La nota del escritor de
Valcheta Jorge Castañeda “América fragante y mestiza” será leída por el
director del diario “Long Island al día en Noticias” Jesús Ríos, en el marco
del día de la herencia hispánica en el College de Brentwood de New York ante un
público mayormente integrado por académicos, estudiantes hispanos y muchos
nacidos alumnos de ese país que no hablan español.
La nota de Castañeda
desarrolla una visión del continente americano vista por poetas mestizos de la
talla de Rubén Darío, César Vallejo y Pablo Neruda entre otros. Asimismo
rescata a los pueblos pre existentes que fueron señores y totales dueños de
estas tierras exóticas antes de la llegada de los hombres blancos.
AMERICA FRAGANTE Y MESTIZA
Todos los pueblos -escribió César Currulef-
cuasi como la vida misma nacieron alguna vez. “Aquel numeroso de Abraham, los
caldeos y el reinado asirio de Senaquerib, los fenicios y el imperio romano, el
gran Temuji Kan de la Mongolia, los moros invasores de la tierra castellana y
los hunos genuflexos a las puertas de la Roma cristiana”.
“Y en la América fragante de Cristóbal
Colón, antes, pero mucho antes, civilizaciones mayas y aztecas, en el cenit de
su sabiduría la dejan esculpida para la posteridad”.
“Al norte del hemisferio los pueblos piel
roja y bajando por las aguas del Pacífico, los incas, el reino de la Araucanía
y los pascuenses, fundadores en la inmensidad de los confines, numerosos como
las arenas del mar”.
“Pero el tiempo pasa como la dicha y allá
en el Sur, a la vera del Callvulavquen hollaron sus faldeos conquistadores y
frailes, poblando la tierra, “la ciudad de los Césares”, en las barbas y ante
el asombro del pueblo mapuche”. Lo demás es historia conocida. Es traerlo a la
memoria Y entonces debo decir que también yo he venido al mundo y me asombré de
ver tanta maravilla: lagos, basalto, cóndores y nieve, como también pequeños
pájaros multicolores, que en invierno se guarecen en las cuevas a orillas del
gran lago”.
“Pero al desierto Patagón, lo traigo a la
memoria porque allí viven los hombres y las mujeres de este Koñümpan, rescoldo
de vida, tibio sol en las nacientes del Chenqueniyeu arriba”.
Y así es. Así debe ser. Es necesario ante
un nuevo 12 de octubre, recordar, traer a la memoria, como quiere la pluma
sabia de Currulef.
América fragante y mestiza, exótica y
deslumbrante, de ríos arteriales buscando la sal de los mares, con selvas
impenetrables donde hasta el día de hoy todavía el hombre no ha hollado con sus
plantas, de cordilleras con sus picos coronados de nieves eternas, de volcanes
que cuando se enojan braman y vomitan su lava, de lagos azogados en las
alturas, de ciudades milenarias perdidas en la espesura, de piedras tutelares,
de cañadones donde el curso de los ríos han erosionado sus laderas, de estatuas
descomunales cuyo significado se pierde en la noche de los tiempos, de formas
piramidales al igual que aquellas allá en el valle del Nilo, de cataratas tan
magníficas que todas las palabras de Alvar Núñez Cabeza de Vaca no pudieron
describir a los monarcas ensimismados en su trono en España,
de animales jamás vistos: tucanes, papagayos. América del chocolate y del
tabaco, de la papa, del maíz, señor y Dios de los pueblos emplumados.
América, donde el hombre primigenio trajinó
sus entrañas donde “tierra fue, vasija, párpado del barro trémulo, forma de la
arcilla, fue cántaro caribe, piedra chibcha, copa imperial o sílice araucana.
Tierno y sangriento fue, pero en la empuñadura de su arma de cristal
humedecido, las iniciales de la tierra estaban escritas. Nadie pudo recordar
después: el viento las olvidó, el idioma del agua fue enterrado, las claves se
perdieron o se inundaron de silencio o sangre”. América arboleda, zarza salvaje
entre los mares, de polo a polo balanceabas, tesoro verde, tu espesura. Tierra
mía sin nombre, estambre equinoccial, lanza de púrpura, tu aroma me trepó por
las raíces hasta la copa que bebía, hasta la más delgada palabra aún no nacida
de mi boca”. Pablo Neruda, poeta nacional de Chile.
¿Acaso no glosó el Inca Garcilaso de la
Vega las crónicas de la conquista y las pasadas glorias de los pueblos
americanos? ¿Acaso no fueron mestizos los grandes escritores del continente
como Manuel Scorza, César Vallejo y el mismo Rubén Darío “un hijo de América y
un nieto de España”? ¿No supo decir acaso el gran nicaragüense en sus versos
“Ojala hubieran sido los hombres blancos/ como los Atahualpas y Moctezumas?
América tierra de aventureros, de chamanes,
¿dónde ha quedado la voz de la werken, lo saberes ancestrales de los ancianos,
las lucha de los héroes, la identidad de los hombres hijos del maíz?
“América, nadie la para ya, no pueden
detenerla ni la calumnia, ni el boicot, ni nada. Este es continente de aventura
que a los aventureros se los traga, les sube por la sombra despacito y el ojo
codicioso les socava. Vendrán los desahuciados de la tierra buscando sus
riquezas legendarias hasta que un día en una sola greda se confundan las
lenguas y las razas. América, animal de leche verde, por la gran cordillera
vertebrada, hunde el hocico austral bajo el polo y descansa en su fuerza
proletaria. Camina hacia la luz, lenta y segura, con el polen del sol en las
entrañas. Y su destino torrencial fijado está en el tiempo por la Vía Láctea.
Que el hambre, la violencia, la injusticia, la voluntad del pueblo traicionada,
no harán sino aumentar su rebeldía, no harán sino apurar en sus entrañas, el
hijo de la luz que viene a unirnos en una sola espiga esperanzada. Porque
América tierra del futuro igual que la mujer, vence de echada. Jaime Dávalos,
poeta de Salta.
Hoy es el día de rescatar nuestra
identidad, de recuperar el latido primordial de nuestra tierra de valor
inmanente, consuetudinario. Este continente que nos dice con la voz del poeta
“Sube a nacer conmigo, hermano americano”.
Jorge Castañeda
Escritor - Valcheta