Misterios en la
gran meseta de Somuncurá. Claves perdidas en el tiempo. Panteón de dioses
caídos que cuentan una historia diferente. Las piedras augures, pitonisas, las
pilas de monedas, la Gotera,
la cueva de Curín, los “pozos que respiran”, los misteriosos petroglifos y
aguardando revestida de ganga la “piedra dueña” o la “vieja” dueña de la
meseta. Yamnagoo adentro. Ámbitos del Caín.
Homenajes,
rogativas, caza abundante. Grosuras de los animales que son cazados cuando
bajan a beber. Parapetos de piedras, Secretos arcanos. ¿Un umbiculis mundis en
plena Patagonia?
“A 50 o 60 leguas
–dice Rómulo Muñiz- al sudeste de Patagones hay un gran peñasco que es el duelo
de los guanacos: la primavera lo visitan y obsequian del mismo modo que el
anterior: pidiéndole licencia para matar guanacos sin cuyo requisito no se
atreverían a cazarlos”.
Las viejas
rogativas a la “diosa”: “Favoréceme, cacica,/ con tus guanacos, tus avestruces,
tus animales…”Plegarias de los
cazadores. Sobre ella leña menuda, hasta taparla, y el enterratorio de huesos
en cada parapeto, para propiciarla, para tener buena suerte, para que cace aún
el más torpe.
Así la vio el
sabio suizo George Claraz en su “Viaje al río Chubut”: “En la orilla occidental
de la pequeña laguna se ve un montón de madera seca. Los indios dicen que
debajo de él yace una piedra, que esa piedra es una “vieja” y que esa vieja es,
sin duda, una diosa. Ella es la dueña de estos campos y de los animales que viven
en ellos. Antes de llegar a dicho punto, cada uno arranca una rama seca, la
lleva consigo y la coloca en el montón como ofrenda. Se acercan al montón con
respeto, no cabalgan frene a él, sino que lo rodean en un semicírculo diciendo
una oración a la vieja”.
¿Cómo poder
explicar que nuestros pueblos preexistentes, como casi todos los pueblos del
mundo, incluidos nosotros, viajan del mito a la realidad? ¿Era la piedra dueña,
revestida de ganga o toba, la carne de ülüngássüm, la deidad tehuelche, auto
petrificada a su antojo (los huesos del propio y temible Gualicho) como
afirmara el profesor Rodolfo Casamiquela?
“El paraje más
conocido de la Patagonia
para cacerías –según el Perito Moreno- se encuentra al borde de una laguna
salada, fertilizada por un manantial dulce. Como una gran extensión no hay
bebedero tan bueno que todos los guanacos de los alrededores llegan a él y
cuando el día es caluroso una fila continua de esos animales se dirige hacia la
fuente. La abundancia de caza, la única fuente potable y la topografía del
terreno que le rodea, permite al indio menos diestro y peor montado encontrar
presas. En Yamnagoo es donde él está seguro de hallar alimentos y es así que
considera a ese sitio como sagrado. El pago del tributo a la mujer roca deriva
del sentimiento supersticioso que produce el miedo de no cazar nada”.
¿Por qué a los
antiguos les brillaban los ojos al hablar de Yamnagoo? ¿Con qué ritos perdidos
celebraban la caza en los parapetos de piedra cercanos a la laguna? ¿Eran
doscientos los amontonamientos semicirculares que viera el insigne
viajero?¿Por qué estaban orientados
hacia el este?
“Las piedras
–cita el Perito- que se encuentran cerca de la colina frente a la laguna son
otra prueba de que una idea religiosa domina al salvaje en aquel punto; son
semicírculos formados con grandes fragmentos de lava, con arco al este. Se
elevan solo a medio metro y algunos están ya destruidos; sobre las piedras han
amontonado una inmensa cantidad de cráneos, huesos largos y vértebras de los
animales muertos. Tres hileras de los primeros conducen hasta la fuente y en
una de ellas conté más de 200, arreglados uno junto a otros. Desde los más
remotos tiempos que recuerda el indio se practica esa costumbre, y debo decir
que es prueba de un agradecimiento al buen espíritu que le ha producido la
caza, la de dejar la cabeza del animal, pieza que mucho apetece al indígena”.
¿Se equivocó
Moreno al mencionar 200 amontonamientos de piedras? ¿Qué recónditas claves se
han perdidoen el tiempo?
La vieja piedra,
la dueña, la diosa. Que la visitaranCasamiquela, Atilio Namuncurá, Gil Cayupán y otros.
Allí, revestida
de toba, de ganga, esperando olvidada las grosuras de los animales que le
ofrendaban antaño. En un rincón de la gran meseta. Ella, la “epéu kushé (vieja
ancestral) quieta en su sueño pétreo, añorando tal vez aquel tiempo mejorque ya nunca volverá.
Escritor nacido en Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires) el 23 de Agosto de 1.951, se radicó desde el año 1953 en la localidad de Valcheta, Pcia. de Río Negro.
Entre sus obras publicadas pueden citarse, entre otras, "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico", "Arturo y los soldados", "Como Perón en el cuadro", "Poemas cristianos", etc.