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JORGE CASTAÑEDA
Blog de literatura de la Patagonia
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Entradas por tag: salamanca
03 de Junio, 2013    CRÓNICAS

LA SALAMANCA Y EL LABERINTO


 

 

LA SALAMANCA Y EL LABERINTO

 

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

 

El tema del laberinto en la cultura y el arte de los pueblos pre existentes de la Patagonia ha sido ya estudiado con amplitud por varios investigadores.

 

Uno de los indicios según el doctor Rodolfo Casamiquela es el “estilo de grecas”, es decir guardas, que ilustran motivos geométricos rectilíneos, muchas veces de aspecto ornamental. Muy características de este estilo son ciertas figuras de trazo interminable, que nunca se cruza, y que recuerdan fácilmente a laberintos de cierta clase, conocida por los especialistas como “caminos perdidos.”

 

Pero mucho tiempo antes (tal vez un par de milenios) era conocido también el “estilo de pisadas”, figuras grabadas, muy complicadas que según los estudiosos también estaban emparentadas con los célebres laberintos clásicos, sobresaliendo especialmente el de Creta con el temible Minotauro dispuesto a matar al intruso que se atreva a merodear sus intricados vericuetos.

 

Se sabe que en síntesis el laberinto en su más amplio sentido no es otra cosa que el camino tortuoso que deben recorrer los espíritus de los difuntos para alcanzar el destino final del “más allá”, el mundo de los muertos que les permitirá reunirse con sus antepasados.

 

La dificultad –escribe Casamiquela- “de tal camino simboliza simplemente la dificultad para alcanzar ese paraíso, lo que no puede hacerse sin un grave riesgo: el de que los portadores del espíritu en vida hayan sido justos en ella.”

 

Ese “camino difícil” es reemplazado en otras culturas por un “paso difícil” de muchas clases. Implica generalmente ese tránsito al otro mundo algo semejante a un juicio y un “Supremo Juez” que suele ser un “Alto Dios” o figuras similares, muchas veces una anciana tenida por infernal –castigadora- propietaria de una barca (la barca de los muertos, el calehuche, etc.) porque son una especie de “guardianes del “paso difícil”.

 

Entre los tehuelches esa figura equivalente no era otra que “gualicho” palabra que significaría “la que gira”, la “merodeadora” o la que “gira por afuera”, indudablemente femenina.

 

Por eso los investigadores afirman que los tatuajes entre los tehuelches (que son verdaderos laberintos) están vinculados como un salvoconducto para no extraviarse en el “camino perdido” y así poder acceder al paraíso, porque quienes no tenían esa señal eran arrojados al mar.

 

Tanto el tatuaje, como los estilos de grecas, los cantos ceremoniales e incluso los giros en los guillatunes están sin duda relacionados con el laberinto, es decir “el merodeo” para alcanzar el otro mundo donde habitan sus antepasados.

 

Por esto las ofrendas con las prendas, el caballo, las pertenencias más queridas y aún las mujeres del difunto eran sepultados en los chenques  para acompañarlo en “ese trance difícil”, rito comparable con otras culturas clásicas como la egipcia.

 

El investigador estadounidense Schuster citado por Casamiquela “cree poder demostrar que ciertos motivos del arte rupestre conocido como “de grecas”, o sea de caminos perdidos o de figuras laberínticas incluyen en su diseño a “tramas genealógicas”, asociando a los laberintos con los linajes, donde el “espíritu guardián” no es otra cosa que un ancestro mítico.

 

Esa misma idea laberíntica está presente en las sepulturas (chenques y pirámides) con una “idea que es universal: en su fondo yace el cuerpo de un ser cuyo espíritu hubo de remontar la espiral mítica representada por su mole, el “paso difícil” que habría de llevarlo al Mas Allá.”

 

En el ameno libro de Salatino Mazzulli, escritor e investigador del Valle Medio de Río Negro, “Apuntes de un buscador de cosas”, encontré otra interesante idea del laberinto pero esta vez asociada al mito de la salamanca del bajo del Gualicho, célebre por la descripción de varios viajeros y por haber sido el hábitat del legendario Bernabé Lucero, cuya leyenda lo ha asociado a ella, con todo su misterio y embrujo.

 

Expresa Mazzulli al hacer una excursión por la famosa salamanca que “fui munido de una madeja de hilo bolsero, para ser extendido desde la boca de entrada, por todo el recorrido que realizara adentro de la cueva, pues las versiones de la leyenda nos daba que la salamanca era un complejo de salas, recovecos y galerías, algunas tan estrechas que era necesario arrastrarse para poder pasar de un lado al otro.”

 

¿Otra vez el significado del laberinto, esta vez en la famosa salamanca del Gualicho? Era la misma un “pasaje difícil”, donde los que no encontraban la salida “terminaban por enloquecerse allí adentro?

 

¡Y cuántas similitudes con el famoso laberinto de Creta!

 

Pero sin duda el dato más llamativo de esta cuestión lo da el mismo Bernabé Lucero cuando supo afirmar al ser preguntado por Tincho Medina que “cuando vas a entrar en la cueva, te vas a encontrar con dos chivos peleando; tenés que pasar por entre medio de ellos. Más adelante te vas a encontrar con dos toros peleando, y también tenes que pasar entre medio de ellos, con decisión y coraje, che. Y por último –expresaba Bernabé- te vas a encontrar con dos pumas peleando. Vos tenés que encarar y pasar entre los dos animales, llegar a una “sala”, la cual es atendida por unos tipos de aspecto raro que te van a preguntar cuál es tu deseo de poder salamanquero. Y cuando salís de allí, ya salís con el poder.”

 

¡Sorprendente! No solo aparece el “paso difícil” sino también los toros, clara equivalencia con el clásico Minotauro, los chivos –animales expiatorios por excelencia-, los pumas totémicos en varias estirpes y la “pasada” entre los animales, donde encontrar la salida es un don solamente concedido a aquellos “hombres de coraje.”

 

Solo resta entonces encontrar nuevos indicios sobre el interesante tema del laberinto en la cultura de los pueblos pre existentes, los cuales al decir de Manuel Scorza “aún viajan del mito a la realidad.”

 

 

 

 

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30 de Mayo, 2013    CRÓNICAS

LA TEMIBLE SALAMANCA DEL GUALICHO

 

LA TEMIBLE SALAMANCA DEL GUALICHO

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta

 

 

 

El Gran Bajo del Gualicho. La travesía horrible al decir del cacique Casimiro donde solo quedaban las blancas osamentas de los atrevidos que se internaban en ella. Jornadas bajo el sol ardido de los veranos y el cloruro de sodio enloqueciendo a hombres y bestias. El lugar de la “casa del diablo”.

 

Gualicho, el Alto Dios de los tehuelches, traducido como la “giradora” o “circunvolucionadora”, porque al decir del Profesor Rodolfo Casamiquela la figura era femenina. La casa del Gualicho, guarida temible de un Dios irascible, el  “Ulüngasüm” de los tehuelches.  Autor de las figuras rupestres, del viento en los cañadones, de la sal de las sierras, “el que secuestraba a los niños, el que poseía el poder de petrificar y auto petrificarse a su antojo, gigantesco en su faz maligna, femenino claro, pétreo, a él pertenecen los huesos petrificados envueltos en su carne (toba), que se manifiesta en la muerte de sed en las travesías y por eso había que propiciarlo”.

 

Es el “epehuén geyú”, el allí es Gualicho, que observó el Perito Moreno y otros viajeros. Así lo vio Claraz en el diario de su viaje al río Chubut cuando escribió que “en el fondo del Bajo existe una capa de yeso y en ella muchas conchas. Bajo tales capas sobresalientes los indios colocaban antes sus ofrendas; pero ahora la capa ha caído. Sin embargo, ellos siguen ofrendando en ese lugar. Lo denominan la “vivienda del Diablo”. Los indios tienen que pasar allí la noche en toldos, maneando bien todos los caballos y tienen que llevar agua para su uso. Llaman a este paradero “pelado”. Creen que el diablo es el dueño de este bajo y que les hace toda clase de malas jugadas. Hace que pierdan los caballos y se encuentren en apuros. Por eso ofrendan crines, para que los caballos no se fatiguen, y trapos y jirones que arrancan de sus ponchos o trajes, para que no les suceda nada malo. Introducen todo esto con el cuchillo en las blandas capas de yeso e imploran al dueño del bajo para que les sea propicio”.

 

El salesiano Pedro Bonacina contaba que partió del Fortín Castre para Valcheta y que “a llegar a la mitad del camino me detuve a descansar en la Piedra del Gualicho. Bajé de la mula y me puse a observar lo que había arriba de esas piedras: encontré una caja de fósforos, un pañuelo de mano y un papel de cincuenta centavos, todo dejado por los viajeros que han pasado por aquí”.

 

Casamiquela precisa que el sitio conocido como la Salamanca del Gualicho se ubica aproximadamente en el deslinde de los lotes 5 y 6 de la Sección I Colonia de San Antonio Oeste. El lugar queda a unos 60 km. al sur del paraje El Solito, en el extremo oeste del salitral o Gran Bajo del Gualicho. Existen dos grupos de pobladores más o menos cercanos que viven en la margen norte del bajo. El primero, cerca de la laguna del zorro (doña Ana Gaviña y familiares), es probablemente el más próximo (3 leguas), pero no nos pudo facilitar medios para llegar hasta la piedra del Gualicho misma. El otro está integrado por la viuda de Beltrán y por el señor Honorio Beltrán (este último fue el que nos acompañó a caballo como baqueano). Desde la casa de Machado hasta la piedra del Gualicho hay aproximadamente 4 leguas y en el recorrido se pasa junto al jagüel de Eldo Gaviña, más o menos a mitad de camino”.

 

Macedonio Belizán, un pionero de la zona de Valcheta le supo contar a la historiadora Josefina de Ballor que “Yo trabajaba en jagüeles, por la laguna “La Escondida”, viniendo con dos carros del Bajo del Gualicho, en una oportunidad a unos setenta metros del camino, sobre mano derecha, observé una piedra blanca que brillaba igual que un cristal. Estaba rodeada de paredones de piedras, con una puerta a la salida del sol; nos bajamos los cuatro carreros que me acompañaban: Gaspar Mailín, Ignacio Zárate, Juan Linares y yo. La piedra tenía un escrito, decía que todo el que pasara, algo debía dejar, para poder seguir.

 

“Los cuatro hombres rodeamos la misteriosa antigüedad. Había a su alrededor monedas, cajas de fósforos, colas de caballos, géneros, botellas conteniendo líquido, tabaco, cigarros, también prendas personales. Gaspar Mailín, incrédulo de lo espiritual se rió; se tomó el atrevimiento de levantar las monedas y guardárselas. Salimos del lugar, como a 500 metros desatamos los animales para almorzar; sobre las 15, preparamos el regreso, atamos los caballos… estos no dieron un paso adelante!  Empacados, no hubo forma de que anduvieran. Nos tomó la noche; al otro día tuvimos que hacer 25 km. hasta “La Escondida” en busca de agua; tomamos nosotros y le dimos a los animales; en un descuido nuestro Mailín devolvió las monedas; pero, la verdad es que tuvimos tres días de castigo, que no pudimos salir”.

 

La temible Salamanca del Gran Bajo del Gualicho, esa que supo reconocer y merodear Bernabé Lucero, “el salamanquero”, toda una leyenda de los pagos rionegrinos.

 

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27 de Mayo, 2013    CRÓNICAS

LA SALAMANCA Y EL LABERINTO.

LA SALAMANCA Y EL LABERINTO.

Por Jorge Castañeda (Argentina).

 

Publicada en Tiempo Nuevo Nº 207 -EE UU 19/04/2013

Colaboración del escritor argentino de la austral localidad de Valcheta, Jorge Castañeda.

 

El tema del laberinto en la cultura y el arte de los pueblos pre existentes de la Patagonia ha sido ya estudiado con amplitud por varios investigadores.

Uno de los indicios según el doctor Rodolfo Casamiquela es el “estilo de grecas”, es decir guardas, que ilustran motivos geométricos rectilíneos, muchas veces de aspecto ornamental. Muy características de este estilo son ciertas figuras de trazo interminable, que nunca se cruza, y que recuerdan fácilmente a laberintos de cierta clase, conocida por los especialistas como “caminos perdidos”.

Pero mucho tiempo antes (tal vez un par de milenios) era conocido también el “estilo de pisadas”, figuras grabadas, muy complicadas que según los estudiosos también estaban emparentadas con los célebres laberintos clásicos, sobresaliendo especialmente el de Creta con el temible Minotauro dispuesto a matar al intruso que se atreva a merodear sus intricados vericuetos.

Se sabe que en síntesis el laberinto en su más amplio sentido no es otra cosa que el camino tortuoso que deben recorrer los espíritus de los difuntos para alcanzar el destino final del “más allá”, el mundo de los muertos que les permitirá reunirse con sus antepasados.

La dificultad –escribe Casamiquela- “de tal camino simboliza simplemente la dificultad para alcanzar ese paraíso, lo que no puede hacerse sin un grave riesgo: el de que los portadores del espíritu en vida hayan sido justos en ella”.

Ese “camino difícil” es reemplazado en otras culturas por un “paso difícil” de muchas clases. Implica generalmente ese tránsito al otro mundo algo semejante a un juicio y un “Supremo Juez” que suele ser un “Alto Dios” o figuras similares, muchas veces una anciana tenida por infernal –castigadora- propietaria de una barca (la barca de los muertos, el calehuche, etc.) porque son una especie de “guardianes del “paso difícil”.

Entre los tehuelches esa figura equivalente no era otra que “gualicho” palabra que significaría “la que gira”, la “merodeadora” o la que “gira por afuera”, indudablemente femenina.

Por eso los investigadores afirman que los tatuajes entre los tehuelches (que son verdaderos laberintos) están vinculados como un salvoconducto para no extraviarse en el “camino perdido” y así poder acceder al paraíso, porque quienes no tenían esa señal eran arrojados al mar.

Tanto el tatuaje, como los estilos de grecas, los cantos ceremoniales e incluso los giros en los guillatunes están sin duda relacionados con el laberinto, es decir “el merodeo” para alcanzar el otro mundo donde habitan sus antepasados.

Por esto las ofrendas con las prendas, el caballo, las pertenencias más queridas y aún las mujeres del difunto eran sepultados en los chenques  para acompañarlo en “ese trance difícil”, rito comparable con otras culturas clásicas como la egipcia.

El investigador estadounidense Schuster citado por Casamiquela “cree poder demostrar que ciertos motivos del arte rupestre conocido como “de grecas”, o sea de caminos perdidos o de figuras laberínticas incluyen en su diseño a “tramas genealógicas”, asociando a los laberintos con los linajes, donde el “espíritu guardián” no es otra cosa que un ancestro mítico.

Esa misma idea laberíntica está presente en las sepulturas (chenques y pirámides) con una “idea que es universal: en su fondo yace el cuerpo de un ser cuyo espíritu hubo de remontar la espiral mítica representada por su mole, el “paso difícil” que habría de llevarlo al Mas Allá”.

En el ameno libro de Salatino Mazzulli, escritor e investigador del Valle Medio de Río Negro, “Apuntes de un buscador de cosas”, encontré otra interesante idea del laberinto pero esta vez asociada al mito de la salamanca del bajo del Gualicho, célebre por la descripción de varios viajeros y por haber sido el hábitat del legendario Bernabé Lucero, cuya leyenda lo ha asociado a ella, con todo su misterio y embrujo.

Expresa Mazzulli al hacer una excursión por la famosa salamanca que “fui munido de una madeja de hilo bolsero, para ser extendido desde la boca de entrada, por todo el recorrido que realizara adentro de la cueva, pues las versiones de la leyenda nos daba que la salamanca era un complejo de salas, recovecos y galerías, algunas tan estrechas que era necesario arrastrarse para poder pasar de un lado al otro”.

¿Otra vez el significado del laberinto, esta vez en la famosa salamanca del Gualicho? Era la misma un “pasaje difícil”, donde los que no encontraban la salida “terminaban por enloquecerse allí adentro?

¡Y cuántas similitudes con el famoso laberinto de Creta!

Pero sin duda el dato más llamativo de esta cuestión lo da el mismo Bernabé Lucero cuando supo afirmar al ser preguntado por Tincho Medina que “cuando vas a entrar en la cueva, te vas a encontrar con dos chivos peleando; tenés que pasar por entre medio de ellos. Más adelante te vas a encontrar con dos toros peleando, y también tenes que pasar entre medio de ellos, con decisión y coraje, che. Y por último –expresaba Bernabé- te vas a encontrar con dos pumas peleando. Vos tenés que encarar y pasar entre los dos animales, llegar a una “sala”, la cual es atendida por unos tipos de aspecto raro que te van a preguntar cuál es tu deseo de poder salamanquero. Y cuando salís de allí, ya salís con el poder”.

¡Sorprendente! No solo aparece el “paso difícil” sino también los toros, clara equivalencia con el clásico Minotauro, los chivos –animales expiatorios por excelencia-, los pumas totémicos en varias estirpes y la “pasada” entre los animales, donde encontrar la salida es un don solamente concedido a aquellos “hombres de coraje”.

Solo resta entonces encontrar nuevos indicios sobre el interesante tema del laberinto en la cultura de los pueblos pre existentes, los cuales al decir de Manuel Scorza “aún viajan del mito a la realidad”.

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16 de Mayo, 2011    CRÓNICAS

La temible salamanca del Gualicho

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La temible salamanca del Gualicho

 

Jorge Castañeda

Escritor - Valcheta

 

El Gran Bajo del Gualicho. La travesía horrible al decir del cacique Casimiro donde solo quedaban las blancas osamentas de los atrevidos que se internaban en ella. Jornadas bajo el sol ardido de los veranos y el cloruro de sodio enloqueciendo a hombres y bestias. El lugar de la “casa del diablo.”

Gualicho, el Alto Dios de los tehuelches, traducido como la “giradora” o “circunvolucionadora”, porque al decir del Profesor Rodolfo Casamiquela la figura era femenina. La casa del Gualicho, guarida temible de un Dios irascible, el  “Ulüngasüm” de los tehuelches.  Autor de las figuras rupestres, del viento en los cañadones, de la sal de las sierras, “el que secuestraba a los niños, el que poseía el poder de petrificar y auto petrificarse a su antojo, gigantesco en su faz maligna, femenino claro, pétreo, a él pertenecen los huesos petrificados envueltos en su carne (toba), que se manifiesta en la muerte de sed en las travesías y por eso había que propiciarlo.”

Es el “epehuén geyú”, el allí es Gualicho, que observó el Perito Moreno y otros viajeros. Así lo vio Claraz en el diario de su viaje al río Chubut cuando escribió que “en el fondo del Bajo existe una capa de yeso y en ella muchas conchas. Bajo tales capas sobresalientes los indios colocaban antes sus ofrendas; pero ahora la capa ha caído. Sin embargo, ellos siguen ofrendando en ese lugar. Lo denominan la “vivienda del Diablo.”

Los indios tienen que pasar allí la noche en toldos, maneando bien todos los caballos y tienen que llevar agua para su uso. Llaman a este paradero “pelado”. Creen que el diablo es el dueño de este bajo y que les hace toda clase de malas jugadas. Hace que pierdan los caballos y se encuentren en apuros. Por eso ofrendan crines, para que los caballos no se fatiguen, y trapos y jirones que arrancan de sus ponchos o trajes, para que no les suceda nada malo. Introducen todo esto con el cuchillo en las blandas capas de yeso e imploran al dueño del bajo para que les sea propicio.”

El salesiano Pedro Bonacina contaba que partió del Fortín Castre para Valcheta y que “a llegar a la mitad del camino me detuve a descansar en la Piedra del Gualicho. Bajé de la mula y me puse a observar lo que había arriba de esas piedras: encontré una caja de fósforos, un pañuelo de mano y un papel de cincuenta centavos, todo dejado por los viajeros que han pasado por aquí.”

Casamiquela precisa que el sitio conocido como la Salamanca del Gualicho se ubica aproximadamente en el deslinde de los lotes 5 y 6 de la Sección I Colonia de San Antonio Oeste. El lugar queda a unos 60 km. al sur del paraje El Solito, en el extremo oeste del salitral o Gran Bajo del Gualicho. Existen dos grupos de pobladores más o menos cercanos que viven en la margen norte del bajo. El primero, cerca de la laguna del zorro (doña Ana Gaviña y familiares), es probablemente el más próximo (3 leguas), pero no nos pudo facilitar medios para llegar hasta la piedra del Gualicho misma. El otro está integrado por la viuda de Beltrán y por el señor Honorio Beltrán (este último fue el que nos acompañó a caballo como baqueano). Desde la casa de Machado hasta la piedra del Gualicho hay aproximadamente 4 leguas y en el recorrido se pasa junto al jagüel de Eldo Gaviña, más o menos a mitad de camino.”

Macedonio Belizán, un pionero de la zona de Valcheta le supo contar a la historiadora Josefina de Ballor que “Yo trabajaba en jagüeles, por la laguna “La Escondida”, viniendo con dos carros del Bajo del Gualicho, en una oportunidad a unos setenta metros del camino, sobre mano derecha, observé una piedra blanca que brillaba igual que un cristal. Estaba rodeada de paredones de piedras, con una puerta a la salida del sol; nos bajamos los cuatro carreros que me acompañaban: Gaspar Mailín, Ignacio Zárate, Juan Linares y yo. La piedra tenía un escrito, decía que todo el que pasara, algo debía dejar, para poder seguir.

“Los cuatro hombres rodeamos la misteriosa antigüedad. Había a su alrededor monedas, cajas de fósforos, colas de caballos, géneros, botellas conteniendo líquido, tabaco, cigarros, también prendas personales. Gaspar Mailín, incrédulo de lo espiritual se rió; se tomó el atrevimiento de levantar las monedas y guardárselas. Salimos del lugar, como a 500 metros desatamos los animales para almorzar; sobre las 15, preparamos el regreso, atamos los caballos… estos no dieron un paso adelante!  Empacados, no hubo forma de que anduvieran. Nos tomó la noche; al otro día tuvimos que hacer 25 km. hasta “La Escondida” en busca de agua; tomamos nosotros y le dimos a los animales; en un descuido nuestro Mailín devolvió las monedas; pero, la verdad es que tuvimos tres días de castigo, que no pudimos salir.”

La temible Salamanca del Gran Bajo del Gualicho, esa que supo reconocer y merodear Bernabé Lucero, “el salamanquero”, toda una leyenda de los pagos rionegrinos.

 

 

 

 

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SOBRE MÍ
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Jorge Castañeda

Escritor nacido en Bahía Blanca (Pcia. de Buenos Aires) el 23 de Agosto de 1.951, se radicó desde el año 1953 en la localidad de Valcheta, Pcia. de Río Negro.

Entre sus obras publicadas pueden citarse, entre otras, "La ciudad y otros poemas", "Poemas sureños", "Poemas breves", "Sentir patagónico", "Arturo y los soldados", "Como Perón en el cuadro", "Poemas cristianos", etc.

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Jorge Alberto Castañeda
Escritor y periodista de Valcheta, localidad ubicada en la Patagonia Argentina
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