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JORGE CASTAÑEDA
Blog de literatura de la Patagonia
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Entradas por tag: valcheta
28 de Abril, 2014    CRÓNICAS

ENTRE MACONDO Y VALCHETA

Macondo
Valcheta

ENTRE  MACONDO Y VALCHETA

 

 

Macondo “una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”.

Valcheta, un pueblo asentando sus reales a la vera del arroyo homónimo cuyo remoto curso atisbaron los ojos asombrados de los primeros exploradores describiendo la pureza de sus aguas y la feracidad de sus pastos y en cuyos parajes aledaños los huevos de titanosaurios rigen su duermevela entre nidadas y cascarones.

Macondo donde Melquíades “fue de casa en casa arrastrando don lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aún los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se los había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos”.

Valcheta, donde las mojarras desnudas son una especie única en el mundo porque están desprovistas de escamas y escudriñan desde hace más de cien años de soledad las nacientes del arroyo mesetario, donde el brazo frío y el brazo caliente se unen en “La Horqueta”, confluencia y derrotero que busca su destino de arena y sal en el gran bajo del Gualicho.

Macondo cuyas casas “se llenaron de turpiales, canarios, azulejos y petirrojos” y donde “el concierto de tantos pájaros distintos llegó a ser tan aturdidor que Ursula se tapó los oídos con cera de abejas para no perder el sentido de la realidad” y cuando “los gitanos encontraron aquella aldea perdida en el sopor de la ciénaga confesaron que se habían orientado por el canto de los pájaros”.

Valcheta donde las loradas parten inquietas y bulliciosas todas las santas mañanas desde los árboles de las riberas inquietando a propios y forasteros pero en especial orientando a los arrutados con alada y móvil precisión  de brújula con forma de bandada.

Macondo donde “las mariposas amarillas precedían las apariciones de Mauricio Babilonia” y aún “alguna vez las había sentido revoloteando sobre su cabeza en la penumbra del cine”.

Valcheta, donde un árabe de los mal llamados turcos hubo pintado las gallinas de verde, rojo furioso, amarillo o fucsia para que nadie se imaginara que eran hurtadas por la noche de los gallineros más desaprensivos y para que ningún vecino las reconociera como propias.

Macondo, donde “el primero de la estirpe está amarrado a un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas” y donde “un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera del huracán bíblico” dejó su huella implacable.

Valcheta, donde el negro Eusebio de la Santa Federación tuvo más ínfulas que un obispo, sin haber pisado nunca su suelo.

Macondo, donde “las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”.

Valcheta entre la elevación azulada de la meseta y el bajo salitroso del Gualicho; entre los “pozos que respiran” y la “piedra de poderes”; entre la “cueva de Curín” y la “puerta del diablo”; entre los árboles milenarios y la paz mítica de “la gotera”, donde la estirpe vieja de sus familiares aguarda un destino mejor y más auspicioso a la sombra de los sauces históricos que reverdecen por sus gajos con cada primavera.

 

 

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05 de Noviembre, 2013    DATOS y NOTICIAS

Documental de Valcheta

Link a youtube:

http://www.youtube.com/watch?v=D3WKh0U1zjw&feature=c4-overview&list=UU5GLHdJ-0TISxaTYL-GlghQ
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07 de Agosto, 2012    CRÓNICAS

VALCHETA Y LAS CRECIENTES: LA IMPORTANCIA DEL TOPONIMO

VALCHETA Y LAS CRECIENTES: LA IMPORTANCIA DEL TOPONIMO

 

Jorge Castañeda

Escritor - Valcheta

Es sabido que los integrantes de los pueblos preexistentes cuando nombraban a algún paraje o accidente geográfico los hacían indicando sus propiedades o características más sobresalientes.

De allí la importancia de saber interpretar nuestra toponimia y leer en el nombre impuesto la síntesis que lo identifica con precisión y justeza.

A diferencia de estos pueblos, los viajeros posteriores bautizaron lugares de nuestra Patagonia con profusión de nombres y apelativos.

Escribe Cipriano Arbe en su interesante crónica “Vodudahue 82, un viaje al mito” que cuando tehuelches y mapuches nombraban algo “era porque tenían una relación distinta con su medio, lo respetaban más, y no se apropiaban de montañas, ríos y valles. Designaban los lugares nombrando una característica que les era peculiar; resumían en un nombre la particularidad que, para nosotros es cuestión de mera cartografía. Ni siquiera distinguían las corrientes continuas de los ríos sino que, con el nombre, indicaban emplazamientos. Lo más cercano sería decir que su toponimia era fotográfica, encerraban en ella una idea del lugar según lo que lo caracterizara”.

En el caso particular de Valcheta es un topónimo tehuelche septentrional que significa “lugar donde el agua se colma” haciendo alusión a las célebres crecidas aluvionales del arroyo, donde desemboca el agua pluvial de los cañadones de la meseta de Somuncurá y de los parajes de Chipauquil y Chanquín.  Precisamente este último topónimo que designa a éste último en lengua mapuche significa “isla”, “bifurcación u horqueta”, refiriéndose exactamente a que queda de esa forma cuando hay crecientes excepcionales.

Volviendo a Valcheta el significado es más que válido dado que los aluviones son recurrentes en el tiempo y cuando suceden el agua se desborda de cauce e inundan gran parte del valle y sobre todo  a la altura pueblo.

Ese fenómeno lo observó Musters al pasar por allí con los tehuelches meridionales en 1870: “Ese río está sujeto a grandes crecientes, como lo demostraban la maleza y la broza que colgaban de los arbustos y matorrales en todo el valle, dejados allí evidentemente por la inundación primaveral”.

Harrington escribe kukbürschanitën o bülchanetën aljkach. O sea “el río se está llenando”. Y George Claraz en su vocabulario  kelelé-apatapschlec, traducido: “el gran diluvio” y “salir, reventar, inundar”.

O sea que para tehuelches y mapuches, grandes conocedores de parajes y lugares, no era desconocido que al arroyo Valcheta en determinadas épocas se desbordara inundando con sus aguas todo el famoso “paradero”.

De allí la importancia de los topónimos para asimilar las características más sobresalientes de cada lugar y de las contingencias climáticas.

Los pobladores recuerdan algunas crecidas extraordinarias del arroyo, entre ellas la del año 1966 (ciento ochenta milímetros en dos horas) que se desbordó incontrolable anegando varias cuadras de la localidad y entrando a la mayoría de casas y comercios, pero con la particularidad que fue solamente con la lluvia caída  en Valcheta pueblo.

Al ser canalizado el cauce del arroyo ya las posteriores fueron de menores consecuencias, sin embargo ésta última demostró que las crecientes son recurrentes y que siempre hay que prestar atención a la toponimia, recordando  que Valcheta es precisamente  “el lugar donde el agua se colma”. 

 

 

 

 

 

 

 

 

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06 de Octubre, 2010    CRÓNICAS

VALCHETA


 

VALCHETA

 

Jorge Castañeda

Valcheta

 

 

Estás hecha de edades milenarias, de tiempos ancestrales donde se tejió  la urdimbre de tu historia entre el duro basalto de los cerros y la umbría sombra de los valles.

La luna se recostó en los recodos del arroyo y la lengua natural del nativo puso crisma y nombre para bautizar la comarca. Valcheta.

 

Tiempo y tiempo forjaron la geografía austera de tu paisaje, donde estepa, meseta y bajo supieron conjugar un concierto bajo las estrellas brillantes del Sur. La savia de tehuelches y mapuches abrevó en la tierra para labrar un destino más auspicioso que la guarda de sus tejidos en telar. Valcheta.

 

Del tiempo torrencial de los grandes saurios han quedado los vestigios en los árboles petrificados que custodian como gigantes caídos el esplendor de otras edades donde el mito y la leyenda dieron forma a tu cultura y a tus tradiciones. Valcheta.

 

La gesta de un encuentro se labró en el tumulto de la batalla a las orillas del viejo arroyo mesetario, para ser descubierta una nueva región nacida del coraje de un puñado de valientes que se sabían herederos de un mandato de grandeza. Hechura somos de aquellos hombres. Valcheta.

 

El aire se pobló de voces y la soledad no fue tanta. El espacio lentamente se fue ocupando y los inmigrantes trajeron su bagaje de sueños y de afanes tesoneros. Amaron esta tierra por igual y dieron familias que arraigaron sus anhelos a pesar de la distancia, del frío, de los vientos implacables y de las necesidades urgentes. Comenzábamos a ser con el apelativo de los colonos y los primeros pobladores. Valcheta.

 

El riel fue avanzando por alturas y cerros, ganando leguas en medio del desierto, echando bocanadas de humo negro por Cinco Chañares,  Mancha Blanca, Aguada Cecilio y Paja Alta para llegar como un monstruo sediento a beber en las aguas del arroyo y dejar a cambio la moneda acuñada del progreso. Valcheta.

 

Y te hiciste surco, sementera, tierra fecunda del labrador, que como a una nueva arcadia entregó sus labores para ver florecer la colonia con sembrados y cultivos, deteniendo el ímpetu de los vientos en las cortinas de álamos y hendiendo la gleba con la cuña brillante del arado para domeñarla a su antojo y voluntad. Valcheta.

 

Y los soles redondos del verano maduraron las pomas y los frutales. En la abundancia ponderable del racimo el vino chacolí ya cantaba en las tinajas y los toneles. La uvada invitó a la frescura de las acequias y el agua siguió corriendo por canales y compuertas,  cantando con alborozo un himno de alegría y fecundidad. Valcheta.

 

El valle antes yermo se hizo vergel y las abejas libaron el néctar de las flores. Las loradas parleras alborotaron las tardes para pernoctar en los árboles ribereños. La tierra abrió sus entrañas para parir las riquezas minerales dormidas por los siglos y el esfuerzo de los mineros supo escribir la gesta del trabajo. Valcheta.

 

Los artesanos despertaron habilidades y sabidurías dado forma al cuero, a la madera y a la piedra; mientras las tejenderas en el telar mapuche dieron forma y colorido a la textura de sus matras perpetuando una tradición que viene desde tiempos lejanos. Valcheta.

 

Pueblo milagroso recostado en el regazo milenario de los árboles petrificados y los huevos prehistóricos de los grandes saurios.  Extendido entre el jarillal cercano y las lomadas que acunaron tus sueños de ventura y promisión. Atisbando un futuro preclaro como una nueva arcadia de esperanzas y renuevos.

 

Tierra de mis padres, solar nativo. Tu paisaje llevo en el alma. Tu aire colma mis esperanzas. Tu cultura corre por mis venas. Tu linaje pone blasones de pertenencia en mi corazón. Mi pueblo. Mi lugar. Mi mañana. Mi porvenir. De tus albricias estoy colmado. En tus misterios me enredo. A tus leyendas voy. De tu pasado vengo. Tu savia es mi savia. Hasta pronto. Hasta siempre. Valcheta.

 

Jorge Castañeda

 

 

 

 

 

 

 

 

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20 de Abril, 2010    CRÓNICAS

LA VIEJA ESTACION DE TRENES DE VALCHETA




LA VIEJA ESTACION DE TRENES DE VALCHETA

 

 

Jorge Castañeda

Valcheta

 

 

 

En el pasado mes de Marzo se cumplieron cien años de la inauguración de la llegada del ferrocarril a Valcheta con la presencia del entonces Presidente de la Nación Dr. Julio Figueroa Alcorta y funcionarios de su gobierno, destacando la presencia del ministro Ezequiel Ramos Mexía, verdadero impulsor de las obras para el desarrollo de la Patagonia y del responsable de las obras Ingeniero Guido Jacobacci.

 

Según expresa Emir Martín, uno de los memoriosos ferroviarios, “la construcción del edificio de la estación se compone de chapas de zinc y maderas de pinotea en su pared  interior, cuenta con tres habitaciones: oficina de trenes y telégrafo, boletería y sala de espera, baño público de materiales sobre plataforma norte y adjunto posee vivienda para personal de auxiliares, actual vivienda del jefe de estación, compuesta de cocina, pasillo, dormitorio y baño”.

 

Martín recuerda que “concluido el ramal hacia la línea sur fue muy importante para la economía de esta zona, referida a la producción de frutas y verduras en cantidades suficientes para transportar esta mercadería en vagones cubiertos a toda la línea, incluyendo el ramal de trocha angosta de Jacobacci a Esquel construido entre 1920 y 1935. El monto de lo transportado de la Colonia Valcheta rondaba entre las cinco y ocho toneladas semanales de frutas y verduras en cajones y bolsas siendo los principales despachantes las familias Bellini, Sella, Valentini, Voltolini, Rada, Ruiz y Seleme entre otros menores.

 

“El servicio telegráfico se inauguró en el año 1918 de comunicación por sistema cableado desnudo de alambres con aisladores sostenido por postes de palmera, rieles y aisladores enclavados a una distancia de 80 metros cada uno, prestando su servicio hasta el año 1993”.

 

Entre los últimos jefes de estación Martín recuerda por orden cronológico a Eugenio Montoro, Américo Belsa, Domingo Palacios, Alfredo Quaini, Oscar Acuña, Gerente Montoro, Ricardo Scrochi, Emilio Leuze, Américo Martínez, Justo Lado,  Juan Billiet, Juan C. Giunta, Norberto Rondeau, Antonio Derecho, Carlos Iribarne. José Pérez Capel, y Emir Abel Martín todos estos bajo la empresa Ferrocarriles Argentinos. Y ya con la empresa Tren Patagónico José Luís Gómez, Emilio Díaz, Rubén Sosa y el actual jefe Ricardo Juan Bernabé.

 

El actual edificio se encuentra en un perfecto estado de conservación donde todo reluce como si fuera nuevo. Desde los mostradores, los brillos del telégrafo y del teléfono, el viejo y redondo reloj que sigue contando las horas y la campana que como hace cien años continúa con su llamado en los andenes, donde los turistas asombrados toman fotos y filman el viejo edificio que no se niega a morir.

 

Finaliza Martín expresando que “por sus características la estación de Valcheta posee una rica historia, teniendo en cuenta la función social que cumplió para beneficio de toda la población, a través de los únicos medios de comunicación existentes: telégrafo, teléfono de control y trenes, de gran utilidad para sus habitantes, cumpliendo funciones de servicio social, comercial, bancario, etc. Y un medio de transporte diario a través de trenes aguateros, entre Valcheta y San Antonio Oeste por más de sesenta años”.

 

 

 

 

 

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04 de Marzo, 2010    CRÓNICAS

A CIEN AÑOS DE LA LLEGADA DEL TREN A VALCHETA

 

A CIEN AÑOS DE LA LLEGADA DEL TREN A VALCHETA

 

 

por Jorge Castañeda

Valcheta

 

 

 

La localidad de Valcheta el día 20 de Marzo recordará un verdadero acontecimiento histórico al conmemorarse los cien años de la llegada del ferrocarril, con la visita del entonces Presidente de la Nación Dr. Figueroa Alcorta y funcionarios de su gobierno.

 

Don René Henry Lefebvre en su ameno libro “Mi querido Puerto San Antonio” cita que “cuando se llegó a concluir la construcción de los 100 primeros kilómetros de vía hacia Valcheta, a fin del año 1909, se anunció la próxima visita del Sr. Presidente de la Nación para proceder a la inauguración oficial.”

 

Destaca que después de permanecer la comitiva algo más de una hora en San Antonio recibiendo a un núcleo de personalidades representativas de dicha población y a una delegación del Ferrocarril del Estado encabezada por el Ingeniero Guido Jacobacci “de inmediato se emprendió el viaje a punta de riel o sea a Valcheta, llegando el convoy a mediodía”.

 

El cronista del periódico “Flores del campo” en una colorida nota expresa que “el monstruo que nos arrastra parece tener una sed insaciable, porque varias veces se detiene a llenarse de agua y esos descansos nos permiten examinar detenidamente los contornos y admirar los beneficios de las lluvias que han hecho nacer abundantes pastos donde, se nos dice, pocos días atrás no había nada. Antes de llegar al pueblito de Valcheta el tren se detuvo y n os dirigimos a un gran local donde se habían instalado las mesas para el almuerzo”. Otros historiadores aportan que el local era la famosa “barraca de Peirano”  que se ubicaba en inmediaciones de la estación de ferrocarril.

 

Continúa el periodista diciendo que “puedo asegurar que todos veíamos con placer que se aproximaba el momento de probar el asado con cuero que se nos había anunciado y es que según opinión general el aire de la Patagonia aviva el apetito de una manera asombrosa. El himno nacional fue escuchado fue escuchado en solemne silencio; es que si impresionan siempre sus gratas notas, subyugan cuando son preludio de grandes acontecimientos como era la realización de un ferrocarril en la Patagonia, desde el mar a los soberbios Andes. El señor Presidente tomó asiento teniendo a su derecha al Dr. Saenz Peña, al Ministro de Hacienda, al señor gobernador Gallardo y al almirante Blanco, a su izquierda los ministros de Obras públicas Ezequiel Ramos Mexía, de Marina y de Agricultura. Se hizo honor a las carnes y frutas y cuando el gozoso champagne centelló en las copas, el señor Presidente leyó su discurso, pieza literaria de mérito (haciendo alusión a los gobiernos anteriores sellando el dominio con el acero del riel) exteriorizando el convencimiento del estadista que realizaba una obra de trascendental importancia para las regiones beneficiadas por el ferrocarril. El Ministro de Obras Públicas y el Gobernador del Territorio al unirse en exterior abrazo con el señor Presidente de la República, parecían dar expresión al gozo de todos los presentes se hallaban poseídos”.

Lefebvre agrega que al acto “concurrieron vecinos del villorrio de Valcheta y se habían levantado arcos de bienvenida y con leyendas como ésta: “en 1810 se abrió a la vida una nueva Nación, en 1910 se abre a la vida una nueva región”.

 

Con la llegada del ferrocarril a Valcheta  “allí por fin se encontraba agua buena y abundante que proveía el arroyo que daba nombre a la población. Los 200 a 300 litros por segundo del arroyo era suficientes para todas les necesidades en forma casi ilimitada”. “Pronto se instalaron las bombas necesarias para poder abastecer de agua a la creciente población se San Antonio, la que sería transportada en vagones del ferrocarril, pero lo provisorio del sistema duraría más de sesenta años”.

 

Como hecho anecdótico podemos decir que Figueroa Alcorta fue el único Presidente en ejercicio que visitó la localidad y con Saenz Peña fueron cuatro los ciudadanos que luego serían Presidentes de la Nación: José M. Guido, Carlos Menem y Fernando de la Rúa.

 

El ferrocarril no sólo a cien años de su inauguración sigue todavía cumpliendo una función social y turística de fundamental importancia para toda la Región Sur sino que de frente al futuro Corredor Bioceánico Norpatagónico será protagonista de una nueva gesta para las nuevas generaciones.

 

 

 

 

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08 de Septiembre, 2009    CRÓNICAS

Y CORBATTA PASO POR VALCHETA


 

Y CORBATTA PASO POR VALCHETA

 

 

Jorge Castañeda

Valcheta

 

 

En la vida, que al decir de Cortázar es un “tarot de claves olvidadas que unas manos gotosas rebajan a un triste solitario”, hay momentos estelares, sublimes, como alcanzar la cúspide de una montaña, sabiendo que esos instantes justifican todos los infortunios y las decepciones que cada día la vida “proxeneta de la muerte” nos trae. Porque a veces –casi siempre- como decía Isidoro Blaistein “ruge un demonio y sonríe un ángel”.

 

Esos momentos donde se alcanza la gloria, de alguna forma nos complementan y le encontramos algún significado a la pregunta de porque venimos a este mundo que algunos llaman un “mar de lágrimas”.

 

Y el “loco” Corbatta vivió mucho esos momentos estelares donde supo descollar y casi  “tocar el cielo con las manos”, como aquel gol fabuloso que le hizo a Chile y quedó en los anales del fútbol mundial.

 

Decir Omar Orestes Corbatta es decir ídolo, es decir “el loco”, es decir Racing Club, es decir talento, es decir gambeta, pero también es decir decadencia y tristeza.

 

Decir Corbatta es escuchar contar a Campagnucci que ese “jugador un domingo memorable llegó a jugar en un estado de ebriedad muy alto, tanto era así que le tiraron una pelota sobre la raya del costado, asegurando que veía doble, dos pelotas, y que siguió a una y por poco no cayó dentro de la fosa que rodeaba la cancha, pero que al regresar del descanso del entretiempo, ya repuesto, Corbatta “la descosió” y convirtió nada menos que tres goles”.

 

Decir Corbatta es recordar lo que siempre supo sostener: “el jugador de fútbol no se hace, jugador se nace” Y Omar Orestes Corbatta nació jugador para la alegría de muchos.

 

“Formado como un jugador de dibujos animados, dio para la Academia sus mejores tardes de fútbol. Ligero como un pajarillo, con patitas de alambre y una altura que se alzaba apenas por encima de un bastón”. Así era el “loco”.

 

Ese Corbatta –hoy una leyenda del fútbol argentino- por esas cosas que tiene la vida y que mencionábamos al principio de este relato- ya bastante venido a menos y en el ocaso de su carrera, supo trajinar las polvorientas calles de Valcheta, que por la década de los sesenta era un pequeño pueblo casi olvidado de la provincia de Río Negro.

 

Dicen que lo trajo el “negro” Acosta y el “loco” que todavía la rompía supo jugar para el Club A. Tigre. Muchos de los muchachos recuerdan esos tiempos con mucha emoción cuando fueron compañeros nada más ni nada menos que del gran Omar Orestes Corbatta.

 

Recuerdan que solía parar en la pensión “El Gaucho”, lugar emblemático de Valcheta que todavía está en pie.

 

Dicen que en  un partido que jugó Tigre en Bariloche un hincha le pidió la camiseta y que el “loco” se largó a llorar porque todavía lo reconocían y admiraban.

 

Después de su paso por aquellos años ya alejado de Valcheta en algunos comercios de Ramos Generales tradicionales del pueblo lo volvieron a ver: Corbatta, en una vieja estanciero andaba de…¡vendedor de zapatos!

 

Algunos vecinos bautizaron a sus hijos con el nombre Omar, en homenaje a ese excepcional puntero derecho que alguna vez trajinó las calles de Valcheta y esos honores lo sabían poner muy contento.

 

“Hoy –dice una crónica- Omar Orestes Corbatta es una calle situada junto al “Cilindro”, nombre con el que se conoce al estadio de Racing Club de Avellaneda. Allí pasó sus últimos días el pequeño driblador, cobijado entre cartones durmiendo, quién sabe si en la grada, junto al banquillo o pegado a la línea de cal; soñando que rompía una y otra vez la cintura del adversario desde su posición de extremo”

 

¿Soñaría el “loco” Corbatta alguna vez con Valcheta?  Tal vez. Porque la vida tiene esos misterios y a veces como decía Blaistein “ruge un demonio y sonríe un ángel”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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03 de Junio, 2009    POEMAS

TARDE DE OTOÑO EN VALCHETA


Foto de Antonio Corríbolo
 
 
TARDE DE OTOÑO EN VALCHETA
por Jorge Castañeda - Valcheta Río Negro
 
 
Cae la tarde en mi pueblo
lentamente...
El arroyo casi inmóvil
se detiene
espejeando los árboles
bajo el puente.
 
En ese espejo invertido
todo se parece:
hasta un trozo de cielo
que se mece.
Con las últimas hojas
que se pierden
el otoño se retira
o envejece.
 
El sol que agoniza
en lo alto prende
ls últimos lampos de luz
para el día que muere.
La tarde otoñal de mi pueblo
lánguida fenece.
Sus pájaros postreros
quedan silentes
y la noche se aproxima
lenta y leve.
 
Contraste de cielo y sombra
solo se advierte
y los postes de alumbrado
mitad resplandecen.
 
Mientras la tarde cansina
esfumada se pierde
el cielo y el arroyo
juntos la beben.
 
Jorge Castañeda
Valcheta
 
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SOBRE MÍ
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Jorge Castañeda

Escritor nacido en Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires) el 23 de Agosto de 1.951, se radicó desde el año 1953 en la localidad de Valcheta, Pcia. de Río Negro.

Entre sus obras publicadas pueden citarse, entre otras, "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico", "Arturo y los soldados", "Como Perón en el cuadro", "Poemas cristianos", etc.

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Jorge Alberto Castañeda
Escritor y periodista de Valcheta, localidad ubicada en la Patagonia Argentina
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