« Entradas publicadas por lineasurMostrando 11 a 20, de 182 entrada/s en total:
28 de Mayo, 2014
□
POEMAS |
|
PULPITO
Con su balde pintoresco
A destajo suele andar
A “Pulpito” lo conocen
Hasta las olas del mar.
Una risa en bandolera
Y unas ganas de jugar
Con sus gritos destemplados
Buscando a quien asustar.
Pulpito está con la playa
Personaje sin igual
Si las gaviotas lo siguen
También les quiere gritar.
Si alguna turista es nueva
Un buen susto le va a dar
Porque él así se divierte
Y divierte a los demás.
Tal vez alguna tristeza
Este Pulpito tendrá
Escondida en la noche
Penas no le faltarán.
Al otro día la rutina
Por la playa lo verá
A los gritos con su balde
Como queriendo asustar.
Personaje de unas Grutas
Que el tiempo quiere llevar
Con las olas que murmuran:
“Y pulpito no se va”.
Jorge Castañeda
Valcheta (RN).- |
|
publicado por
lineasur a las 13:05 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
28 de Mayo, 2014
□
CANCIONES |
|
 EL BUENO DE PACHANGA
Ruben Peinipil, "pachanga"
vive en el hospital y pasa sus horas haciendo amigos y recordando seguramente
aquellos años en que recorría las calles de Valcheta.
Por las calles de mi pueblo
Venía el bueno de Pachanga
Con su torpe desaliño
Su delirio de palabras.
Se aparecía por la esquina
Con la gorra revirada
Con sus perros callejeros
Y sus gritos a la nada.
Con sus grandes zapatones
Habrá andado madrugadas
Caminando por Valcheta
Con su figura cansada.
Solía juntar las botellas
¡Quién dijo no hacía nada!
Lástima estaban vacías
Y que no podía llenarlas.
Era el cuco de los niños
Este bueno de Pachanga
Con sus cosas incoherentes
Y sus ropas agrandadas.
Hoy lleva con su ternura
Una vida reposada
Querido por todo el pueblo
Sólo sabe de bonanzas.
El Hospital su querencia
Y risueña la mirada.
Y como escucha la radio
No se cansa de escucharla.
Personaje de mi pueblo,
Compañero de la nada.
¡Qué triste sería Valcheta
Sin tu figura Pachanga!
Jorge Castañeda
Valcheta (RN)
|
|
publicado por
lineasur a las 13:02 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
20 de Mayo, 2014
□
POEMAS |
|
imagen subida de http://demedios.fullblog.com.ar/ Imagen subida del Diario Río Negro RINGO Y
SUS PALITOS
Ha dejado por Las Grutas
Una bohemia condición.
Si la vida es una lucha
No se entrega Ringo, no.
Un latido callejero
Anima su vocación
Y camina por las calles
Al ritmo del corazón.
Sabe andar con sus palitos
Esperando la ocasión
Que alguna banda lo llame
Para empezar la función.
Y si el vino compañero
Le guiña una invitación
El Ringo deja los palos
Con gesto de soñador.
La luna ya lo conoce
El mar le da su canción
Y se ahoga en la batería
Con su duende regañón.
Y transita con desaliño
Su silueta de peatón
Residente del balneario
Sin ninguna ocupación.
Tiene un alma de batero
Con buena reputación
Este Ringo estrafalario
Personaje y gran señor.
Jorge Castañeda
Valcheta
"Ringo" es un personaje que vive en el Balneario Las Grutas, en la Patagonia Argentina
|
|
publicado por
lineasur a las 11:25 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
19 de Mayo, 2014
□
POEMAS |
|
 LAS
GRUTAS BAJO EL SOL
Qué bonita está las Grutas
Con sus chicas bajo el sol
La placita de artesanos
Con el mar y su rumor.
Con su blanca costanera
Con su cielo en arrebol
Y la playa que se llena
Cuando aprieta la calor.
Recuerdos de Menjolou
Artesano y buen pintor
Y la voz del gordo Meis
Recordado trovador.
Con la Galería Antares
Y en la tercera el avión
Después vino Casablanca
Y el progreso fue mayor.
Se quedaron los murales
Pintados por Vilaró
Y hasta vienen las ballenas
A visitar la región.
Aquí pasa el playerito
Avistarlo es lo mejor
Los artistas callejeros
Que no dejan su función.
Qué bonita esta Las Grutas
Con sus chicas bajo el sol
La placita de artesanos
Con el mar y su rumor.
|
|
publicado por
lineasur a las 10:12 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
14 de Mayo, 2014
□
CRÓNICAS |
|
LOS
POLITICOS RIONEGRINOS
ENTRE
DIALOGOS Y REFRANES
Jorge Castañeda
Escritor - Valcheta
¿Qué se hará con los gastos reservados?
-DEJA LA BOLA CORRER QUE SOLA SE VA A PARAR.
¿Cómo ves la interna para el 2015?
-AGARRATE CATALINA QUE VAMOS A GALOPAR.
¿Y la situación en el Frente para la Victoria?
-ESTA QUE DA ASCO LA SITUACION EN DAMASCO.
¿Por qué para los políticos la traición es una virtud?
-QUIEN DE GALLINA NACE, ESCARBA.
¿Hay que presentarse a un nuevo mandato?
-SI UNO TIENE CARTAS, JUEGA, Y SI NO SE VA A BARAJAS.
¿Cómo están los tiempos con vistas al 2015?
-CORTITOS COMO VIRAJE E LAUCHA.
¿Es necesaria la gobernabilidad de la provincia?
-NO VA A SER COSA QUE DE GORDA NO CAMINE Y DE FLACA NO
SE NOS CAIGA.
¿Cómo son los rencores en la política?
-PELIGROSOS COMO PUCHERO E CABEZA.
¿Cómo ve a algunos funcionarios?
-MAS ECHADOS PA TRAS QUE EL QUE INVENTO LA GARGARA.
¿Cómo hacer ante situaciones difíciles que se
presentan en la vida política?
-HAY QUE VADEAR EL RIO DESPACITO Y POR LAS PIEDRAS.
¿Hay que ensañarse con el dirigente caído en
desgracia?
-LAS RATAS SE ACERCAN AL LEON CUANDO ESTA MUERTO.
¿Y los que hablan para la gilada?
-SE CREEN QUE SON PIOLAS Y SON UNOS PIOLINES.
¿Cómo ve la conformación de frentes y alianzas?
-ENTREVERAOS COMO TROTE E PERRO.
¿Cómo están los funcionarios en sus despachos?
-PRENDIDOS A LA GRAN UBRE.
¿Hay que hacer una autocrítica de los errores?
-DESPUES DEL CONEJO IDO, PALOS A LA MADRIGUERA.
¿Cómo está el debate de las ideas políticas?
-MÁS CHATO QUE SUELA DE ALPARGATA.
¿Cómo está la imagen de los políticos?
-CON MAS RAJADURAS QUE BALDE DE PLASTICO.
¿Por qué hay que tener cintura para ser político?
-EN LA CASA DEL JABONERO EL QUE NO CAE SE REFALA.
¿Cómo hay que andar en política?
-DERECHO COMO HACHAZO E ZURDO.
|
|
publicado por
lineasur a las 10:34 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
14 de Mayo, 2014
□
POEMAS |
|
 HAN BROTADO LAS FLORES DE MIS
CACTUS
Han
brotado las flores de mis cactus.
Su color de azafrán, su
terciopelo,
Y esa fosforescencia
anaranjada
Que suma su color a mis
momentos
Y alegra la rutina de mis
actos.
Han brotado las flores de mis
cactus
Y mi hija no se encuentra para
verlos.
Han brotado las flores de mis
cactus
Bellas como corolas en secreto
Y tienen una gracia que
engalana
La placidez tranquila de mi
huerto.
Han brotado las flores de mis
cactus.
No lo hacen todos los años. Es
cierto.
Pero algo ha de tener esta
mañana
Para abrir su crisálida de
fuego.
¡Oh, dicha del edén y de su
pacto!
Han brotado las flores de mis
cactus
Y mi hija no se encuentra para
verlos.
Han brotado las flores de mis
cactus
Y todo tiene una actitud de
rezo:
Mi alma, el jardín, el árbol y
la casa,
Y la fugacidad que tiene el
tiempo.
Han brotado las flores de mis
cactus
Y mi hija no se encuentra para
verlos.
Jorge Castañeda
Valcheta (RN)
|
|
publicado por
lineasur a las 10:28 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
30 de Abril, 2014
□
CRÓNICAS |
|
 LOS
HERMANOS PILQUIMAN
Solamente el timorato puede
hablar con tanta soltura sobre las cosas que desconoce. Y solamente los políticos de turno creen que por visitar
raudamente algún paraje ante una emergencia conocen la penuria de la gente que
vive en la zona rural de la provincia de Río Negro, sobre todo en la meseta de
Somuncurá.
Hay que vivir en ella poblando
campos estériles donde solo se ve la pura piedra, el coirón achaparrado por el
viento y en épocas de invierno hasta los alambrados congelados por la helada.
Es dura la vida en la meseta
para los hombres que la habitan con su puñado de animales, invariablemente unos
pocos caprinos o yeguarizos, que es lo que esos campos olvidados de la mano de
Dios permiten. Su geografía austera donde nada se regala va templando el alma
de estos hombres y mujeres que tienen la osadía de poblarla y hacerla su lugar
en el mundo.
En pocas ocasiones bajan a los
centros o a los pueblos que a veces están a más de 150 kilómetros, por caminos
imposibles, casi siempre cortados donde reinan los cañadones, las piedras
estorban el paso de cualquier vehículo y las promesas de los funcionarios
sobrevuelan en el aire. Generalmente cuando tienen que comercializar el pelo de
chivo, vender algún animal para comprar los pocos vicios que serán su única
subsistencia durante meses o cuando están enfermos.
Leña tampoco hay, la tierra de
la meseta es mezquina hasta para eso. Y la temperatura en épocas de invierno
baja hasta los 20 grados bajo cero. Se congelan las manos, el combustible, el
agua para tomar y hasta el aliento de estos crianceros que siempre esperan
tiempos mejores.
¿Cómo se puede hacer para
conocer el sufrimiento de esta gente que está sola, impotente, olvidada y a la
intemperie de toda justicia? ¿Quién se hace cargo de tanta desidia, de tanta
negligencia, de tantas postergaciones?
La dieta cuando la situación
lo permite es algún costillar de carne de potro, unos pedazos de galletas
duras, el mate conversado en la intimidad del puesto y algunas tortas fritas de
varios días si se tiene la suerte de tener harina.
Tampoco hay ropa que pueda
abrigar tanto frío. Algunos pellones en los catres y la compañía de los perros que a veces son los
únicos compañeros fieles de la gente de campo. Pero lo más difícil de todo es
encontrar un poco de solidaridad que abriga más que muchas cobijas.
Los hermanos Pilquimán son
viejos pobladores de la meseta, conocidos por hospitalarios y por los turistas
que se acercan a su rancho para sacarse algunas fotos con ellos.
Saben de las penurias que trae
vivir en esas alturas de la meseta. Allí sí que las piedras hablan, las únicas
tal vez que como ellos resisten el clima hostil y el abandono que como una
espina de tunales se clava en la carne y en el alma.
Conocen su hábitat como la
palma de su mano. Eso han sido siempre: crianceros. Luchando contra la sequía,
contra las crecientes, contra las plagas que hacen desastres en sus pocos
animalitos, contra la indiferencia de los que podrían cambiar un poco las cosas
y no lo hacen.
Están ahítos de tantos
sufrimientos y todo lo viven con una resignación que es de admirar. Hablan muy
poco porque como otros habitantes de los parajes rurales tienen la dignidad de
soportar en silencio sus propios males.Por, uno se pregunta ¿de qué serviría quejarse? ¿Y quién como se
dice ahora les prestaría la oreja?
Dicen que la meseta es linda y
es cierto. Pero es una verdad a medias: la meseta también es dura y para
habitarla hay que encallecer los sentimientos y curtirse en los mil contratiempos
que la vida en la Patagonia presenta. Porque como decía Saint Exupéry: la
meseta “resiste el corazón de los hombres”.
¿Se puede hablar de justicia
cuando hay familias como los Pilquimán poblando algún lugar perdido en la
geografía rionegrina? ¿Hay algún programa que contemple tamaña ignominia? ¿Qué
estadística puede tabular la situación de estos provincianos que resisten a
puro coraje la osadía de vivir en los campos? ¿Qué leyes regulan tanto
abandono? ¿Qué inclusión les dará una mejor calidad de vida?
Como los hermanos Pilquimán y
Teófilo Pazos hay otros muchos más que soportan sus desventuras esperando
siempre un tiempo mejor. Son pobladores del infortunio y de la soledad.
Esperan con los ojos cansados
de ver tantos años malos, tantas encrucijadas, sabiendo que mañana será igual o
peor que hoy.
Tal vez algún día se haga
justicia con ellos. Tal vez algún día se reconozca su sacrificio. Y tal vez algún
día amanezca para ellos el sol de un mejor porvenir.
Jorge Castañeda
Valcheta
|
|
publicado por
lineasur a las 09:40 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
28 de Abril, 2014
□
CRÓNICAS |
|
 Macondo  Valcheta ENTRE
MACONDO Y VALCHETA
Macondo “una aldea de veinte casas de
barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se
precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos
prehistóricos”.
Valcheta, un pueblo asentando sus
reales a la vera del arroyo homónimo cuyo remoto curso atisbaron los ojos
asombrados de los primeros exploradores describiendo la pureza de sus aguas y
la feracidad de sus pastos y en cuyos parajes aledaños los huevos de titanosaurios
rigen su duermevela entre nidadas y cascarones.
Macondo donde Melquíades “fue de casa
en casa arrastrando don lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver
que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y
las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando
de desenclavarse, y aún los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían
por donde más se los había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta
detrás de los fierros mágicos”.
Valcheta, donde las mojarras desnudas
son una especie única en el mundo porque están desprovistas de escamas y
escudriñan desde hace más de cien años de soledad las nacientes del arroyo
mesetario, donde el brazo frío y el brazo caliente se unen en “La Horqueta”,
confluencia y derrotero que busca su destino de arena y sal en el gran bajo del
Gualicho.
Macondo cuyas casas “se llenaron de
turpiales, canarios, azulejos y petirrojos” y donde “el concierto de tantos
pájaros distintos llegó a ser tan aturdidor que Ursula se tapó los oídos con
cera de abejas para no perder el sentido de la realidad” y cuando “los gitanos
encontraron aquella aldea perdida en el sopor de la ciénaga confesaron que se
habían orientado por el canto de los pájaros”.
Valcheta donde las loradas parten
inquietas y bulliciosas todas las santas mañanas desde los árboles de las
riberas inquietando a propios y forasteros pero en especial orientando a los
arrutados con alada y móvil precisión de
brújula con forma de bandada.
Macondo donde “las mariposas
amarillas precedían las apariciones de Mauricio Babilonia” y aún “alguna vez
las había sentido revoloteando sobre su cabeza en la penumbra del cine”.
Valcheta, donde un árabe de los mal
llamados turcos hubo pintado las gallinas de verde, rojo furioso, amarillo o
fucsia para que nadie se imaginara que eran hurtadas por la noche de los
gallineros más desaprensivos y para que ningún vecino las reconociera como
propias.
Macondo, donde “el primero de la
estirpe está amarrado a un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas”
y donde “un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera
del huracán bíblico” dejó su huella implacable.
Valcheta, donde el negro Eusebio de
la Santa Federación tuvo más ínfulas que un obispo, sin haber pisado nunca su
suelo.
Macondo, donde “las estirpes
condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la
tierra”.
Valcheta entre la elevación azulada
de la meseta y el bajo salitroso del Gualicho; entre los “pozos que respiran” y
la “piedra de poderes”; entre la “cueva de Curín” y la “puerta del diablo”;
entre los árboles milenarios y la paz mítica de “la gotera”, donde la estirpe
vieja de sus familiares aguarda un destino mejor y más auspicioso a la sombra
de los sauces históricos que reverdecen por sus gajos con cada primavera.
|
|
publicado por
lineasur a las 13:38 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
22 de Abril, 2014
□
CRÓNICAS |
|

TAL VEZ ALGUN DIA ARROYO LOS BERROS…
Los
pobladores del paraje Arroyo Los Berros, ubicado en la Línea Sur rionegrina en
las estribaciones de la meseta de Somuncurá, supieron conocer tiempos
infinitamente mejores.
Otra
era la historia del lugar cuando el agua de su pequeño arroyo regaba las
huertas y el pueblito era un vergel. Ya se sabe que desde siempre en la
historia de la humanidad el agua es vida. Corre por las acequias, riega los
sembrados, irriga las arboledas y transforma hasta los polvorientos eriales en
verdaderos oasis. Eso era la comunidad de Arroyo Los Berros. Un oasis en medio
del desierto patagónico.
Los
vecinos, pequeños productores laneros en su generalidad, vivían con cierta
holgura. Tenían buenos vehículos y hasta podían enviar a sus hijos a estudiar
en las ciudades.
Allí,
en uno de mis viajes por la zona, conocí a don Manuel Cayul, el lonco de
la comunidad mapuche de Los Berros.
Hombre cabal y preocupado siempre por la realidad de su lugar en el mundo. Me
sabía contar de los esfuerzos por una vida más digna y de los proyectos para
que el desarrollo y el progreso llegaran también a ese rincón perdido de la
Patagonia.
La
vida parecía transcurrir con menos urgencia que en las ciudades y siempre había
tiempo para el apretón de manos, para la hospitalidad de puertas abiertas donde
el mate y las tortas fritas alegraban el alma de los visitantes. Y casi siempre
algún cordero al asador mientras el rasgueo de la guitarra en las manos de
algún trovador local cuya voz enhebraba en décimas la vida tranquila del hombre
de campo y sus faenas.
Pero
la vida misma tiene sus cosas. Si bien el refrán dice que no hay mal que dure
cien años la buena fortuna tampoco dura para siempre. Así fue y será la
existencia de los hombres sobre la tierra.
Y
hay acontecimientos que ninguna fecha infausta recuerda pero que de un solo
golpe cambia para siempre la vida de pueblos y personas.
Por
decisiones siempre ajenas a los lugareños un buen día se comenzó la
construcción de un acueducto para llevar agua desde Los Berros hasta la ciudad
minera de Sierra Grande.
Nadie
consideró el perjuicio y el daño que dicha medida ocasionaría a los vecinos. Todos
sabían que se condenaría a muerte al paraje pero nadie dijo nada. Tal vez haya
sido sólo una razón numérica, pero ya se sabe que en estos tiempos impiadosos
solo prevalece en quienes toman las grandes decisiones un sentido
economicista y las razones de los
marginados y excluidos no cuentan para nada porque no dejan dividendos ni
votos.
Y
lo que era un oasis al perder el agua del cauce del arroyo que lo irrigaba dejó
de serlo. El arbolado perdió su verdor, las quintas quedaron ociosas y los
frutales a secarse.
Y
luego una de las sequías más prolongadas e impiadosas solo trajo aparejado
infortunios mayores.
Y
así muchos vecinos bajaron los brazos y los jóvenes se fueron del lugar. ¡Qué
difícil es vivir en estas regiones olvidadas de la mano de Dios! ¡Cuántos
contratiempos hay que soportar!
Pasados
los años Arroyo Los Berros nunca fue el mismo. Varios vecinos emigraron, don
Manuel Cayul partió para siempre como no queriendo ver tanta desazón.
En
estos días ha sido noticia debido a las intensas lluvias que asolaron el
paraje. Aislado, con viviendas derribadas y evacuados. La naturaleza también sabe
ser implacable y parece poner a prueba el carácter de su gente.
El
acueducto ha sufrido también las consecuencias del aluvión y ha quedado fuera
de servicio privando de agua a Sierra Grande.
¿Servirá
esta experiencia para que los políticos tomen decisiones acertadas y no vuelvan
a poner la bandera de remate a una localidad? ¿Para que comiencen a pensar en
grande?
Tal
vez algún día Arroyo Los Berros como muchos otros parajes patagónicos recupere
sus momentos de esplendor. Tal vez sea noticia por las cosas buenas que también
pasan. Tal vez algún día vengan tiempos mejores.
Jorge
Castañeda
Escritor
- Valcheta |
|
publicado por
lineasur a las 09:23 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
16 de Abril, 2014
□
CRÓNICAS |
|
LOS
ARABES RIONEGRINOS
Jorge
Castañeda
Escritor
– Valcheta
Los taureg supieron trajinar el laberinto del desierto
a su antojo. Con sus camellos y
dromedarios soportaron el sol ardiente y la sed implacable. Dejaron la huella
de sus caballos –según se dice los mejores del mundo- donde el viento y la
arena con formas más cambiantes que las de Proteo las desdibujaban con
persistencia y tenacidad.
Sólo el verde espejismo de los oasis les permitía
descansar del trajín de sus vidas errantes donde los días y las noches se
repetían iguales y recurrentes.
Las caravanas, el comercio de animales, la libertad de
sus vidas nómades, las noches frías contrastando con el calor opresivo de los
soles calcinantes, los dátiles, las tormentas de arena, la leche de cabra, la
cuajada blanca, el redondo pan al rescoldo, los morteros con su almirez, el
filo cortante de sus dagas engastados sus mangos de piedras preciosas y sus
hojas de fina filigrana.
El desierto fue el protagonista de estos pueblos. Su
razón de ser. Su ámbito reservado. Conservando una cultura varias veces
milenaria pudiendo llegar a decir que allende fue formada la placenta del mundo
y de la civilización. El cuño precioso de la vida. Las primeras ciudades:
Baalbek, Biblos…, cargadas de historia y de cultura.
Pueblos y pueblos pasaron por sus arenas ardientes,
señores ya del arte de la guerra o del comercio, protegidos sus rostros y sus
cuerpos por la túnica blanca como el color de las raras nubes que nunca
supieron descargar el milagro del agua.
Sólo la sed y la fatiga, la búsqueda del sol a
desierto traviesa, la libertad de vivir sin arraigo, solo las arenas
“inconmensurables y abiertas” su lugar en el mundo. Y el pie en el estribo
partiendo siempre de ningún lugar para arribar a otra nada igual a la de ayer.
Por eso tal vez la estirpe nueva de esos atrevidos
hombres del desierto supo elegir después de bajar de los barcos temibles
un paisaje similar, cambiando cedros por
araucarias, pero esta vez para echar raíces y formar familias que habrían de
perpetuar los exóticos apelativos de su linaje oriental.
Y cambiaron un desierto por otro, ésta tan nuestro y
cercano, que está aquí al alcance de la mano y también cerca de las estrellas
de un hemisferio diferente: la región sur de Río Negro, en pleno corazón de la
Patagonia, madre tierra de todos los desahuciados.
Y como allá en su lejano terruño también trajinaron el
desierto nuestro para ejercer el comercio, ese viejo oficio que traían en su
sangre. Y parieron en estas soledades de coirón y de basalto sus emprendimientos
a los que bautizaron con toda la nostalgia de su corazón: “La Flor de Siria”,
“El baratillo del Líbano”, donde nunca faltaba el anís compañero, el plato con
aceitunas, la blancura del leven, el kepi crudo con burgol y menta, las fatay
con carne de capón picada a cuchillo, los postres con pistacho y almíbar.
Con su castellano a destiempo, algunos con el Corán
debajo del brazo (tengo el que era de mi tío), con la delicadeza gris del
narguile para ocultar su nostalgia, con la persistencia ante los obstáculos,
con la obstinada paciencia de saber que todo se puede.
Cambiaron un
desierto por otro. Se acriollaron, usaron indumentaria paisana,
aprendieron las faenas rurales, su hicieron chacareros. Tuvieron hijos,
familias con apellidos orientales y siempre el recuerdo de aquel desierto más
grande que dejaron en Arabia.
Ese desierto que marcó las cicatrices de su ámbito en
el alma de esos inmigrantes y el viento la música permanente que aquí no sólo
suele levantar la arenisca de las dunas como allá, sino también las piedras y
doblar la copa de los árboles a su antojo.
Porque el desierto es la circunstancia de estos
pueblos, la matriz de su memoria genética, su forma de ser, la argamasa que los
ha moldeado desde tiempos pretéritos. De allí viene su carácter, su sentido de
la hospitalidad, su idiosincrasia, sus costumbres.
El desierto allá y el desierto acá. ¿Importa algo?
En cada patio, en cada casa de estos árabes gauchos y
pioneros quedan todavía sus plantaciones de olivos y de viñas. Como allá. Como
siempre hicieron. Sacando a la tierra árida y hostil los frutos de la
subsistencia.
De esa sangre, de esa herencia, de esa prosapia yo
también he nacido al mundo. Amed Ardín, abuelo legendario, tíos Mohamed y
Michleb, colectividad del mundo árabe en Río Negro, Neuquén y en el mundo: en
el día de la independencia del Líbano mi crónica los recuerda.
Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta
La Embajada del Líbano con la firma de su embajador Hicham
Hamdan otorgó al autor de la nota “Diploma de Honor” por su obra literaria y el
rescate de la cultura árabe.
|
|
publicado por
lineasur a las 22:41 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
|
SOBRE MÍ |
Jorge Castañeda
Escritor nacido en Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires) el 23 de Agosto de 1.951, se radicó desde el año 1953 en la localidad de Valcheta, Pcia. de Río Negro.
Entre sus obras publicadas pueden citarse, entre otras, "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico", "Arturo y los soldados", "Como Perón en el cuadro", "Poemas cristianos", etc.
»
Ver perfil
|
|
|
CALENDARIO |
 |
Abril 2025 |
 |
|
DO | LU | MA | MI | JU | VI | SA | | | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 |
|
|
| |
AL MARGEN |
Jorge Alberto Castañeda |
Escritor y periodista de Valcheta, localidad ubicada en la Patagonia Argentina |
| |
|