(Por Jorge Castañeda) Así como hay libros y libros hay prólogos y prólogos, prefacios y colofones y dedicatorias y dedicatorias. Algunas de éstas últimas ya célebres como la de Miguel de Cervantes Saavedra, el glorioso manco de Lepanto, que dedicó su Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha al Duque de Bejar, marqués de Gibraleón, conde de Benalcázar y Bañares, vizconde de la puebla de Alcocer, señor de las villas de Capilla, Curiel y Burguillos.
En fe del buen acogimiento y honra que hace vuestra excelencia a toda suerte de libros, como príncipe tan inclinado a favorecer las buenas artes, mayormente las que por su nobleza no se abaten al servicio y granjerías del vulgo, he determinado de sacar a luz "El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha" al abrigo del clarísimo nombre de vuestra excelencia a quién, con el acatamiento que debo a tanta grandeza, suplico le reciba agradablemente en su protección, para que a su sombra, aunque desnudo de aquel precioso ornamento de elegancia y erudición de que suelen andar vestidos las obras que componen en las casas los hombres que saben, ose parecer seguramente en el juicio de algunos que no conteniéndose en los límites de su ignorancia, suelen condenar con más rigor y menos justicia los trabajos ajenos, que, poniendo los ojos de la prudencia de vuestra excelencia en mi buen deseo, fío que no desdeñarála cortedad de tan humano servicio".
Traspolado en tiempo y lugar nuestro Evaristo Carriego, el poeta del barrio y del arrabal que tanto influyó en el tango, supodedicar sus "Misas herejes" a "Don Salvador Boucau, uno de los pocos", y por si algo faltaba su poema "Vulgar Sinfonía" a "Doña Leonor Acevedo de Borges", la madre de quién sería uno de los mayores estudiosos de su obra literaria.
Rubén Darío dedica la primera edición de "Azul" al "Sr. don Federico Varela" que fue quién costeó de su peculio la edición, pero nunca acuso recibo de la dedicatoria del vate mdernista que dice: "Gerón, rey de Siracusa, inmortalizado en sonoros versos griegos, tenía un huerto privilegiado por favor de los dioses, huerto de tierra ubérrima que fecundaba el gran sol. En él permitía a muchos cultivadores que llegasen a sembrar sus granos y sus plantas. Había laureles verdes y gloriosos, cedros fragantes, rosas encendidas, trigos de oro, sin faltar yerbas pobres que arrostraban la paciencia de Gerón. No sé que sembraría Teócrito, pero creo que fue un citiso y un rosal. Señor, permitid que junto a una de las encinas de vuestro huerto, extienda mi enredadera de campánulas".
Por su parte Federico García Lorca dedica los poemas de "Juegos" nada más ni nada menos que "A la cabeza de Luis Buñuel. En Prand Plain (sic)", y las "Viñetas Flamencas" "A Manuel Torres, niño de Jerez, que tiene tronco de Faraón".
Si paisano Juan Ramón Jiménez dedica la elegía andaluza de "Platero y yo" "A la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la calle del sol, que me mandaba moras y claveles".
Pero una de las más llamativas y extravagantes es la del escritor argentino Omar Vignole que andaba siempre acompañado de una vaca y que desafío al "Estrangulador de Calcuta" famoso luchador de catch el que le suministró una soberana paliza "entre la tremenda rechifla de un público feroz que exigía la continuación del humillante combate".
Pocos meses después cuando publicó su libro "Conversaciones con la vaca" escribió para la posteridad literaria "Dedico este libro filosófico, a los cuarenta mil hijos de puta que me silbaban y pedían mi muerte en el Luna Park la noche del 24 de Febrero".
Yo menos afortunado e ingenioso y salvando la distancia con estos grandes escritores he dedicado mis libros a los seres queridos y que amo entrañablemente. |