LAS
NOCHES TERRIBLES DE LA
HUMANIDAD
Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta
A
lo largo de su decurso la historia de la humanidad ha conocido momentos de gran
esplendor y otros de decadencia y horror. Estos últimos perpetrados
generalmente al amparo de las sombras de la noche tal vez para ocultar tanta
barbarie y locura, dando nombre a varias de ellas de las cuales debemos de
tener memoria para que nunca más vuelvan a suceder.
“La
noche de San Bartolomé” perpetrada al amparo del fanatismo religioso y político
de los tiempos de la Reforma
constituyó una de las más grandes matanzas de la historia. Precisamente la
palabra hugonote proviene de huguenot y ésta de eidgenossen, confederadas, por
la alianza entre Ginebra, Friburgo y Berna bajo el estandarte de la fe
protestante.
A
la una y media de la mañana del día 24 de agosto de 1572 la campana de rebato
de Saint-Germain dio la señal de degüello. Se habían establecido listas para
que nadie pudiera escapar. En París
perecieron, en escenas horribles, casi cuatro mil hugonotes y otros miles en
provincias, sobre todo en Lyón y Orleáns.
“París
parecía una ciudad conquistada –dice Tavannes-. Cuando se hubo limpiado la
sangre comenzó el saqueo. Príncipes y señores, tanto gentileshombres, arqueros,
soldados de la Guardia,
como toda clase de gente y de pueblo mezclados, saquearon, destrozaron y
mataron en las calles”. Felipe II envió sus felicitaciones. “Es una de las
mayores alegrías de mi vida entera”. Y en Roma el Papa Gregorio XIII hizo
cantar un Tedeum. La ortodoxia vencía a la caridad.
“La
noche triste de Tenochtitlan” en cambio había ocurrido en América el 30 de
Junio de 1520 casi 50 años antes, pero es de otra factura y menos cruenta. Pasó
a la historia cuando después de la orden
de Cortés de marchar por un puente de canoas hasta Tacuba, fueron descubiertos
por los aztecas y se desata una batalla tan sangrienta y feroz, bajo una nube
de flechas, que en su intensidad algunas lagunas se habían convertido en un
cementerio de huesos humanos. Se estima que las pérdidas españolas fueron
considerables, afirmando Bernal Díaz del Castillo que murieron más de la mitad
de los soldados españoles y sus indios aliados. El capellán Francisco López de
Gomara menciona a unos cuatrocientos españoles y más de cuatro mil nativos.
Al
régimen Nacional Socialista Alemán de Adolfo Hitler debemos ya casi a mediados
del siglo XX otras dos noches negras en la historia de la humanidad.
La
primera denominada “la noche de los cuchillos largos” acaeció el 30 de Junio de
1934 en que se asesinó a un grupo de hombres pertenecientes a la elite política
de Hitler liderados por el jefe de SA,
Ernst Röhm. Se estima que aparte de su jefe fueron muertos unos doscientos
partidarios de las SA.
Cuatro
años más tarde, el 9 de Noviembre de 1938 sucede “la noche de los cristales rotos” donde se
producen estallidos de violencia contra judíos. Se registra que en dos días más
de siete mil comercios fueron rotos y saqueados, doscientos cincuenta sinagogas
quemadas y cientos de judíos asesinados. La mañana posterior a los pogroms
treinta mil de ellos fueron arrestados y enviados a campos de concentración.
A
los argentinos nos cabe haber legado a la historia otras dos noches trágicas que
desastrosas consecuencias posteriores.
La
primera es recordada como “la noche de los bastones largos” y fue el desalojo
de cinco facultades del la
Universidad de Buenos Aires acaecida el 29 de Julio de 1966
bajo el gobierno de facto del General Juan Carlos Onganía.
La
represión fue sumamente violenta sobre todo en Ciencias Exactas y Naturales y
Filosofía y Letras. Fueron detenidas cuatrocientas personas y destruidos los
laboratorios y las bibliotecas universitarias. En los meses siguientes cientos
de profesores y científicos fueron despedidos, renunciaron a sus cátedras o se
fueron del país. Entre ellos muchos de un notable prestigio internacional como
Rolando García, Sergio Bagú, Manuel Sadosky, Gregorio Kilomvsky, Tulio Halperin Donghi, Risieri Frondizi,
Eugenia Kalnay y otros muchos.
Por
último el 16 de Septiembre de 1976, hace 34 años, se producía “la noche de los
lápices”, donde la represión del régimen militar se descargó con especial
violencia sobre los estudiantes secundarios, que fueron secuestrados,
torturados y aniquilados. La causa: peticionar por el otorgamiento del boleto
estudiantil secundario.
La
memoria debe servir para no repetir estos hechos lamentables y para que la
humanidad al decir de Rimbaud, el más abandonado y miserable de todos los
poetas, pueda al salir de la noche “encontrar al amanecer las
iluminadas espléndidas ciudades”.