Jorge Luis Borges, tal vez el mayor escritor que hemos
tenido los argentinos en el siglo XX, ha dejado páginas que sin duda perdurarán
en el tiempo y por ellas ha sido reconocido mundialmente.
En los últimos años se ha escrito demasiado sobre su vida,
su obra, sus frases, sus ideas sobre la política y la cultura e incluso sobre
su vida privada. Y casi ninguno ha defraudado el interés de los lectores porque
Borges siempre atrapa y produce reacciones por doquier. Y para entender a
Borges hay que ubicarlo en su contexto pero sobre todo ir a sus libros para
rescatar la esencia del hombre y sus interrogantes.
No decimos nada nuevo si agregamos que hay muchos Borges
en Borges–el mismo lo sabía: el Borges
del arrabal, del tango con letras procaces, el ensayista de un humilde poeta de
barrio como Evaristo Carriego, de los orilleros, del culto al coraje, el amigo
deNicanor Paredes a quién le dedico una
de sus mejores letras de las “Milongas para las seis cuerdas”, en síntesis el
Borges de la primera época con los almacenes, los portones y las callecitas de
los barrios y del suburbio.
Y está también el Borges posterior de la gran literatura.
El cuentista genial que como su denostado Gracián también se supo perder en las
naderías del idioma con tecnicismos bizantinos,pero que a la vez dio una trascendencia universal a su prosa exquisita.
Es el Borges que jamás olvidó la biblioteca de su padre con libros en inglés.
Su linaje, y el fuerte celo guardián de su madre, doña Leonor Acevedo. Ese
Borges al cual el ensayista y escritor Norberto Galasso calificó como “un
intelectual en el laberinto semicolonial”.
Pero también está el Borges coloquial, el de entre casa,
descubierto en sus facetas más íntimas por Adolfo Bioy Casares y por
algunasdeclaraciones de sus amigos de
entonces como Homero Manzi, Scalabrini Ortiz y otros.
Y se destaca tambiénel Borges de sus frases irónicas (muchas de ellas de su admirado Carlyle
que las tomó como propias), citado hasta la saciedad en diarios, reportajes y
revistas.
Cuando en 1983 viaja a Francia para recibir la Orden de la Legión de Honor “un francés
amante de la insolencia se permitió insinuar que Borge no era el más adecuado
para opinar sobre la actualidad argentina porque vive encerrado en una torre de
marfil”. Y Borges le contesta: “Solo hay torres de marfil en el ajedrez. Yo soy
muy sensible a cuanto ocurre en mi país y en el mundo. Y lo he probado:
critiqué a Perón en su momento y ahora a los generales y su guerra: (Malvinas).
Sé que hay6 gente en la
Argentina que padece hambre. Y esa situación es inaceptable.
No sé qué porvenir nos espera, pero lo imagino triste porque no hay una
solución.
En los “Diálogos” con Néstor Montenegro se expresa sobre
la guerra por las Islas Malvinas” y dice que “Es típico de la mente militar
hablar de abstracciones, en territorios y no en seres humanos. Estos no fueron
consultados. Me refiero aquí a los dos mil kelpers y a veintitantos millones de
argentinos. Se cambiaron los nombres de ciudades, se bajó una bandera y se
elevó otra, se obró como si se tratara de una conquista. Con derechos jurídicos
o no, los habitantes se sentían británicos. En todo caso, debió hacerse un
plebiscito, o debería hacerse en el porvenir. El epigrama en prosa rimada “Las
Malvinas son argentinas” es culpable de muchas muertes”.
Ante la advertencia del entrevistador al observar que “Si
se hubiera o se hiciera un plebiscito los kelpers elegirían ser ciudadanos
ingleses”, Borges le responde que “Es verosímil presuponerlo. En todo caso,
allá ellos… Adolecemos de un casi inhabitado territorio ¿A qué dilatar el
desierto con dos desiertos más, que nos quedan lejos?”.
Sin embargo en el Borges poeta y escritor la gesta de
Malvinasle inspiró desde su perspectiva
la “Milonga del muerto” y el relato “Juan López y John Ward”, la historia de un
soldado argentino y un soldado británico que “hubieran sido amigos, pero se
vieron una sola vez, cara a cara, en unas islas demasiado famosas y cada uno de
los dos fue Caín y cada uno, Abel. Los enterramos juntos. La nieve y la
corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos
entender”.
En esos mismos diálogos con Montenegro Borges expresa que
“El mundo es vasto. Nadie demorasu
atención en lo que sucede en una de las tantas repúblicas de la América del Sur. Piensan
fugazmente en el tango, en cierta ópera, en los desaparecidos y en la pampa
húmeda. Acaso en ciertas islas de cuyo nombre no quiero acordarme”
Sin embargo han pasado los años y aún a pesar de Borges y
de sus frases nos seguimos acordando de Malvinas y entrevistoplebiscito está por realizarse a iniciativa
del gobierno británico.
Me quedo a veces con el otro Borges, aquel que cuando
joven al ver una tropilla de caballos en una madrugada en sus “perdidos
arrabales” le supo decir gritando a Drieu La Rochelle “Es la Patria, carajo”
El planeta había
sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas
memorias, de un pasado sin duda heroico, de agravios, de derechos, de una
mitología peculiar, de antiguas o recientes tradiciones, de próceres de bronce,
de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los
cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido
en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en las afueras de la ciudad por la que
caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba
el amor de Conrad, que le había sido revelado en aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido
amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado
famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron
juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que
refiero pasó en un tiempo que no podemos entender”.
Juan López y Jhon Ward – Jorge Luís Borges
Jorge Luís Borges
en sus diálogos con Néstor Montenegro dejó varias opiniones sobre la entonces
reciente guerra por las Islas Malvinas, sabiendo que la publicación de dichos
juicios “podían crearle enemigos, pero también que “la popularidad (que nunca
he buscado) y la impopularidad son el anverso y el reverso de una misma
moneda”.
En dicho reportaje
nuestro escritor entre otros conceptos expresaba que en dicha guerra “se obró
de un modo histriónico. Se habló de la ocupación de unas islas casi indefensas
como si se tratara de la batalla de trafalgar o de las campañas de César. Se
festejó la victoria cuando la batalla no había empezado. Muchachos de dieciocho
a veinte años, con escasa o nula experiencia, fueron sacados del cuartel, para
batirse con soldados. Adolecemos de la peligrosa costumbre de obrar sin pensar
en las consecuencias. Cualquier cosa puede temerse de un gobierno tan
irresponsable como el nuestro. Un gobierno de aniversarios, de arrestos, de
órdenes, de rivalidades, de almuerzos de camaradería, de codicias, de juras de
la bandera, de desfiles y de hambre y sed de figuración”.
Sobre el hecho en
sí de la ocupación dijo que “Es típico de la mente militar pensar en
abstracciones, en territorios, y no en seres humanos. Estos no fueron consultados.
Me refiero aquí a los dos mil kelpers y a veintitantos millones de argentinos.
Se cambiaron los nombres de ciudades, se bajó unabandera y se elevó otra, se obró como si se
tratara de una conquista. Con derechos jurídicos o no los habitantes se sentían
británicos. En todo caso debió hacerse un plebiscito, o debería hacerse en el
porvenir”.
Preguntado sobre el
apoyo político del pueblo argentino ante la recuperación de las islas Borges
expresó que “la invasión fue aprobada cuando se la creyó una victoria: cuando
se reveló que era una derrota fue condenada. Debemos obrar de modo ético; de
las consecuencias nada sabemos. Se ramifican hasta el infinito y tal vez a la
larga se complementen. La derrota militar es el menor de nuestros males. En el
curso de la historia hubo siempre derrotas y victorias. Nuestro país sufre una
derrota económica y; lo que sin duda es más grave, una derrota ética”.
Con respecto a si
Gran Bretaña le dará a la
Argentina la soberanía sobre las Islas Malvinas Borges opinó
que “el arte de la profecía es difícil y tal imposible. Lo inverosímil y en
todo caso, lo deseable es que los hombres lleguen, alguna vez, a esa ciudadanía
planetaria de la que hablé. En ese porvenir, ambos nombres –República Argentina
y Gran Bretaña- serán, cabe esperar, anacrónicos”.
Hasta aquí algunas
de las expresiones de nuestro escritor sobre Malvinas. Como cierre de esta
breve nota nada más apropiado que reproducir los versos de su “Milonga del
muerto”, con música del maestro Sebastián Piana, casi desconocida y cuya
difusión fue prohibida por las autoridades de aquel entonces.
Escritor nacido en Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires) el 23 de Agosto de 1.951, se radicó desde el año 1953 en la localidad de Valcheta, Pcia. de Río Negro.
Entre sus obras publicadas pueden citarse, entre otras, "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico", "Arturo y los soldados", "Como Perón en el cuadro", "Poemas cristianos", etc.