendido desde la boca de entrada, por todo
el recorrido que realizara adentro de la cueva, pues las versiones de la
leyenda nos daba que la salamanca era un complejo de salas, recovecos y
galerías, algunas tan estrechas que era necesario arrastrarse para poder pasar
de un lado al otro.”
¿Otra
vez el significado del laberinto, esta vez en la famosa salamanca del Gualicho?
Era la misma un “pasaje difícil”, donde los que no encontraban la salida
“terminaban por enloquecerse allí adentro?
¡Y
cuántas similitudes con el famoso laberinto de Creta!
Pero
sin duda el dato más llamativo de esta cuestión lo da el mismo Bernabé Lucero
cuando supo afirmar al ser preguntado por Tincho Medina que “cuando vas a
entrar en la cueva, te vas a encontrar con dos chivos peleando; tenés que pasar
por entre medio de ellos. Más adelante te vas a encontrar con dos toros
peleando, y también tenes que pasar entre medio de ellos, con decisión y
coraje, che. Y por último –expresaba Bernabé- te vas a encontrar con dos pumas
peleando. Vos tenés que encarar y pasar entre los dos animales, llegar a una
“sala”, la cual es atendida por unos tipos de aspecto raro que te van a
preguntar cuál es tu deseo de poder salamanquero. Y cuando salís de allí, ya
salís con el poder.”
¡Sorprendente!
No solo aparece el “paso difícil” sino también los toros, clara equivalencia
con el clásico Minotauro, los chivos –animales expiatorios por excelencia-, los
pumas totémicos en varias estirpes y la “pasada” entre los animales, donde
encontrar la salida es un don solamente concedido a aquellos “hombres de coraje.”
Solo
resta entonces encontrar nuevos indicios sobre el interesante tema del
laberinto en la cultura de los pueblos pre existentes, los cuales al decir de
Manuel Scorza “aún viajan del mito a la realidad.”
El
Gran Bajo del Gualicho. La travesía horrible al decir del cacique Casimiro
donde solo quedaban las blancas osamentas de los atrevidos que se internaban en
ella. Jornadas bajo el sol ardido de los veranos y el cloruro de sodio
enloqueciendo a hombres y bestias. El lugar de la “casa del diablo”.
Gualicho,
el Alto Dios de los tehuelches, traducido como la “giradora” o
“circunvolucionadora”, porque al decir del Profesor Rodolfo Casamiquela la
figura era femenina. La casa del Gualicho, guarida temible de un Dios
irascible, el“Ulüngasüm” de los
tehuelches.Autor de las figuras
rupestres, del viento en los cañadones, de la sal de las sierras, “el que
secuestraba a los niños, el que poseía el poder de petrificar y auto
petrificarse a su antojo, gigantesco en su faz maligna, femenino claro, pétreo,
a él pertenecen los huesos petrificados envueltos en su carne (toba), que se
manifiesta en la muerte de sed en las travesías y por eso había que
propiciarlo”.
Es
el “epehuén geyú”, el allí es Gualicho, que observó el Perito Moreno y otros
viajeros. Así lo vio Claraz en el diario de su viaje al río Chubut cuando
escribió que “en el fondo del Bajo existe una capa de yeso y en ella muchas
conchas. Bajo tales capas sobresalientes los indios colocaban antes sus
ofrendas; pero ahora la capa ha caído. Sin embargo, ellos siguen ofrendando en
ese lugar. Lo denominan la “vivienda del Diablo”. Los indios tienen que pasar
allí la noche en toldos, maneando bien todos los caballos y tienen que llevar
agua para su uso. Llaman a este paradero “pelado”. Creen que el diablo es el
dueño de este bajo y que les hace toda clase de malas jugadas. Hace que pierdan
los caballos y se encuentren en apuros. Por eso ofrendan crines, para que los
caballos no se fatiguen, y trapos y jirones que arrancan de sus ponchos o
trajes, para que no les suceda nada malo. Introducen todo esto con el cuchillo
en las blandas capas de yeso e imploran al dueño del bajo para que les sea propicio”.
El
salesiano Pedro Bonacina contaba que partió del Fortín Castre para Valcheta y
que “a llegar a la mitad del camino me detuve a descansar en la Piedra del Gualicho. Bajé
de la mula y me puse a observar lo que había arriba de esas piedras: encontré una
caja de fósforos, un pañuelo de mano y un papel de cincuenta centavos, todo
dejado por los viajeros que han pasado por aquí”.
Casamiquela
precisa que el sitio conocido como la Salamanca del Gualicho se ubica aproximadamente
en el deslinde de los lotes 5 y 6 de la Sección
I Colonia de San Antonio Oeste. El lugar queda a unos 60 km. al sur del paraje El
Solito, en el extremo oeste del salitral o Gran Bajo del Gualicho. Existen dos
grupos de pobladores más o menos cercanos que viven en la margen norte del bajo.
El primero, cerca de la laguna del zorro (doña Ana Gaviña y familiares), es
probablemente el más próximo (3 leguas), pero no nos pudo facilitar medios para
llegar hasta la piedra del Gualicho misma. El otro está integrado por la viuda
de Beltrán y por el señor Honorio Beltrán (este último fue el que nos acompañó
a caballo como baqueano). Desde la casa de Machado hasta la piedra del Gualicho
hay aproximadamente 4 leguas y en el recorrido se pasa junto al jagüel de Eldo
Gaviña, más o menos a mitad de camino”.
Macedonio
Belizán, un pionero de la zona de Valcheta le supo contar a la historiadora
Josefina de Ballor que “Yo trabajaba en jagüeles, por la laguna “La Escondida”, viniendo con
dos carros del Bajo del Gualicho, en una oportunidad a unos setenta metros del
camino, sobre mano derecha, observé una piedra blanca que brillaba igual que un
cristal. Estaba rodeada de paredones de piedras, con una puerta a la salida del
sol; nos bajamos los cuatro carreros que me acompañaban: Gaspar Mailín, Ignacio
Zárate, Juan Linares y yo. La piedra tenía un escrito, decía que todo el que
pasara, algo debía dejar, para poder seguir.
“Los
cuatro hombres rodeamos la misteriosa antigüedad. Había a su alrededor monedas,
cajas de fósforos, colas de caballos, géneros, botellas conteniendo líquido,
tabaco, cigarros, también prendas personales. Gaspar Mailín, incrédulo de lo
espiritual se rió; se tomó el atrevimiento de levantar las monedas y
guardárselas. Salimos del lugar, como a 500 metros desatamos los
animales para almorzar; sobre las 15, preparamos el regreso, atamos los
caballos… estos no dieron un paso adelante!Empacados, no hubo forma de que anduvieran. Nos tomó la noche; al otro
día tuvimos que hacer 25 km.
hasta “La Escondida”
en busca de agua; tomamos nosotros y le dimos a los animales; en un descuido
nuestro Mailín devolvió las monedas; pero, la verdad es que tuvimos tres días
de castigo, que no pudimos salir”.
La
temible Salamanca del Gran Bajo del Gualicho, esa que supo reconocer y merodear
Bernabé Lucero, “el salamanquero”, toda una leyenda de los pagos rionegrinos.
Publicada en Tiempo Nuevo Nº 207 -EE UU 19/04/2013
Colaboración del escritor argentino de la
austral localidad de Valcheta, Jorge Castañeda.
El tema del
laberinto en la cultura y el arte de los pueblos pre existentes de la Patagonia
ha sido ya estudiado con amplitud por varios investigadores.
Uno de los
indicios según el doctor Rodolfo Casamiquela es el “estilo de grecas”, es decir
guardas, que ilustran motivos geométricos rectilíneos, muchas veces de aspecto
ornamental. Muy características de este estilo son ciertas figuras de trazo
interminable, que nunca se cruza, y que recuerdan fácilmente a laberintos de
cierta clase, conocida por los especialistas como “caminos perdidos”.
Pero mucho
tiempo antes (tal vez un par de milenios) era conocido también el “estilo de
pisadas”, figuras grabadas, muy complicadas que según los estudiosos también
estaban emparentadas con los célebres laberintos clásicos, sobresaliendo
especialmente el de Creta con el temible Minotauro dispuesto a matar al intruso
que se atreva a merodear sus intricados vericuetos.
Se sabe que
en síntesis el laberinto en su más amplio sentido no es otra cosa que el camino
tortuoso que deben recorrer los espíritus de los difuntos para alcanzar el
destino final del “más allá”, el mundo de los muertos que les permitirá
reunirse con sus antepasados.
La dificultad
–escribe Casamiquela- “de tal camino simboliza simplemente la dificultad para
alcanzar ese paraíso, lo que no puede hacerse sin un grave riesgo: el de que
los portadores del espíritu en vida hayan sido justos en ella”.
Ese “camino
difícil” es reemplazado en otras culturas por un “paso difícil” de muchas
clases. Implica generalmente ese tránsito al otro mundo algo semejante a un
juicio y un “Supremo Juez” que suele ser un “Alto Dios” o figuras similares,
muchas veces una anciana tenida por infernal –castigadora- propietaria de una
barca (la barca de los muertos, el calehuche, etc.) porque son una especie de
“guardianes del “paso difícil”.
Entre los
tehuelches esa figura equivalente no era otra que “gualicho” palabra que
significaría “la que gira”, la “merodeadora” o la que “gira por afuera”,
indudablemente femenina.
Por eso los
investigadores afirman que los tatuajes entre los tehuelches (que son
verdaderos laberintos) están vinculados como un salvoconducto para no
extraviarse en el “camino perdido” y así poder acceder al paraíso, porque
quienes no tenían esa señal eran arrojados al mar.
Tanto el
tatuaje, como los estilos de grecas, los cantos ceremoniales e incluso los
giros en los guillatunes están sin duda relacionados con el laberinto, es decir
“el merodeo” para alcanzar el otro mundo donde habitan sus antepasados.
Por esto las
ofrendas con las prendas, el caballo, las pertenencias más queridas y aún las
mujeres del difunto eran sepultados en los chenquespara acompañarlo en “ese trance difícil”,
rito comparable con otras culturas clásicas como la egipcia.
El
investigador estadounidense Schuster citado por Casamiquela “cree poder
demostrar que ciertos motivos del arte rupestre conocido como “de grecas”, o
sea de caminos perdidos o de figuras laberínticas incluyen en su diseño a
“tramas genealógicas”, asociando a los laberintos con los linajes, donde el
“espíritu guardián” no es otra cosa que un ancestro mítico.
Esa misma
idea laberíntica está presente en las sepulturas (chenques y pirámides) con una
“idea que es universal: en su fondo yace el cuerpo de un ser cuyo espíritu hubo
de remontar la espiral mítica representada por su mole, el “paso difícil” que
habría de llevarlo al Mas Allá”.
En el ameno
libro de Salatino Mazzulli, escritor e investigador del Valle Medio de Río
Negro, “Apuntes de un buscador de cosas”, encontré otra interesante idea del
laberinto pero esta vez asociada al mito de la salamanca del bajo del Gualicho,
célebre por la descripción de varios viajeros y por haber sido el hábitat del
legendario Bernabé Lucero, cuya leyenda lo ha asociado a ella, con todo su
misterio y embrujo.
Expresa
Mazzulli al hacer una excursión por la famosa salamanca que “fui munido de una madeja
de hilo bolsero, para ser extendido desde la boca de entrada, por todo el
recorrido que realizara adentro de la cueva, pues las versiones de la leyenda
nos daba que la salamanca era un complejo de salas, recovecos y galerías,
algunas tan estrechas que era necesario arrastrarse para poder pasar de un lado
al otro”.
¿Otra vez el
significado del laberinto, esta vez en la famosa salamanca del Gualicho? Era la
misma un “pasaje difícil”, donde los que no encontraban la salida “terminaban
por enloquecerse allí adentro?
¡Y cuántas
similitudes con el famoso laberinto de Creta!
Pero sin duda
el dato más llamativo de esta cuestión lo da el mismo Bernabé Lucero cuando
supo afirmar al ser preguntado por Tincho Medina que “cuando vas a entrar en la
cueva, te vas a encontrar con dos chivos peleando; tenés que pasar por entre
medio de ellos. Más adelante te vas a encontrar con dos toros peleando, y
también tenes que pasar entre medio de ellos, con decisión y coraje, che. Y por
último –expresaba Bernabé- te vas a encontrar con dos pumas peleando. Vos tenés
que encarar y pasar entre los dos animales, llegar a una “sala”, la cual es
atendida por unos tipos de aspecto raro que te van a preguntar cuál es tu deseo
de poder salamanquero. Y cuando salís de allí, ya salís con el poder”.
¡Sorprendente!
No solo aparece el “paso difícil” sino también los toros, clara equivalencia
con el clásico Minotauro, los chivos –animales expiatorios por excelencia-, los
pumas totémicos en varias estirpes y la “pasada” entre los animales, donde
encontrar la salida es un don solamente concedido a aquellos “hombres de
coraje”.
Solo resta
entonces encontrar nuevos indicios sobre el interesante tema del laberinto en
la cultura de los pueblos pre existentes, los cuales al decir de Manuel Scorza
“aún viajan del mito a la realidad”.
Escritor nacido en Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires) el 23 de Agosto de 1.951, se radicó desde el año 1953 en la localidad de Valcheta, Pcia. de Río Negro.
Entre sus obras publicadas pueden citarse, entre otras, "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico", "Arturo y los soldados", "Como Perón en el cuadro", "Poemas cristianos", etc.