ASI
NACIO LAS GRUTAS
por Jorge Castañeda
Según se desprende del Acta Nº 1 del día 30 de
Enero de 1960, el Presidente del entonces Concejo Municipal de San Antonio
Oeste don Celso Bresciano propiciaba una reunión convocando a un grupo de
vecinos creando una Comisión Honoraria del Balneario quedando integrada por los
señores José Kanje, Fidencio H. Leal, Orlando Vega, Miguel Santolíquido, Juan
J. Leal, Leopoldo Cabaleiro, Julio Guido, Egberto Vichich y otros que después
se incorporarían.
El escritor Héctor Izco reseña que “Como
primera medida se dispone un trazado y
un loteo. Pequeño, abarca lo que hoy sería desde la calle Catriel hasta las
inmediaciones de la Segunda Bajada
en lo largo, y en lo ancho la Avenida
Costanera y la actual calle Viedma. Pequeñas manzanas y
dentro de ellas, pequeños terrenos, corrientemente de 10 x 14 metros y su
adjudicación respecto a los mejores lugares por sorteo, a un precio de 3.000
m/n.”
“Y casi de la nada –acota Izco- surgen las
primeras construcciones, modestas y adaptadas a las medidas de esos terrenos y
más que nada a las expectativas y posibilidades del momento”.
El lugar que estaba fuera del ejido municipal
de San Antonio formaba parte del campo del Sr. Eugenio Tarruella, cuya mensura
no estaba aún aprobada.
Los estudiosos de la historia local son
coincidentes al afirmar que más atrás en el tiempo en ese lugar “por el año
1938 había allí un viejo poblador don Isidro Álvarez, que como varios de la
zona de médanos de la costa tenía un ranchito y un corral atendiendo una punta
de chivas”.
En su libro “Las Grutas” la historiadora
Josefina Arce de Ballor agrega el valioso dato que “Por el año 1892 se radicó
en e lugar un español: Pablo Hernández. Este hombre construyó su rancho, sobre
un costado del camino, cercó un corral, para un gran rebaño de cabras, vivió
algunos años dedicado a su manada andando siempre solo rodeado de un halo
misterioso y la llamaban “el pastor”.
Menciona también que Isidro Álvarez “llegó a radicarse
procedente del río Salado y traía consigo 100 cabezas de vacunos, 300 ovinos y
24 caballos”. Agrega que “cuando estuvo
acomodado comenzó a trabajar: se preparó un carrito, lo adornó con los colores
patrios, a los costados con pintura negra, se internaba en el monte, sacaba,
cargaba hasta el tope, y con su mulita atada se iba de leñatero a san Antonio
Oeste, vendía toda la carga, por 300 pesos y traías de regreso las necesidades.
Don Isidro Alvarez vivió así, en compañía de su esposa, treinta y cinco años,
con sus cabras que vendía la leche y su señora fabricaba los quesillos, que
eran codiciados por los sanantonienses”.
Agrega también el valioso dato que al lugar
llega por el año 1952 “don Juan Tarruella, un hacendado que traía permiso de la
provincia y que construyendo su casa se instaló con su familia”.
Don Héctor Izco reseña en su libro sobre San
Antonio Oeste que “en el año 1938, un grupo de muchachos, con flamantes veinte
años casi todos, deciden hacer una casita de verano en Las Grutas”. De quién
fue la idea no se sabe con certeza.
Esos muchachos según el autor eran: Leopoldo
Cabaleiro, Fidencio Leal, Darío García Díaz, Andrés Ortiz, ocasionalmente César
Domínguez y el mismo Héctor Izco.
Desde esos lejanos hitos fundacionales mucho
tiempo ha transcurrido y hoy el Balneario Las Grutas es uno de los lugares turísticos
más importantes de toda la
Patagonia, de tal envergadura que ni siquiera aquellos
avizores pioneros se llegaron a imaginar.
Nuevos temas se aproximan al debate: ¿Debe el
Balneario Las Grutas ser municipio autónomo?
Creo que todas las opiniones son importantes y
deben ser tenidas en cuenta. La iniciativa merece un debate responsable donde
todos puedan opinar sin descalificaciones ni oportunismos.
Como es conocido ya en otras notas me he
mostrado partidario de la integración no sólo entre comarcas sino también entre
regiones, como la realidad geopolítica mundial lo demuestra.
Si se podría hablar de más autonomía en las
decisiones del gobierno comunal y de una mayor participación responsable de los
lugareños en los asuntos comunitarios. Pero siempre considerando la integración
no solo al ejido sanantoniense sino al circuito atlántico con las ciudades de Sierra
Grande y Valcheta, para entre otras demandas atender en forma mancomunada las
cada vez mayores exigencias del turista sobre todo el marco del futuro Corredor
Bioceánico Norpatagónico y considerar que la segregación nunca ha dado buenos
resultados.
Tal vez por ahí pase el destino que soñaron los
pioneros para el Balneario Las Grutas.