La Biblia y el aborto
Jorge Castañeda
Escritor – Periodista
Valcheta
Pocas veces en la
Biblia se menciona la palabra aborto y en las contadas
excepciones que sí lo hace no es en el contexto ni con el significado que esa
palabra tiene tal como la conocemos hoy día.
La primera mención se hace en el libro de Éxodo, Capítulo
21, versículos 22 al 25, y es casi una copia del Código de Hammurabi donde se
castiga al aborto con una sanción económica, cuya importancia varía según la
categoría social de la mujer, donde únicamente cuando ésta es hija de un gran
señor y muere en el parto, la hija del causante del mismo es condenada a
muerte.
El texto en cuestión según la versión de la Biblia de Jerusalén traduce
que “Si, en el caso de una riña, alguien golpea a una mujer encinta,
provocándole el aborto, pero sin causarle otros daños, el culpable deberá
indemnizar con lo que le pida el marido de la mujer y determinen los jueces.
Pero si se produjeren otros daños entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo,
diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida
por herida, cardenal por cardenal”. Es decir se aplicará la ley del talión.
El comentario anexo a dicho pasaje aclara que el aborto “no
era un problema ético en la
Biblia, pues mantener el crecimiento de la población era una
prioridad del pueblo judío”.
Al respecto en la
Biblia de Estudio Vida Plena se menciona que “por el término
“abortar” se refiere al alumbramiento prematuro debido al daño contra la mujer
encinta”
Algunos teólogos entienden que en este pasaje “se considera
como un ser humano al hijo no nacido” y es de destacar que este es el único
caso en todo el libro de la ley que se pide la pena de muerte para el homicidio
accidental.
Pero como veremos hay una total coincidencia en todos los
estudiosos que en ninguna parte de la
Biblia se hace mención explícita a la práctica del aborto tal
como la conocemos en la actualidad ni mucho menos al derecho de la mujer a
decidir sobre su propio cuerpo.
La otra cita la debemos al apóstol Pablo cuando en la
primera epístola a los cristianos de la ciudad de Corinto hablando de las
apariciones de Cristo después de haber resucitado y habiéndose aparecido a
Jacobo y a todos los demás, dice según la versión Reina-Valera que “Y al último
como a un abortivo, me apareció a mí”. Más clara la Biblia de Jerusalén expresa
textualmente que “y en último término se me apareció también a mí, que soy como
un aborto”. 1 de Corintios 15 – 7:8.
Al respecto conforme al comentario de la versión de
Jerusalén dicho término debe entenderse como “una alusión al carácter anormal,
violento, quirúrgico de su vocación y que Pablo no establece diferencia alguna
entre la aparición del camino a Damasco y las apariciones de Jesús entre la Resurrección y la Ascensión”.
Como vemos está bien claro que las pocas menciones que se
hace en la Biblia
sobre el aborto están enmarcadas en el contexto de la época donde la leyes del
Antiguo Oriente babilónicas y asirias “castigaban cuando se maltrataba a una
mujer grávida, distinguiendo varios matices de pena, según fuesen las
consecuencias sufridas por la lesionada. En las leyes asirias se trata
solamente del aborto de la hija de un señor por causa de otro; éste pagará una
crecida multa, recibirá cincuenta azotes y trabajará para el rey durante
cincuenta días, o su mujer recibirá el mismo trato, compensando la pérdida del
feto con su vida; si la accidentada muriera, el culpable recibirá la muerte”
Como podemos apreciar
entre los antiguos solamente se reglamentaba la penalización del aborto cuando
era provocado por terceros, pero nada se dice cuando en forma voluntaria la
mujer decidía abortar.
Sería apropiado
agregar que el verbo hebreo usado para el caso, “yatsa”, traducido abortare en muchas versiones
castellanas significa “salir”, y realizando una lectura literal del pasaje
sería “de manera que su fruto salga”.
Algunos teólogos y especialistas en Biblia opinan que Dios
protege la vida aún desde el mismo vientre materno trayendo a colación alguna
que otra cita de los llamados textos poéticos como los del libro de Salmos y de
Proverbios.
Con respecto al debate que necesariamente debe darse en
nuestra sociedad sobre este tema tan importante se debe aclarar que una cosa es
estar a favor de una ley de despenalización del aborto y otra cosa muy distinta
es estar a favor del aborto.
Hay al respecto muchas opiniones y matices y todas deben
ser escuchadas y atendidas en el marco de la tolerancia y el respeto.
Una sociedad que atiende responsablemente a los temas más
urgentes relacionados con los derechos individuales, sin lugar a dudas está
trabajando para su propio porvenir.