18 de Octubre, 2013
□
CRÓNICAS |
|
  Fotos Diario Río Negro -General Roca (Pcia. de Río Negro).-
UNA
HISTORIA GOLONDRINA
El
sol opresivo del norte cae a pique sobre el caserío. Un enjambre de moscas
alborota la tarde. Los perros famélicos descansan su tedio a la sombra de las
malezas. Unas mujeres trajinan las calles de tierra trayendo baldes de agua
desde la única canilla pública que existe en muchas cuadras a la redonda. Las
casas, irregulares y precarias, como las de cualquier asentamiento periférico
de esta Argentina doliente no desentonan con el entorno.
Ya
se sabe “los pobres no tienen historia”. O tal vez sí la tienen, pero son
historias tristes y de poca monta que a casi nadie le interesan. A los del otro
país, a los poderosos, menos les importa. No se imaginan lo que es que falte un plato de comida en la
mesa, ni estar sin trabajo y con los hijos sin ropa, durmiendo todos apretados
en una habitación de cuatro por cuatro sobre los colchones tirados en el piso.
No saben lo que es la necesidad. Sin agua potable, sin baño. Para ellos son
apenas una estadística, un número.
Y
allí, los inescrupulosos, como siempre, hacen su agosto. Venden fantasías,
prometen paraísos: buenos salarios, mejor comida, lugares confortables para el
descanso y condiciones dignas. Allá en el valle de Río Negro en los trabajos de
la cosecha -dicen- todo irá mejor. Se podrá hacer una buena diferencia y dotar
a la familia de una cierta tranquilidad. Valdrá la pena estar algunos meses
afuera de la casa.
Y
allí comienzan las peripecias, dejar el documento, firmar un contrato con
muchas letras chiquitas y subir al micro. Comer una vianda y soñar. Serán
kilómetros y kilómetros mirando por la ventanilla el futuro prometido, saber
que los brazos sirven para algo, no sentirse inútiles, pensar en qué se va a
utilizar el dinero ganado una vez hecha la campaña.
Y
extrañar, extrañar mucho a la familia que cada vez queda más lejos. ¿Se podrá
salir de pobre alguna vez?
El
sol del Alto Valle no es menos impiadoso que el del norte. Y el viento de la
Patagonia es un mal anfitrión como para desalentar a cualquiera. El paisaje sí
es lindo: las cortinas de álamos, los canales de riego, ¡cuánta agua!, los
montes frutales, la tierra feraz, los pueblitos uno más pintoresco que otro.
Y
al bajar del micro, al ser llevados al establecimiento frutícola el primer
desengaño: el galpón para dormir tiene el techo lleno de agujeros y las camas
encimadas una casi al lado de la otra, unas frazadas raídas que han conocido
tiempos mejores, los sanitarios en condiciones deplorables, el trato impersonal
y casi inhumano, los horarios
impiadosos, la comida pasable. Algo anda mal. Y la desgracia, hermana del
desengaño, comienza a mostrar la hilacha a los obreros golondrinas. Porque así
se los llama: golondrinas. Por venir de lejos, por buscar otros horizontes más
felices, por ser temporarios.
La
proveeduría, como en otras épocas de las que es mejor no acordarse, fía a
precios de oro los vicios necesarios para ir aguantando hasta el cobro de la
quincena.
Para
ocultar la nostalgia alguna foto pegada
en la pared, el rostro de los hijos que quedaron tan lejos, el silbido dulzón
de alguna zamba o la música de algún chamamé.
Los
compañeros son todos iguales, solamente una planilla, un par de brazos, una
máquina para cosechar, las mismas historias, la miseria prendida como abrojo,
las familias lejos. Y el sol cayendo a plomo sobre el monte, impiadoso,
canicular.
¡Si
uno pudiera refrescarse en el canal que lindo sería! Olvidar las penas por un
rato, armar un cigarrillo a la sombra, mirar el cielo tan igual al del
norte, ese lugar que está lejos y donde
esperan la mujer y los hijos.
Si
se prestan oídos a lo que dicen algunos compañeros más veteranos el bichito de
la preocupación comenzaría a despertarse. ¿Será cierto? Pero
más vale no preocuparse ¿para qué?
Habrá
que esperar el fin de semana para ir a divertirse al pueblo. Bueno, divertirse
es una forma de decir. Acá los golondrinas son como extraños, se los mira mal, las
chicas los ignoran y las miradas dicen que no son bienvenidos. Son como sapos
de otro pozo. Por eso nunca viene mal el vino compañero y la música de cumbia
que aturde los sentidos. Total el pobre siempre será pobre en cualquier lugar.
La pobreza se huele, es como una segunda piel que se pega al cuerpo.
¿Será
cierto eso que dicen? ¿Qué el dinero prometido no será tal? ¿Qué con los
descuentos que se hacen no queda ni la mitad de la plata? ¿Qué no hay que
preguntar y menos todavía protestar? ¿Qué no hay que ir a la Delegación de
Trabajo para ver si están bien las liquidaciones?
El
recibo de sueldo es un golpe a traición. Muestra todas las mentiras, exhibe el
magro salario por tantas jornadas de trabajo bajo el sol. Destruye las
promesas. Rompe los sueños. ¿Cuándo se terminarán las desgracias?
Las
noticias no son las mejores. Ha desaparecido un obrero golondrina. ¿Habrá
alguna justicia para los pobres? ¿Dónde estará? ¿Qué habrán hecho con él?
El
viento agita las hojas de los árboles. En las hileras las pomas y las peras
hablan de la riqueza del valle de Río Negro. Los galpones de empaque se divisan
al costado de la ruta. Los exportadores frutícolas cuentan sus ganancias en
euros. Las chicas en los pueblos salen a divertirse. Algún patrullero transita
por las calles.
Y
el sol, siempre el sol, parece quemar la tierra. En la terminal de micros un
grupo de obreros temporarios retorna a su provincia de origen. Allá estaban
mejor dicen. Sus rostros expresan el desaliento, el infortunio de ser pobres,
la verdad de sentirse engañados, la desdicha de volver a sus casas con las
manos vacías. Mirando a esos hombres la vida es triste.
Los
micros se alejan. La terminal queda vacía. La vida sigue. Y el sol va cayendo
con la tarde. ¿Será cierto que sale para todos?
Jorge
Castañeda
Valcheta
– Río Negro
|
|
publicado por
lineasur a las 10:26 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
24 de Abril, 2013
□
POEMAS |
|

UNA GRANADA SOLA
Jorge Castañeda
Valcheta (RN)
Una granada sola
Ha dado mi granado.
Se parece a una joya
De color colorado.
En ella nada sobra
Y nada le ha faltado.
Olorosa y redonda
El sol la ha madurado.
Y ofrece muy oronda
Su tentador bocado.
Ella me cuenta cosas
Si paso por su lado.
Y cuando sea su hora
Me ofrecerá un bocado.
Bien granate su boca
Su frescor recobrado.
Una granada sola
Ha dado mi granado.
¡Ay qué pena más honda!
¡Del árbol la he arrancado!
|
|
publicado por
lineasur a las 08:35 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
26 de Octubre, 2011
□
POEMAS |
|
UNA ESPIGA EN EL
RASTROJO
Jorge Castañeda
Valcheta (RN)
No te inquietes
tanto amiga
Si me pongo a
divagar,
A veces me ando
buscando
Y no me puedo
encontrar.
Soy como un niño
perdido,
Una hoja en el
vendaval.
Son para mí
salobres
Las aguas del
manantial.
Siento que me
faltan cosas
Que no puedo
precisar.
Voy como un pájaro
herido
Al que le cuesta
volar.
A fuerza de andar y
vivir
Nunca dejé de
buscar.
Si yo me hubiera
encontrado
Otro sería mi
cantar.
Llevo un dejo de
tristeza
Y mucho de soledad.
Yo busqué los
absolutos
Y no los pude
encontrar.
Si me encuentras
preocupado
No te debes
extrañar:
Una espiga en el
rastrojo
No me canso de
buscar.
|
|
publicado por
lineasur a las 08:20 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
12 de Agosto, 2010
□
POEMAS |
|
Normal
0
21
UNA CANCION PARA MACONDO
Jorge Castañeda
Valcheta
Entre el hielo y los imanes
Macondo es cualquier lugar
Con el galeón con los clanes
Los Buendía los Iguarán.
Cien años de las estirpes
Cien años de soledad.
Con el bueno de Angarita
Quién no quiere levitar.
Cuando llegan los gitanos
Es tiempo para mercar
De Ursula son las alhajas
De Arcadio poder soñar.
Los instrumentos lo dicen
El progreso lo dirá
Si hasta la tierra es redonda
Nadie lo puede dudar.
Mariposas amarillas
Por Macondo volarán
A Mauricio Babilonia
Con su vuelo anunciarán.
Las encías muy orondas
De Melquíades sonreirán
Su dentadura postiza
Solo acusa novedad.
García Márquez lo supo
Macondo es cualquier lugar:
Todos somos Buendía
Todos somos Iguarán
|
|
publicado por
lineasur a las 13:37 · Sin comentarios
· Recomendar |
|
31 de Mayo, 2010
□
CRÓNICAS |
|

UNA CRONICA REDONDA
Jorge Castañeda
Valcheta
Fulbo, balón, el útil, el proyectil, la bocha, pelota, la menina, el esférico, la redonda, la globa, rellena de estopa o de paja, de vejiga de buey inflada, de papel, de plástico, de lata vieja de leche Nido, de trapo con cobertura de medias viejas de mujer, de goma saltarina, de cuero flor, de poliuretano sobre espuma de polietileno, de setenta centímetros de circunferencia y algo menos de medio kilo de peso, y preferentemente de gajos con forma de hexágonos de colores negro y blanco. Casi nada. Para el ingenio de Teseolini, Valbonesi y Polo, tres ilustres cordobeses de Bell Ville que la inventaron sin tientos para alivio de los jugadores.
Avestruz sin patas, hermana del botín, prolongación del pie, luna de la cancha, globo con peso, burbuja de cuero, moneda que salta, nido de hornero sin agujero, disco que vuela, misil que se dispara, circunferencia que bota, bola en movimiento, escarabajo gigante, erizo sin púas, glóbulo de aire, círculo de alegría, melón que no se cala, balero sin hilo, doncella esquiva, tondo que se desplaza, redondel de mariposas, muñeca brava, esfera que se disputa, sandía que se juega, rosetón de catedral que se patea, globo terráqueo que se ataja, prima donna del juego más maravilloso del mundo.
Para enviarla al área contraria, para tocarla y pasarla, para meter un caño, para darle de bolea, para que vuelva con la pared, para divertirse, para peinarla de cabeza, de palomita, para bajarla con el pecho y devolverla al arquero, para la magia de la gambeta, para la media vuelta, para la chilena, de taquito, para acariciarla, para darle de media cancha, para meterla desde el otro arco, para darle comba de gol olímpico, para sacarla airosa de la sombra fugaz del túnel, para shotearla desde el punto penal, para romper la red, para encajarla en el ángulo, y hasta para dejarla picando.
En la cancha, en el baldío, en la mano de Maradona, en el pecho de Obdulio, en el patio de la escuela, en el zaguán, en la terraza, en la playa, en el dormitorio, en la sala de estar para romper jarrones, en el jardín, en una baldosa para hacer jueguitos, en el alma.
En el beso de Pelé, en las manos enguantadas del arquero, en un pibe de barrio de cualquier color y continente, o afuera hecha monumento en el jardín de la casa de Di Stéfano. Ella, porque ella es mujer y necesita mucho amor. Por eso “venga hijita”, “gracias vieja”.
Reina para los príncipes “la que corre es ella”. Potranca redonda “cuando ella venía, yo la dominaba”. Aro de fuego “si la maltratas te rompe la pierna”. Novia furtiva “la trataba con tanto cariño como trato a mi mujer”. Ambrosia necesaria “yo sin ella, soy como un recién nacido sin chupete”. De forma atractiva “como las mujeres es cosa gustosa”. Pura como la madre “la pelota no se mancha”.
Pelota linda, naranja con gajos, humilde o reglamentaria, emperatriz de la cancha, doncella o hetaira, balón de ilusiones, señora o percanta, la Divina Proporción cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna, sin que le busquen la cuadratura a su círculo de fiesta, a rodar por el césped, por los estadios, modernos coliseos del deporte, por las tribunas, por los potreros, y más linda que un sol que nunca encandila a rodar por el año mundo para seguir haciendo jueguitos en un rincón grande del corazón.
|
|
publicado por
lineasur a las 10:11 · 1 Comentario
· Recomendar |
|
|
SOBRE MÍ |
Jorge Castañeda
Escritor nacido en Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires) el 23 de Agosto de 1.951, se radicó desde el año 1953 en la localidad de Valcheta, Pcia. de Río Negro.
Entre sus obras publicadas pueden citarse, entre otras, "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico", "Arturo y los soldados", "Como Perón en el cuadro", "Poemas cristianos", etc.
»
Ver perfil
|
|
|
CALENDARIO |
 |
Abril 2025 |
 |
|
DO | LU | MA | MI | JU | VI | SA | | | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 |
|
|
| |
AL MARGEN |
Jorge Alberto Castañeda |
Escritor y periodista de Valcheta, localidad ubicada en la Patagonia Argentina |
| |
|